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OPINIÓN
Por Pablo A. García Chevesich Ph. D., ingeniero forestal e hidrólogo, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, Universidad de Chile.
El agua se ha transformado en el recurso natural más importante del presente siglo.
Durante las últimas décadas, las demandas hídricas se han cuadruplicado y se proyecta que hacia el año 2050, el consumo mundial se habrá incrementado en más de la mitad de lo que consumimos actualmente, lo que se traduce en que uno de cada cinco países no podrá satisfacer sus necesidades de agua.
De hecho, la mitad de la población mundial habita en zonas en donde las reservas de agua se están agotando a pasos agigantados. Este creciente e indiscriminado consumo se debe a que, directa o indirectamente toda actividad productiva necesita agua.
A medida que el agua se agota nacen los conflictos por lo que queda de este "oro azul", pues la riqueza de un país o región depende de sus recursos hídricos. Actualmente existen incontables conflictos por el agua alrededor del mundo (en cuencas, entre regiones y entre países) y más de 780 millones de personas hoy no tienen acceso a agua potable.
NUESTRA REALIDAD TAMBIÉN ESTÁ CAMBIANDO Pese a que Chile siempre ha sido un país rico en recursos hídricos, nuestra realidad también está cambiando. En las últimas décadas la agricultura, la urbanización y la minería se han expandido sin considerar los recursos hídricos locales disponibles.
Como resultado, cada año se suman nuevas cuencas que presentan serios problemas de escasez de agua, con centenares de problemas socio-ambientales y conflictos entre usuarios, una tragedia que tiene su origen en una combinación entre cambio climático y un indiscriminado consumo. Además, el chileno no tiene apreciación por el agua y es muy común ver jardines de alto consumo hídrico en zonas secas duchas de 30 minutos e incluso gente barriendo las hojas de la calle con la manguera. En otras palabras, pese a que nos estamos quedando sin agua seguimos actuando como si este recurso fuese ilimitado.
Entonces surge la gran pregunta: ¿Qué estamos haciendo? Debemos despertar y aceptar el hecho de que seremos en adelante un país seco y que debemos utilizar el agua en forma sustentable, con el fin de asegurar el recurso para futuras generaciones. Por ende, es sumamente importante comenzar a tomar medidas ahora.
ACCIONES URGENTES En efecto, las soluciones al problema de la escasez hídrica existen, se están aplicando en otros países y han tenido buenos resultados. Sin embargo, para que estas funcionen en Chile debemos dejar de ser un país que derrocha la poca agua que le queda y transformarnos en un país que cuida su oro azul.
Así, las soluciones comienzan a nivel familiar, mediante un cambio de la "cultura del agua" de los chilenos. Debemos modificar nuestros jardines reducir la superficie cubierta por césped y utilizar especies de bajo consumo hídrico, con el fin de crear un "jardín inteligente" estético y adaptado a las condiciones climáticas locales.
Similarmente, debemos almacenar las aguas lluvia desviar las aguas grises hacia las plantas y educar a nuestros amiliares y amigos a cuidar el agua.
A nivel de Gobierno, las soluciones son más complejas pues cada cuenca es única en términos hidrológicos, por lo que cada una de ellas responde distintamente a cambios en el uso de la tierra. Como consecuencia, es urgente estudiar a fondo la hidrología de nuestras cuencas y así ser capaces de proponer soluciones específicas para cada unidad hidrológica. Paralelamente, es de esperar que el nuevo Gobierno invierta en soluciones estructurales de largo plazo combinando la construcción de embalses, carreteras hídricas recarga de acuíferos y, sobre todo, desalación (la sustentabilidad se alcanzará cuando cada cuenca tenga sus propias desaladoras que suministren agua constantemente hacia el interior).
Además, debemos forestar las zonas altas de nuestras cuencas para así incrementar la recarga natural de los acuíferos locales.
Por último, la agricultura (la gran consumidora de agua en Chile) debe avanzar más hacia prácticas eficientes, lo que se alcanza no solo con riego tecnificado, sino también mediante el uso de geles, control de evaporación mejoramiento genético y, lo más importante, saber qué cultivar y dónde. En otras palabras, la planificación territorial en Chile debe considerar los recursos hídricos, con el fin de asegurar la disponibilidad de agua para todos los usuarios de cada cuenca.
En el Día Mundial del Agua nos encontramos en una crisis hídrica creciente, en donde las soluciones se lograrán solo si trabajamos todos los chilenos en forma conjunta. El futuro del agua está en nuestras manos.
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