PINGÜINOS ADELAIDA MUERTOS EN LA ANTÁRTICA ORIENTAL FUERON MENOS DEL 1% DE ESA POBLACIÓN
La especie no está en riesgo inminente: Ocurrió en enero pasado, pero recién fue informado por los medios el fin de semana a través de WWF y Greenpeace como un argumento para promover la creación de un área marina protegida en la zona. La noticia, dada a conocer por organizaciones ambientales como WWF y Greenpeace en tono de denuncia, estuvo en la mayoría de los medios el fin de semana pasado: una grave mortandad de las crías de 18 mil parejas de pingüinos adelaida (o adelie) fue registrada en la isla Petrel, el entorno de la base francesa Dumont D'Urville, frente a Australia. Sin embargo, los especialistas aclaran que el evento afectó a un área muy específica y no puede extrapolarse necesariamente a la población total de esas aves. El hecho, que ya se había presentado en el verano 2013-2014, ocurrió en enero y fue conocido por los científicos durante la conferencia Scar Biology en julio. Pero fue recién ahora que retumbó en los medios, ya que ambas ONG emplearon el caso como una forma de sensibilizar a la asamblea de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR, por sus siglas en inglés), reunida en Australia, para crear un área marina protegida en esa zona. "Este es un caso bien particular, dado por la variabilidad ambiental que se ha presentado en el sector", precisa el biólogo marino del Instituto Antártico Chileno (Inach) Cesar Cárdenas, quien justamente se encuentra en la cita de Australia. "En general, la tendencia en la Antártica Oriental es que las poblaciones de pingüinos adelaida están bastante estables y algunas hasta han aumentado su tamaño", reconoce. De hecho, un estudio liderado por la Universidad de Adelaida, Australia, presentado en marzo, determinó que la población en la Antártica Oriental llegaría a casi 6 millones de individuos y que a nivel de todo el continente superan los 14 millones. Aumenta el hielo El principal responsable detrás del fracaso de dos nidadas en menos de cinco años es un iceberg que se desprendió desde el glaciar Mertz en 2010. Este quedó a la deriva hasta formar una especie de tapón que alejó decenas de kilómetros la playa donde las aves se alimentaban. Como consecuencia, debieron viajar mayores distancias dejando sus huevos y crías expuestas a depredadores. Para complicar más el escenario, en el área no nevó, sino que cayó lluvia, pero el fino plumón de los polluelos no es impermeable, explica la ecóloga de la U. Católica Juliana Vianna. De esta forma, las crías que no fueron depredadas quedaron empapadas, enfermaron y murieron. Vianna cree que el evento podría repetirse, por lo que considera necesarios más monitoreos para ver si se trata realmente de un caso puntual. "El tamaño de la población hoy es grande, pero igual preocupan las extinciones locales, porque una suma de ellas puede llevar a una de tipo global". En cambio, para el biólogo marino Anelio Aguayo, lo que ocurrió allí fue algo natural. "En esa zona está aumentando el hielo y no disminuyendo. Es lo normal de la Antártica". Opuesto es el caso del lado oeste de la península antártica -donde están las bases chilenas-, ya que allí se está produciendo una baja notoria en las poblaciones de adelaida por el aumento de la temperatura del mar.