Reforestación
“Ley Arbolito” fue idea de un niño de La Granja
20 árboles plantaron el pasado 28 de junio de este año el ministro de Agricultura Antonio Walker y la Primera Dama Cecilia Morel. Ese día celebraron el Día mundial del árbol junto a 50 estudiantes de La Granja, pero uno de ellos llamó la atención de las autoridades. Walker no recuerda su nombre, pero sí su consejo: “Me dijo: oiga ministro, debiéramos tener una ley arbolito', porque también hay que cuidarlos, no solo plantarlos”. El niño hacía alusión también a la “Ley Cholito”, que entró en vigencia en marzo y que establece normas para la tenencia responsable de mascotas. De ahi nació la idea, explica el ministro, de un proyecto de ley para planificar la reforestación de una ciudad según sus necesidades. “Se trata de hacer esto en forma profesional, escoger las especies según la zona. Hay especies que tienen una raíz muy potente y levantan el pavimento y las veredas”, dice Walker, y agrega que son elementos a tomar en cuenta.
Aunque crece rápido y da más sombra que otras especies, Agricultura evalúa suprimir su plantación.
Por M. Miranda
n Buenos Aires el color lila del jacarandá es un distintivo en otoño y primavera; Río de Janeiro tiene un sello en sus cerros y áre- as verdes donde abunda la vegetación tropical, y a Santiago se le puede reconocer por la presencia del Plátano Oriental que, aunque no es originario de la zona, desde comienzos del siglo XX ha poblado en especial los parques de Santiago y las calles de Providencia. Pese a eso, ya no es tan bienvenido como antes, al punto que el Ministerio de Agricultura elabora un proyecto —la Ley Arbolito— que podría prohibir su plantación (ver recuadro). La razón, dice el ministro del ramo, Antonio Walker, es la alergia que provoca en primavera y verano. “No podemos estar plantando especies para mejorar la calidad de vida y que tengan un efecto negativo en la salud. Tenemos técnicos trabajando para determinar las especies que se adaptan mejor a las distintas ciudades. Hay que ver las ventajas y desventajas del plátano oriental
para ver si lo seguimos recomendando o no”, explica.
Un híbrido en la capital Los primeros ejemplares llegaron a Chile a comienzos de 1900, cuando el paisajista francés George Dubois ordenó la compra de 300 ejemplares desde su país para plantarlos a un costado del río Mapocho, dando vida al Parque Forestal que es donde, incluso, hay una alameda con esta especie. El objetivo era seguir la línea de los jardines de Londres y el sur de Francia. Pero en los últimos 30 años su presencia proliferó, explica el ingeniero forestal y experto en arboricultura urbana, Santiago del Pozo: “El plátano oriental ha sido utilizado de manera indiscriminada. Se identifica más específicamente en las comunas de Santiago y Providencia, donde está sobre representado. Todas las avenidas, parques y calles los tienen. Y hay algunas vías angostas donde no se justifican”. En Santiago el municipio anunció que sumarán otros 500 ejemplares al Parque Forestal, como parte del plan de mejoramiento del sector, mientras que en Providencia se plantarán 400 variedades, a las que, al plátano oriental, se sumarán el Quillay, Acacio, Fresno, Sophora, Liquidámbar y Celtis. Del Pozo y la académica de agrono-
mía e ingeniería forestal de la UC Paulina Fernández —quien hizo un estudio sobre la especie en 2017— explican que el árbol es un híbrido conocido como Platanus Hispánica, que se gestó hacia 1700 por la mezcla entre la variedad europea Platanus Orientalis y la norteamericana Platanus Occidentalis.
Es oriundo de Turquía A primera vista serían más los pro que los contra a la hora de decidirse por esta especie para embellecer las áreas verdes: puede llegar a los 25 metros (m) de alto y alcanzar su estado adulto en 10 años porque crece 1 m al año. También resisten todo tipo de ambientes y tienen una copa ancha que entrega mucha sombra para los días de verano. Eso a diferencia de especies endémicas que requieren mayor paciencia, como quillay, maitén, roble, raulí, peumo y patagua, que demoran entre 15 y 20 años en alcanzar su tamaño adulto, que es de unos 20 m. Del Pozo asegura que la desventaja de estos últimos se puede suplir con planificación para reemplazar las especies viejas “plantando un árbol antes de que el que se quiere reemplazar sea cortado, y cuando el árbol que plantaste tiene una altura importante, recién se corta el viejo”. Añade que las cualidades del pláta-
no oriental son conocidas desde el año 100 antes de Cristo: “Proviene de Turquía y desde allí fue llevado a toda Roma, donde se popularizó. Pero también desde esa época se sabe que produce alergia, y lo que ha ocurrido es que ha sido introducido en ciudades con contaminación”. Dice también que requiere de más agua que el promedio para vivir, y que en invierno pierde todas sus hojas por lo que no funciona como descontaminante. Fernández añade que “cuando uno empieza a plantar demasiado una sola especie, se baja la diversidad dentro de la ciudad y disminuye la resiliencia de esa vegetación ante cualquier evento. Si llenáramos una ciudad solo con plátanos orientales y entrara una plaga que lo afecte, podríamos quedarnos sin árboles urbanos”. La experta recomienda especies de reemplazo como el Cedro del Líbano, que no requiere de mucho agua; el Pino Piñonero, que está en toda la cuenca del mediterráneo europeo (Italia, sur de Francia, España) y que se adapta fácil a climas con veranos cálidos y de poca humedad, y el Celtis Australis, que también es una especie mediterránea, rústica. Del Pozo agrega el Acer Negundo, que es más bajo pero también puede hacer sombra, y el Belloto que mantiene su follaje en invierno.