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El PNUD fue uno de los pocos que se acercó en su informe previo al estallido de 2019, a la situación en la que nos hallábamos. Más allá de algunas interpretaciones discutibles en el estudio (como la falta de diferenciación suficiente entre el papel de dirigencias políticas y empresariales), lo cierto es que, en términos gruesos, enciende las luces de alerta respecto a que, pese a lo que puedan pensar algunos, la crisis político-social en la que nos hallamos no ha sido superada.
No estamos en 2019. Dos hechos fundamentales nos distancian de ese año. La pandemia del Coronavirus y la importancia que adquirió la acción eficaz y veloz del gobierno de Sebastián Piñera, no pueden sino haber dejado una huella en la consciencia popular sobre la relevancia de la capacidad de gestión del gobierno y el significado del Estado en las crisis de vida y muerte. La política no es sólo cuestión de discursos. También se trata de discursos. Pero las palabras no bastan para salvar vidas. Y fueron muchas vidas las que resultaron salvadas.
Otro hecho macizo entre 2019 y hoy es la entrada de la generación que encabezaba las protestas al gobierno. El Frente Amplio ha mostrado dificultades en la conducción política, en la falta de cuadros suficientes preparados, incluso problemas de honradez en el manejo de recursos públicos, cuyos alcances no se han terminado de definir (ahí están pendientes el caso de Giorgio Jackson, los robos de computadores con la información sobre el asunto, incluido el suyo, y todo un mecanismo de fundaciones creadas para obtener financiamiento irregular de cuadros).
Maduro las partió en tres
Ahora se le suma al gobierno del presidente Boric, cuya vocación democrática se ha ido exhibiendo de manera cada vez más clara, el verdadero lastre de estar gobernando con un partido no-democrático, el PC. Los comunistas, contra la opinión del gobierno al cual pertenecen, apoyan a la dictadura de Venezuela. El asunto deja preguntas inquietantes. ¿Qué habría sido de nuestro país de haber triunfado Jadue y los adalides de la autocracia, los cómplices de la persecución de la oposición?
Esos dos hechos contundentes, esto es, la fuerza de gestión que mostró la centroderecha en la operación de salvar vidas en la emergencia sanitaria, y la incapacidad de conducción de los otrora conductores del malestar, unido eso a la incoherencia en la que se ve involucrado el FA de gobernar con un partido nítidamente autocrático o antidemocrático, vuelven difícil un nuevo estallido en lo inminente.
Sin embargo, esto no significa que el malestar de fondo no siga latente. Es constatable, de lo del PNUD, lo que consta desde hace lustros. En 2014, a propósito de un libro sobre la falta de discurso político de la derecha ( descargable aquí ) intenté conceptualizar la crisis como una escisión entre, por un lado, las élites y sus discursos (economicista, en la derecha, moralizante, en la izquierda), y, por otro, los anhelos y pulsiones populares.
Continúa pendiente la tarea de las élites de derecha e izquierda: de dejar atrás los rigorismos de las palabras abstractas – la condena economicista al Estado y la condena moralizante al mercado – y den el paso a una comprensión de la situación concreta del pueblo en su territorio. Ha sido tal su persistencia en los discursos autocontenidos, que hicieron fracasar no uno, sino dos procesos constituyentes.
Puesta la crisis en perspectiva, ella seguirá siendo tarea del gobierno que suceda al del presidente Boric. ¿Cómo vienen a incorporarse en este contexto las candidaturas presidenciales de los principales sectores políticos?
Es menester esperar las elecciones municipales y de gobernadores. Ellas podrían producir liderazgos presidenciales nuevos o una alteración significativa de fuerzas entre los bloques políticos. Sin embargo, lo más probable es que las candidaturas fuertes que presenten las izquierdas y las derechas sean las de Carolina Tohá y Evelyn Matthei.
Con Jackson amenazado judicialmente, Vallejo en el PC-pro-dictadura de Maduro, Jadue tras las rejas y las eventuales pretensiones de Bachelet siendo rechazadas por el sentido común como una manifiesta vuelta atrás, los méritos y la templanza de Tohá se vuelven descollantes.
En las derechas, las pretensiones de Kast lucen haber alcanzado sus límites en las elecciones pasadas, donde fue derrotado por un candidato novato, en su minuto mucho más débil que Tohá. Matthei, por su parte, lo ha hecho bien, no sólo en la gestión como alcaldesa, sino especialmente en cultivar un tono firme e integrador a la vez.
Los desafíos de ambas candidaturas son varios. Pero el principal en ambos casos será ideológico. Ambas candidatas deberán brindarle una adecuación eficaz a sus discursos, que sean capaces de brindar expresión eficaz a ese país latente, todavía en situación de malestar e insatisfacción profundos, un país que, para peor, se halla tocado en el ala por el estancamiento económico y la crisis de seguridad.
Tohá deberá probar que, sin ser un mero y nudo retorno a la época ya pasada de la Concertación, su planteamiento político se ha renovado al punto de volverse capaz de articular la situación popular con una agenda política de reformas fabianas, socialdemócratas, moderadas, por lo mismo: amplias y viables de ejecutar. Dicho de otro modo, que hará un planteamiento positivo fundamentalmente distinto al de la moralización abstracta y simplona de sus “ideólogos” (=deliberación buena, mercado malo) que el FA se ha ido viendo forzado a abandonar.
Pero, además, Tohá deberá resolver el problema severo del lastre comunista. Ya no se trata de un asunto anecdótico, tipo “los comunistas son así”. Luego de la posición explícita, contra la opinión de su propio gobierno, de apoyar una dictadura, sería impresentable que Tohá, la opositora y víctima de una dictadura, se presentase como candidata con el apoyo del PC. Es difícil compatibilizar la visión democrática de la candidata, con la vocación pro-dictatorial de los comunistas.
¿ Y Matthei?
Evelyn Matthei hasta ahora carece de competidores. Por largas décadas ha mostrado posiciones moderadas. Como he dicho, las municipales podrían cambiar el escenario. Pero no es tan fácil que cambie. Lo que tampoco es fácil, sin embargo, es que ella logre presentar un discurso, un pensamiento que vaya claramente más allá de la economía y la gestión. Un pensamiento que se haga cargo del asunto de fondo, del malestar profundo que afecta a las capas populares, ese mismo que gatilló las protestas masivas en 2019 y que el PNUD nos vuelve a recordar que está ahí.
En ese contexto de crisis no sirve la clásica fórmula de conservadurismo (especialmente moral) y liberalismo económico que ha sostenido la derecha desde la dictadura. Es menester dejar atrás el discurso usual de Guerra Fría, el que paralizó políticamente a los dos gobiernos de Piñera. Urge que las derechas amplíen de verdad (no con reformas de publicidad o retoques) su base ideológica hacia las tradiciones probablemente de mayor calado y capacidades comprensivas con las que cuenta: el pensamiento nacional-popular o republicano-popular, y el social-cristiano.
El primero se expresó, por ejemplo, en los descollantes pensadores del centenario, Encina, Edwards, Tancredo Pinochet, también en los agrario-laboristas, en el ibañismo, en dirigencias como las de Jorge Prat y Sergio Onofre Jarpa. El socialcristianismo, con raíces ya en el siglo XIX, tuvo sus representantes en la llamada Generación del 38, en el doctor Cruz-Coke, en el espíritu de Solidaridad, de la UC. Es recién, sólo recién, a partir del diálogo de esas tradiciones más sofisticadas y políticamente conscientes con los pensamientos más simples de la derecha de la dictadura y la transición, que Matthei podrá contar con la profundidad de alcance que necesita, no sólo para triunfar electoralmente, sino para darle orientación, agenda y envergadura a su gobierno.
Tohá y Matthei frente al malestar 31-08-2024 The Clinic Por Hugo Herrera Nuevamente el PNUD nos muestra que el malestar popular sigue latente. El PNUD fue uno de los pocos que se acercó en su informe previo al estallido de 2019, a la situación en la ... |
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