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06-09-2020
Alain Touraine relata en vivo y en directo los últimos días de la UP
L os vínculos del destacado sociólogo francés Alain Touraine con Chile se remontan a los años 50, cuando llegó a Latinoamérica a proseguir sus estudios sobre el mundo obrero iniciados en las fábricas de la Renault. Desde Brasil, en 1956, saltó al sur para investigar el trabajo de los mineros de Lota y los obreros de Huachipato, entre otros. Ese viaje fue decisivo: no sólo determinó sus rumbos intelectuales futuros, sino que también lo llevó a casarse con una chilena. A partir de entonces, Touraine estuvo varias veces en el país, interesado fervientemente en el proceso histórico y social que fue tomando forma en los 60 y que desembocó en el gobierno de Salvador Allende.
Su libro Vida y muerte del Chile popular, que acaba de publicar Editorial Usach, es el dramático testimonio crítico de su última estadía en el país en ese tiempo, que comenzó en julio de 1973 y terminó dos meses después, luego del bombardeo a La Moneda, cuando Touraine tuvo que irse de Chile a la brevedad posible, lo que ocurrió al día siguiente del funeral de Pablo Neruda. Habían sido sólo dos meses, pero parecían siglos condensados y en los cuadernos personales de Touraine había quedado el registro diario de una catástrofe de proporciones bíblicas.
Esas páginas, testimonio caliente de esos días, fueron publicadas de inmediato en Francia y, al año siguiente, en 1974, fueron editadas en México, pero por razones históricas nunca antes de ahora habían podido llegar a Chile. En los hechos, después de casi cincuenta años de su escritura, por primera vez se divulga en nuestro país ese valioso documento de aquellos días cruciales de nuestra historia.
Aunque tiene la forma de diario de vida, comenzado el 21 de julio de 1973 y terminado el 24 de septiembre del mismo año, el libro de Touraine es más bien un análisis político y sociológico urgente surgido de los acontecimientos de cada día.
El autor confronta lo que él pensaba del proyecto de la Unidad Popular en 1971 con lo que estaba viendo en ese tiempo postrero; reflexiona sobre asuntos como la actitud de los políticos de todos los bandos, los cursos que había ido tomando el llamado "poder popular" o las complejas relaciones entre el Gobierno y la evolución de la actividad política en el ámbito obrero.
En sus anotaciones, llama la atención la claridad con que Touraine, aunque era un reconocido adherente de la Unidad Popular, lograba ver las grietas entre Allende y sus aliados, la crisis total, el desastre inminente, el descontrol, como también las debilidades políticas de la derecha.
A fines de agosto, por ejemplo, al darse cuenta de que el Gobierno ha logrado sobrevivir a un mes que no duda en calificar de "sangriento y brutal", mira el panorama y vislumbra que, ante el desbalance político, ese presente "es menos peligroso que el futuro cercano". El 3 de septiembre dice: "La lluvia ha pasado, llega la tormenta". Como testigo sociológico del momento, Touraine se preocupa del curso que tendrán los novedosos "cordones industriales" y, en general, las manifestaciones más radicales del "poder popular", pero también pone ojo a la televisión, por ejemplo, cuando ve con rayos equis a "un tal Guzmán" en un debate político y no duda en escribir en su diario: "Nunca había visto a un tipo de hombre así en este país. Me asustó: en momentos de extrema tensión se ven las cabezas más horribles saliendo. La suya está habitada por una fría pasión armada con falsa lógica, es un inquisidor. Su palidez es la de los jóvenes fascistas de preguerra". 06-09-2020
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