La Segunda (Chile)
24-05-2025
Políticas para un Chile con canas
“La tendencia al envejecimiento es de tal magnitud que la escasez de trabajo joven en el futuro terminará forzando a los empleadores a considerar más a los grupos mayores de todas maneras”. Vicente Abrigo y Benjamín Villena En los últimos días, el INE volvió a publicar cifras preocupantes que confirman un diagnóstico ya discutido y que apareció de golpe: en 2024, los nacimientos cayeron un 11,3 % con respecto al año anterior, lo que sigue empujando al país hacia una pirámide poblacional invertida, es decir, donde los mayores predominan por sobre los niños y jóvenes. Por otro lado, la expectativa de vida de los chilenos sigue en aumento, agudizando el fenómeno descrito. Sin embargo, la discusión sobre si estamos adaptándonos adecuadamente a esa nueva realidad ha sido escasa, y usualmente poco clara. Aún más relegado ha sido el debate sobre el mercado laboral de las personas mayores, un tema poco tratado, pero no por ello menos relevante, especialmente cuando muchos de ellos quieren seguir trabajando. En ese contexto, uno de los grandes desafíos es el mercado laboral. Muchas personas mayores enfrentan dificultades para insertarse o mantenerse activas en el empleo, incluso cuando no tienen planes de jubilar efectivamente.
Más aún, una cifra especialmente preocupante es que el porcentaje de personas ocupadas en la población entre 55 y 64 años ha decaído en 3,2% desde 2019, mostrando un cambio en el sentido contrario a lo deseable. Esto sugiere que una combinación de circunstancias del mercado laboral y políticas económicas posteriores a la pandemia han reducido el empleo entre personas próximas a jubilarse. Si bien comprender en mayor profundidad las causas de estos fenómenos requiere estudios rigurosos, algunos antecedentes resaltan aspectos importantes. Entre los problemas más frecuentes están la brecha en competencias tecnológicas y la falta de capacitación continua, especialmente en un entorno productivo en constante transformación con nuevas tecnologías y modalidades de trabajo.
Relacionado a esto se suma la discriminación por edad: en el Informe N° 18 del Panel Laboral
UNAB (septiembre de 2024), ante la pregunta por las principales barreras para contratar personas mayores de 55 años, la opción más mencionada por los head hunters fue precisamente los prejuicios sobre su capacidad para aprender nuevas habilidades. Si realmente queremos enfrentar los desafíos demográficos con seriedad, las políticas públicas deben enfocarse también en personas de mayor edad, promoviendo inclusión, reconversión y espacios para envejecer trabajando dignamente. La tendencia al envejecimiento es de tal magnitud que la escasez de trabajo joven en el futuro terminará forzando a los empleadores a considerar más a los grupos mayores de todas maneras. El rol de la política pública es apoyar y facilitar esa transición, promoviendo la reconversión laboral, la adquisición de nuevas habilidades, la adaptación a las nuevas tecnologías y la colaboración intergeneracional.
De seguir obviando estas tendencias y oportunidades, habremos perdido un valioso tiempo anclados a políticas basadas en un tiempo que ya pasó, cuando las canas aún no poblaban la cabeza de los trabajadores chilenos. * Vicente Abrigo es investigador IPP-
UNAB. Benjamín Villena es profesor asociado IPE-
UNAB, e investigador LM2C2 y MIPP.
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