Comentarista EMOL (Chile)
03-06-2025
Violencia en la Escuela o una Sociedad Violenta
Marilú Mattemaría En las últimas semanas, nuevamente han ocupado espacio en los medios de comunicación diversos hechos de violencia en contextos escolares.
Es inaceptable que estudiantes sean baleados dentro de sus salas de clases, que un adolescente muera apuñalado en una riña en una plaza pública o que un directivo —aunque sea interino— se refiera a estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA) de forma denigrante. También lo es que frente a problemáticas legítimas del profesorado, la única solución que visualice el colegio de profesores es paralización de actividades, dejando a miles de estudiantes sin clases. Todo lo anterior es violencia: ya sea física, simbólica o verbal.
Cabe preguntarse entonces: ¿ por qué estamos presenciando este fenómeno con tanta frecuencia? Lo he señalado en otras ocasiones y lo reitero hoy con convicción: el problema no es únicamente de la escuela, sino que esta refleja las fracturas profundas de nuestra sociedad. Se trata de una crisis multidimensional: valórica, de seguridad, de sentido y también económica. Las causas son múltiples y complejas. Existen datos alarmantes en salud mental: según el Estudio Longitudinal Achs-UC: Termómetro de la Salud Mental, uno de cada cuatro adultos entre 30 y 39 años manifiesta sentirse solo.
A ello se suma que, de acuerdo al Monitor de Servicios de Salud de Ipsos 2024, un 69% de los encuestados en Chile considera que la salud mental es el principal problema de salud en el país, el porcentaje más alto del mundo. La sensación de inseguridad también se ha generalizado. Nos hemos atrincherado, en todas las comunas y niveles socioeconómicos, mientras los espacios públicos se deterioran y son tomados por la delincuencia.
Surgen entonces preguntas inquietantes: ¿ Quiénes son hoy los referentes de nuestros jóvenes? ¿ A quién están admirando? ¿ A figuras que exaltan la violencia, que exhiben armas —reales o ficticias— en sus videoclips, o a quienes se esfuerzan por superarse, construyendo un camino de desarrollo humano y no solo económico? En muchos sectores de la sociedad parece haber calado hondo la idea de que solo quien grita, amenaza o golpea es escuchado. ¿Estamos verdaderamente escuchando quienes tenemos la responsabilidad de hacerlo? La violencia es un problema país. Requiere de un Estado presente, capaz de garantizar el derecho a una educación de calidad en ambientes seguros, que ejerza autoridad y resguarde la seguridad en todos los territorios. Pero también es tarea de las familias, que deben formar, supervisar, orientar; de las escuelas, que deben fortalecer el desarrollo socioemocional, el clima escolar, la formación ciudadana y el trabajo conjunto con los apoderados. Sin embargo, los docentes no pueden —ni deben— asumir solos esta responsabilidad. Instalar detectores de metales puede impedir el ingreso de armas, pero no resuelve la raíz del problema. Se requieren políticas públicas integrales, que reconozcan que todos somos parte del problema y, por ende, también de la solución. Nos corresponde a los profesores ser modelos, sí, pero es un hecho que enfrentamos los mismos conflictos que aquejan a la sociedad en su conjunto. Esto repercute inevitablemente en la calidad de los aprendizajes y, en última instancia, en el futuro del país.
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