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Por ello, el golpe surge como respuesta de la clase dominante para resolver un problema estructural del régimen de acumulación de capital. Esto es, la crisis de la industrialización impulsada por el Estado en un contexto de fortalecimiento organizativo de la clase obrera.
Con la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado adquieren nuevos bríos las discusiones sobre el desenlace que tuvo el gobierno de la Unidad Popular. En este contexto hay una fuerte tentación a explicar los hechos en base a lo que hicieron o dejaron de hacer los principales actores involucrados en los cerca de mil días que duró el proceso. Si bien considerar esta dimensión del análisis es un procedimiento válido y necesario, también es fundamental no reducir el desarrollo de un periodo de la historia -por breve que parezca- a un simple resultado de voluntades y fuerzas políticas, ya sea de sujetos colectivos o de individuos que estuvieron en posiciones de poder.
Bajo la premisa de que la acción política se encuentra en todo momento constreñida por las condiciones materiales sobre las que se despliega, para avanzar en la comprensión de las causas del quiebre de la democracia chilena en el año 1973 es necesario dar cuenta de tendencias económicas de mediano y largo plazo que confluyeron y se agudizaron en el extraordinario momento histórico que condensó el gobierno de Salvador Allende.
El gobierno de Allende no solo tuvo que enfrentar el sabotaje del imperialismo y la clase dominante chilena, sino que también una profunda crisis económica que no tenía salida posible en el marco de la estrategia de desarrollo vigente hasta entonces.
En función de esto, a continuación se presenta una breve síntesis del trabajo Régimen de Acumulación de Capital y Transición Campo-Ciudad en el Estado desarrollista chileno (1933-1973): una contribución a los estudios de la UP desde la economía heterodoxa realizado por los autores en el Concurso de Ensayos Historiográficos “Unidad Popular: 50 años” convocado a fines del año 2019 por la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae, y con el patrocinio del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, la Asociación Chilena de Historiadores y el Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Hasta el año 1930, Chile era un país primordialmente agrario, donde las relaciones sociales de producción estaban dominadas por la lógica institucional de la hacienda y el control terrateniente sobre una proporción mayoritaria de la fuerza de trabajo. A nivel urbano la industria era escasa, mayoritariamente de pequeña escala y estaba muy dispersa de modo que no lograba reunir a grandes contingentes de obreros. La excepción fueron las oficinas salitreras y algunas actividades conexas en las que surgieron las primeras expresiones masivas de organización de las y los trabajadores.
La creciente conflictividad social, la crisis del auge salitrero y el fantasma de la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa, cuya amenaza se agravó con la afiliación del Partido Obrero Socialista chileno a la tercera internacional, fueron generando una crisis política en la que los sectores más lúcidos de la clase dominante abrieron paso a una forma de Estado de tipo desarrollista. Esta nueva institucionalidad no pretendía una democratización profunda e inmediata de la sociedad chilena, sino más bien debe entenderse como un ordenamiento adaptativo ante las nuevas condiciones de inserción en el capitalismo mundial.
El periodo histórico conocido como desarrollismo estuvo marcado por una gran transformación de la sociedad chilena, cuya población migró rápidamente desde el campo a las ciudades. Este proceso se explica por los fenómenos de aglomeración propios de la industrialización impulsada por el Estado, y por el aumento acelerado de la esperanza de vida que pasó de 30 a 60 años debido a la drástica reducción de la mortalidad infantil.
Figura 1. Población urbana versus población rural, 1900-2010
Sin embargo, el esfuerzo de modernización se vio truncado por la incapacidad de la industria manufacturera para absorber la creciente oferta de empleo, relegando a vastos sectores de la población a la marginalidad urbana y rural.
Figura 2. Tasa de urbanización y fuerza laboral por sector como % del total, 1900-2010
Si bien el sindicalismo vivió un proceso de crecimiento significativo durante el periodo, de la mano de la expansión de la industria, pasando de un 5% a un 15% de afiliación entre las y los trabajadores ocupados, su actividad se vio limitada por las restricciones que impuso el Código del Trabajo de 1931 para negociar más allá de la empresa y sobre todo por el crecimiento descontrolado de la inflación, que a partir de la década de 1950 arrebataba mes a mes parte del poder adquisitivo de los salarios, incluyendo los reajustes acordados en negociaciones colectivas.
El golpe debe ser entendido como la única alternativa de la clase dominante para resolver la crisis de la industrialización impulsada por el Estado en un contexto de importante fortalecimiento organizativo de la clase obrera.
Fue en la segunda mitad de los años 60 cuando el sindicalismo adquirió un impulso inédito que lo llevó a duplicar la tasa de afiliación en menos de 7 años, en buena medida por el crecimiento de la sindicalización campesina, pero también por un contexto de polarización política a nivel continental que convirtió al movimiento sindical en el principal espacio de organización y lucha de los sectores populares.
Figura 3. Total de afiliados a sindicatos, y de afiliación sindical sobre el total de fuerza de trabajo y sobre los trabajadores ocupados (1932-2010)
En este particular escenario irrumpió la Unidad Popular con su proyecto de “Vía democrática al socialismo”, en un momento de convergencia de tres procesos históricos importantes. Por un lado, el agotamiento de la oferta limitada de mano de obra que posibilitó el despegue de los salarios industriales. Por otro lado, el auge transitorio de los términos de intercambio provocado por la maquinaria de guerra del imperialismo norteamericano y su demanda de cobre durante las guerras de Corea y Vietnam.
Figura 4. Salarios reales por sectores, 1929-1970. Escudos de 1960
Figura 5. Términos de intercambio, 1913-1978.100=2003
En tercer lugar, la estrategia de industrialización guiada por el Estado tocaba techo en toda América Latina ante la incapacidad estructural de superar el rezago tecnológico respecto a la producción manufacturera de las economías avanzadas. Esto se expresaba en una prolongada caída en la tasa de ganancia de la economía nacional en su conjunto.
Figura 6. Evolución de tasa de ganancia del conjunto de la economía, 1900-2010
El gobierno de Allende no solo tuvo que enfrentar el sabotaje del imperialismo y la clase dominante chilena, sino que también una profunda crisis económica que no tenía salida posible en el marco de la estrategia de desarrollo vigente hasta entonces. El auge y la caída de este proyecto no puede ser visto como una demostración de la imposibilidad programática del marxismo, sino como la trágica resolución de tendencias históricas que pusieron a la sociedad chilena ante una encrucijada.
En síntesis, el golpe de Estado y la dictadura no llegaron a salvar el país del descalabro económico, político e institucional supuestamente provocado por las políticas implementadas por la Unidad Popular. Más bien debe ser entendido como la única alternativa que contemplaba la clase dominante para resolver un problema estructural del régimen de acumulación de capital en Chile, esto es, la crisis de la industrialización impulsada por el Estado en un contexto de importante fortalecimiento organizativo de la clase obrera.
A su vez, los trabajadores no estaban dispuestos a pagar con sus salarios ni con sus empleos los costos de una reestructuración productiva, ante lo cual el socialismo democrático “con empanadas y vino tinto” se presentaba para un creciente sector de la población, y aún con sus contradicciones, como la alternativa más afín a los intereses de las mayorías.
Bibliografía
Díaz, J., Lüders, R. y Wagner, G. Chile 1810-2010. La República en cifras. Historical statistics. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile, 2016.
Osorio, S. y Polanco, D. «Tasas de afiliación sindical y tamaño promedio de los sindicatos en Chile, 1932-2010. Fuentes de información y propuesta de empalme». Minuta N°2. Santiago de Chile: Repositorio de Estadísticas Sindicales, 2021.
Polanco, D. y Osorio, D. «Régimen de acumulación de capital y transición campo-ciudad en el Estado desarrollista chileno (1933-1973): una contribución a los estudios de la UP desde la economía heterodoxa». Izquierdas 50 (2021): 1-24.
Polanco, D. «The Profit Rate in Chiles Developmental Period». Inédito, 2023.
Sebastián Osorio es sociólogo (U. de Chile) y Doctor en Historia (USACH). Diego Polanco es candidato a Doctor en Economia (Universidad de Massachusetts, Amherst).
Bajo la premisa de que la acción política se encuentra en todo momento constreñida por las condiciones materiales sobre las que se despliega, para avanzar en la comprensión de las causas del quiebre de la democracia chilena en el año 1973 es necesario dar cuenta de tendencias económicas de mediano y largo plazo que confluyeron y se agudizaron en el extraordinario momento histórico que condensó el gobierno de Salvador Allende.
El gobierno de Allende no solo tuvo que enfrentar el sabotaje del imperialismo y la clase dominante chilena, sino que también una profunda crisis económica que no tenía salida posible en el marco de la estrategia de desarrollo vigente hasta entonces.
En función de esto, a continuación se presenta una breve síntesis del trabajo Régimen de Acumulación de Capital y Transición Campo-Ciudad en el Estado desarrollista chileno (1933-1973): una contribución a los estudios de la UP desde la economía heterodoxa realizado por los autores en el Concurso de Ensayos Historiográficos “Unidad Popular: 50 años” convocado a fines del año 2019 por la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae, y con el patrocinio del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, la Asociación Chilena de Historiadores y el Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Hasta el año 1930, Chile era un país primordialmente agrario, donde las relaciones sociales de producción estaban dominadas por la lógica institucional de la hacienda y el control terrateniente sobre una proporción mayoritaria de la fuerza de trabajo., Tasa de urbanización y fuerza laboral por sector como % del total, 1900-2010
Si bien el sindicalismo vivió un proceso de crecimiento significativo durante el periodo, de la mano de la expansión de la industria, pasando de un 5% a un 15% de afiliación entre las y los trabajadores ocupados, su actividad se vio limitada por las restricciones que impuso el Código del Trabajo de 1931 para negociar más allá de la empresa y sobre todo por el crecimiento descontrolado de la inflación, que a partir de la década de 1950 arrebataba mes a mes parte del poder adquisitivo de los salarios, incluyendo los reajustes acordados en negociaciones colectivas.
El golpe debe ser entendido como la única alternativa de la clase dominante para resolver la crisis de la industrialización impulsada por el Estado en un contexto de importante fortalecimiento organizativo de la clase obrera.
Fue en la segunda mitad de los años 60 cuando el sindicalismo adquirió un impulso inédito que lo llevó a duplicar la tasa de afiliación en menos de 7 años, en buena medida por el crecimiento de la sindicalización campesina, pero también por un contexto de polarización política a nivel continental que convirtió al movimiento sindical en el principal espacio de organización y lucha de los sectores populares.
Figura 3., Más bien debe ser entendido como la única alternativa que contemplaba la clase dominante para resolver un problema estructural del régimen de acumulación de capital en Chile, esto es, la crisis de la industrialización impulsada por el Estado en un contexto de importante fortalecimiento organizativo de la clase obrera.
A su vez, los trabajadores no estaban dispuestos a pagar con sus salarios ni con sus empleos los costos de una reestructuración productiva, ante lo cual el socialismo democrático “con empanadas y vino tinto” se presentaba para un creciente sector de la población, y aún con sus contradicciones, como la alternativa más afín a los intereses de las mayorías.
Bibliografía
Díaz, J., Lüders, R. y Wagner, G. Chile 1810-2010.
Más allá del conflicto político: La crisis económica subyacente que debió enfrentar la UP y Allende 11-09-2023 Interferencia La UP enfrentó -además del sabotaje- una profunda crisis económica que no tenía salida posible desde la estrategia de desarrollo vigente hasta entonces. Por ello, el golpe surge como respuesta d... |
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