Lavanguardia (Chile)
28-07-2020
¿Por qué la clase media?
Tal como lo referí en mi columna anterior, la Clase Media es un grupo social muy heterogéneo compuesto por comerciantes e inversionistas medianos, funcionarios públicos, profesionales, técnicos, rentistas, clero, propietarios, uniformados, etc., siendo, entonces la que controla la administración pública, la cultura y la enseñanza, la distribución económica de los bienes y servicios, así como la seguridad interna e internacional.
Es ella quien, en el transcurso del siglo XX, ha encabezado las principales demandas sociales, como el incidente del “ruido de sables” durante la administración de Alessandri Palma en 1924; las revueltas estudiantiles de la década del ’60; y, más cerca en el tiempo, la “marcha de los pingüinos” en el 2006 y 2011 o los movimientos sociales como “No+AFP”, entre otros.
Por todo lo anterior es que se le considera el “sistema neurológico” de la nación, y ya que es el grupo que también mantiene activo el mercado del consumo, es que, desde la crisis de 1929, el “Crack” económico, las naciones más desarrolladas han mantenido una política de Seguridad Social, la que nace del Estado Benefactor y consiste en garantizar el libre acceso a beneficios que permiten una calidad de vida no relacionada a los ingresos personales, sino a un estándar único para toda la población, así no sólo disminuye la pobreza extrema sino que garantiza la paz social, creando un sentido comunitario que no requiere de la represión para establecerlo. Este sentido comunitario lleva a la empatía intra y extra generacional: de jóvenes a viejos, de sanos a enfermos, entre hombres y mujeres, etc.
No existe injusticia en que los más jóvenes aporten a las pensiones de los más viejos, apoyar a cualquier grupo vulnerable, o que los más ricos accedan a beneficios, pues se reconoce el aporte de cada cual en el tejido social; por ejemplo, se debe tener la conciencia de que los jóvenes disfrutan de oportunidades que los mayores crearon, y de que nadie está libre de tener algún problema de salud.
La promesa de “Tiempos Mejores” fue hecha para la Clase Media, sin embargo, los sectores extremadamente liberales nacionales, hablan de que cualquier ayuda a este sector sería financiar a los más ricos, y ya decíamos que éstos no alcanzan el 2% de la población chilena, y ese grupo no cotiza en las AFP, o al menos, no dependen de esos fondos para su vejez.
Ni siquiera el grupo C1a puede sentirse aliviado, pues la mayoría depende de sus empleos que pueden ser muy bien remunerados, pero no les garantiza su total estabilidad por lo que las políticas públicas no deben excluirlos.
Bajo este paradigma este gobierno, para contrarrestar la reforma constitucional que permite retirar el 10% de las AFP, ha publicitado el programa de “Clase Media protegida” que está enfocado en aquellos trabajadores que tenían ingresos formales entre $500.000 y $1,5 millones, este programa incluye: subsidios y créditos hipotecarios para viviendas cuyo valor no supere las UF 10.000, o sea, $7.500.000 ; bonos de cesantía, un crédito por hasta $2.600.000, con un plazo de 4 años, y uno de gracia con tasa de UF+0%; uno para estudios superiores, y para arriendos inferiores a $650.000 un aporte de hasta $250.000.
Casi todos para el 90% más vulnerable de la población según conste en el Registro Social de Hogares (RSH), vale decir, toda la ayuda que se ha implementado o que está en proceso de hacerlo beneficiará a quienes pertenecen a los niveles C2, C3 y D, los que son considerados Clase Media vulnerable, el 74% de la población nacional; y está bien.
Pero ha dejado de lado al resto de ella, me refiero a los profesionales medios y superiores, a los independientes o emprendedores, a aquellos que han alcanzado el nivel C1b y ya empiezan a resbalar al C2 o más bajo aún. ¿Quién se hace cargo de ellos? El triste espectáculo que en estos días ha dado el gobierno y un sector de su coalición deja de manifiesto que en realidad es la codicia y el egoísmo el que habla, no la doctrina económica, pues Adam Smith advirtió que, si las decisiones las tomaban los comerciantes y financistas, jamás se cumpliría la libertad económica.
Me indigna que secuestren nuestros ahorros alegando que defienden las futuras pensiones, pero sobre la misma nos desprotege del abuso laboral, la precariedad de los sueldos y se nieguen a pagar los impuestos correspondientes a sus ganancias, prefiriendo, incluso, guardar sus fortunas en paraísos fiscales en lugar de apoyar a los mismos que le ayudaron a formarlas. Me indigna que se refieran a sus connacionales con aires patronales y despectivos manifestando su total insensibilidad social y ausencia de conciencia política. Me indigna que tengan poder para dividir a la sociedad en “nosotros y ellos”, cuando hasta su cargo político se lo deben a nuestros votos.
Señores neoliberales, recuerden lo enseñado por Keynes y Roosevelt: el Estado se debe a la sociedad y no a parcialidades de ella, por lo tanto, es necesario crear e implementar políticas públicas tal como para la Gran Depresión y acabar con ese relato añejo de lucha de clases.
Ciudadanía entera, en Chile más del 90% de la población es Clase Media, y estamos más cerca de ser pobres que ricos, tomemos conciencia de ello y cuando votemos a nuestras autoridades elijamos a uno que nos hable a nosotros, no al espejismo que se refleja. El país que queremos no llegará del cielo, debemos crearlo acá en la tierra. Por Nidia Araya M. Profesora de Estado en Historia y Geografía. Licenciada en Educación en Historia y Geografía Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Administración y Gestión Educacional Universidad Mayor (*) Las opiniones vertidas en esta columna no reflejan necesariamente la línea editorial de La Vanguardia Chile
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