El Libero (Chile)
14-02-2021
Cristián Garay: La espada de Bolívar y la corona de don Pedro II de Brasil
Mientras el primero tiene ese aire de realismo mágico, galanura y desmesura que aparece a veces como característica latinoamericana, el segundo evoca la prudencia, la mantención de las fronteras, la unidad como un proyecto común.
Publicado el 13 febrero, 2021 Cristián Garay: La espada de Bolívar y la corona de don Pedro II de Brasil Historiador, académico del Instituto de Estudios Avanzados, USACH Cristián Garay Mientras el primero tiene ese aire de realismo mágico, galanura y desmesura que aparece a veces como característica latinoamericana, el segundo evoca la prudencia, la mantención de las fronteras, la unidad como un proyecto común.
Comparte: Cristián Garay Historiador, académico del Instituto de Estudios Avanzados, USACH Recibe en tu correo Lo mejor de la prensa Suscribirse Una votación de la BBC, cuando aún vivía Hugo Chávez, eligió a Simón Bolívar como el personaje hispanoamericano más relevante. Lo hizo detrás de Rubén Darío, y delante de Sandino, el Che Guevara. Juan Pablo II, Violeta de Chamorro, Augusto Pinochet, Víctor Haya de la Torre, y Diego A. Maradona.
De todas maneras, Darío obtuvo 85.524 votos y Bolívar 49.237, con el agravante que fuera de torcer el primer lugar y decir que la espada era más que relevante que la pluma de Darío, la votación provino prácticamente de dos lugares: Venezuela y Nicaragua.
Desde luego BBC destacó a Bolívar en primer lugar: liberó cinco países (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia), lideró la guerra de Independencia desde 1811 y en 1813 fue honrado, en una de sus campañas conocida como “Admirable”, con el título de Libertador. Atravesó cordilleras y llegó hasta Perú. Sin embargo, a pesar de su genialidad militar, Venezuela tuvo una larga guerra de independencia. Al finalizar sus luchas, propuso en Angostura la unidad de los hispanoamericanos, y emprendió una campaña continental para someter al virreinato del Perú, reducto del fidelismo.
Bajo ese fin disputó con José de San Martín la liberación de Perú, y se impuso a tal modo, que además de conseguir su retiro de ese país, condujo al general Sucre para independizar la audiencia de Charcas y darle un país tapón frente a las Provincias Unidas del Plata. Sucre recibió el regalo y denominó al país Bolivia por su benefactor. El 9 de febrero de 2021 se reiteró el texto de 2013 de la BBC cuyo resumen era que “Con sólo haber vivido 47 años peleó en 472 batallas, siendo derrotado sólo 6 veces. Participó en 79 grandes batallas, teniendo gran riesgo de morir en 25 de ellas. Liberó 6 naciones, navegó 123 mil kilómetros, más de la distancia navegada por Colón y Vasco de Gama combinados. Fue Jefe de Estado de 5 Naciones. Cabalgó con la Antorcha de la Libertad una distancia lineal de 6.500 kilómetros; esa distancia es aproximadamente media vuelta a la Tierra. La distancia que recorrió equivale a 10 veces más que Aníbal, 3 veces más que Napoleón, y el doble de Alejandro Magno. Sus ideas de Libertad fueron escritas en 92 proclamas y 2.632 cartas”. Desde entonces, la ventura de Bolívar ha sido considerada fundacional de la unidad hispanoamericana y luego latinoamericana. Ha entrado en el corazón de los anti imperialistas, republicanos, y tiene un toque romántico irresistible. Poetas, soñadores, políticos, que reducen los países a una nación única le han ensalzado al infinito. Aunque jamás liberó a Panamá, simplemente por que no existía, se le invocó como libertador de aquella, y se le colocó como genio protector de la integración en el siglo XX.
Su genialidad política y militar, sin embargo, devino en un fracaso respecto de la Gran Colombia y él mismo partió al exilio y confesó al final de su vida que había arado en el mar, poco antes de morir en 1830.
Todo esto ha sido de consumo inmediato para el libro que en estos momentos (2021) ha presentado Carlos Malamud en Alianza Editorial titulado El Sueño de Bolívar y la manipulación Bolivariana, con una severa crítica al uso de su imagen y los atributos reales o inventados asignados a su figura.
Desde luego, aparte de la intromisión gubernamental venezolana y nicaragüense en la encuesta de la BBC (ciertamente no preguntaron a los brasileños, chilenos y argentinos su opinión), todo este esquema del hispanoamericano más relevante omitió Brasil como si de otro mundo fuera. Hablar de Brasil no es extemporáneo, primero porque es un país hispano, que se mantuvo unido bajo la misma corona Habsburgo por 200 años en la colonia. Y porque el portugués es primo hermano del gallego, uno de los varios idiomas de la Península. La existencia de Brasil se produce por la misma razón que la de los demás países de habla castellana. La invasión napoleónica a la Península, seguida con la salida de la Corte a Brasil. Cuando el rey de Portugal volvió a su país, su hijo Pedro en 1822 se independizó en el Grito de Ipiranga, proclamando el Imperio del Brasil. La suerte se definió por un encuentro naval, liderado por Thomas Cochrane que este ganó en las costas de Brasil antes de venir a Chile. Así Pedro I inició su reinado y lo legó a su hijo Pedro II. Don Pedro II de Braganza (1825-1891) mantuvo el legado de su padre, primer emperador de Brasil y luego regente en nombre de su hija en Portugal. Fue llamado el Magnánimo y su reinado duró 58 años.
Pedro I abdicó del trono a los cinco años de príncipe, y este inició su reinado solo debido a que su padre le dejó en Brasil mientras iba en 1826 a defender los derechos de su hija ante su hermano Miguel en Portugal. En 1824 había promulgado una Constitución que centralizaba las Capitanías generales del Brasil y la proyectaba como unidad en el futuro. En 1831 asumió como emperador de Brasil. Don Pedro II gobernó de forma conservadora, y en 1888 abolió la esclavitud. Su espíritu liberal provocó un golpe en su contra, promovido por los coroneles. Abandonó el poder sin mayor resistencia rumbo a Europa.
En París escribió, lleno de nostalgia por volver, “Que Dios me conceda estos últimos deseos de paz y prosperidad de Brasil”. Al morir, se encontró una nota que solicitaba colocar tierra de todas partes del Brasil en su ataúd para recordar su tierra. Era ya un americano, tanto o más que Bolívar. En 1922 sus restos fueron repatriados y recibieron honores militares en la reivindicación de la República de Brasil. Ciertamente, en el balance de las dos personalidades, Bolívar tiene ese aire de realismo mágico, galanura y desmesura que aparece a veces como característica latinoamericana. Don Pedro II es la prudencia, la mantención de las fronteras, la unidad como un proyecto común. No tiene nada de genial, salvo su empeño en mantener unido y en paz a Brasil. Fue la única monarquía americana del siglo XIX que subsistió largo tiempo, ya que Iturbide fracasó en México. Pero legó un Brasil unido. Al fin y al cabo, legó el actor estatal más relevante del siglo XX y XXI latinoamericano, y aunque el boliviarianismo no se concibe como desviación del hispanismo, sí lo es. Consideró como unidad solo a los pueblos de habla castellana y república e ignoró el vecino.
Eso se podía hacer en el siglo XIX, mientras Brasil fue el gran desconocido, pero en el XX se reitera con olvido de Brasil y la hipertrofia de la figura de Bolívar (tan maltratado por Carlos Marx). La idea de una patria común es menos realista todavía si se observa que en el juego de los Estados resultantes Brasil es el gigante de Sudamérica. Don Pedro resultó el visionario, y Bolívar el soñador. La diferencia es que uno legó un país que es la mitad de América del Sur, y el otro vivió bajo el espejismo de la espada y del verbo arrasador, pero impotente en sus resultados. Hubiera sido mejor más Andrés Bello que Simón Bolívar para las repúblicas hispanoamericanas. Para las relaciones internacionales, América del Sur pesa más por Brasil por ese gesto de continuidad que por la gesta y la espada de Bolívar que disgregó los países como otros caudillos de la época. Solo miembros de la Red Líbero pueden comentar. Regístrate o inicia sesión pinchando aquí.
Christian Kroneberg dice: 13 febrero, 2021 a las 08:28 Que columna mas interesante! Agradecido! Accede para responder Sergio Menares dice: 13 febrero, 2021 a las 19:53 Para todos los chileneos que no sabem, el Emperador le dió una tremenda fiesta al buque escuela chileno que estaba anclado en Rio de Janeiro. La fiesta fue magnífica en la Isla Fiscal. Al dia siguiente el ejercito derrocó al Emperador que todavia no se recuperaba de ´´la mona (borrachera) alcohólica´´. Nueve meses después nacieron dezenas de ´´chilenitos-brasileños´´, en Rio de Janeiro. Accede para responder
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