La Tercera Online (Chile)
19-10-2020
El rol del feminismo en la lucha para que las mujeres actualmente podamos votar
Setenta años han pasado desde que logramos el derecho a voto en Chile y para recordar esta lucha feminista, la historiadora Ximena Jiles, comparte detalles inéditos de lo que fue ese triunfo, narraciones que escuchó desde siempre de su abuela Elena Caffarena. En Chile las mujeres llevamos muchísimos años cimentando nuestro camino de participación política.
Uno de los comienzos que tuvo esta lucha fue en 1913. con las primeras organizaciones sociales femeninas del norte del país, que se consolidó en la primera mitad del siglo XX con la aprobación del voto femenino para las elecciones municipales (1934) y posteriormente la obtención del sufragio femenino para elecciones parlamentarias y presidenciales en 1949. En esas primeras batallas por la igualdad política, mujeres de todas las clases sociales se unieron para ejercer el derecho pleno a la ciudadanía y al sufragio universal. Triunfos alcanzados por organizaciones de mujeres que debieron hacer frente a los partidos anticlericales, de izquierda y derecha.
“La lucha por el voto femenino, emprendida por las mujeres chilenas, constituyó una tarea de ruptura con ciertas convenciones que, de manera determinista, las ubicaban en un lugar de inferioridad física, intelectual, afectiva y social ”, explica la escritora Diamela Eltit en su libro Crónica del Sufragio Femenino en Chile.
Esa primera revolución feminista en nuestro país fue liderada por obreras, profesionales, aristócratas, funcionarias públicas, que sin egos y ansias de poder hicieron posible que podamos votar y participar en un proceso constituyente como el que se realizará el 25 de octubre.
Al respecto, Pamela Figueroa, académica de la Universidad de Santiago y miembro de la Red de Politólogas, sostiene que haber alcanzado los derechos políticos fue uno de los cambios fundamentales de nuestra sociedad, pues permitió a las mujeres decidir por sus representantes y poner algunos de sus temas en la agenda. “Lo que ha sido más complejo y lento es que las mujeres ocupen espacios de representación política.
Esto se da por razones de estructura de la sociedad y por el propio diseño institucional de la democracia chilena en términos de la representación”. La politóloga explica que fue recién en el segundo gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet que se logró legislar para tener cuotas en el sistema electoral. “Sin una Presidenta mujer hubiese sido muy difícil avanzar en esa legislación.
Desde el retorno a la democracia hubo parlamentarias que perseveraron en la agenda legislativa y política de las mujeres y actualmente incluso se ha conformado una bancada de parlamentarias feministas que lleva el nombre de Julieta Kirkwood, mujer muy influyente en el pensamiento político hasta nuestros días”. El legado vivo de Elena Caffarena Una de las figuras más destacas en la lucha por el sufragio femenino en nuestro país fue Elena Caffarena, fundadora del Movimiento Pro Emancipación de las Mujeres en Chile (MEMCH), la agrupación femenina más masiva y con más fuerza de la primera mitad del siglo XX.
“El MEMCH no solo reivindicó el derecho a voto para las mujeres sino que se propuso como horizonte la conquista de su liberación integral, o sea, su emancipación jurídica, económica y biológica ”, señala el libro Elena Caffarena: Una mujer pública, antología de Editorial Universitaria.
Además del logro de los derechos políticos para las mujeres, dicha organización -única en la historia de Chile- levantó en esos años demandas como la legalización del divorcio, la paridad entre hijos legítimos e ilegítimos, la igualdad de salarios para el hombre y la mujer, la protección de la maternidad y niñez obrera, el abaratamiento de la vida, la garantía de una vivienda sana y barata, la divulgación de métodos anticonceptivos, la reglamentación del aborto clandestino, la lucha contra el fascismo y la guerra, entre muchas otras. Han pasado 70 años y, pese a que eran otros tiempos, la bandera de lucha de esas mujeres visionarias no es tan distinta a la que se lleva hoy. Un relato que bien conoce la historiadora y académica Ximena Jiles, quien aprendió de su abuela, Elena Caffarena, sobre la gran batalla feminista en nuestro país. Habitante de Pichidangui y autora del libro Elena Caffarena Morice, Ximena Jiles fue criada por su abuela. “Viví en la casa de mi abuela desde que volvimos con mi hermana Pamela desde Cuba, siendo las dos muy chicas”, relata.
“La persona más influyente en mi vida, más importante que cualquier profesor, pareja o cualquier ser humano en mi existencia, fue sin duda, Elena Caffarena”. ¿Qué recuerdos tienes de sus enseñanzas? Lo primero que aparece en mi mente son unos zapatitos de charol marca Calpany que mi abuela me compró.
Íbamos saliendo de compras al centro de Santiago y yo no podía desatarlos ni abrocharlos, ella sin apuro y con el taxi esperándonos afuera, me dijo: ”˜Ximenita, tómate tu tiempo porque todos los nudos se pueden desatar’. Con esa frase, que se me grabó a fuego, mi abuela quería que yo aprendiera a forjar mi carácter como mujer y a entender que en la vida iban a haber dificultades que debía resolver sola.
Ese tipo de enseñanzas fueron muchas a lo largo de mi vida. ¿Qué fue lo más difícil que vivió tu abuela en la lucha por obtener el derecho al voto femenino? El Movimiento Pro Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) no contó con financiamiento de ningún tipo. No era una organización que estuviera bajo el alero de algún partido político, que contará con algún fondo internacional o que la apoyara una iglesia.
Esta organización se hizo realmente a pulso y se financiaron solamente con la venta del periódico que tenían y que se llamaba La Mujer Nueva, con pagos de cuotas que hacían las propias militantes y donaciones de mujeres de la aristocracia. Toda la labor del MEMCH se hizo en una época donde no existía ni el celular ni el correo electrónico, por lo tanto, la actividad política se realizaba por carta.
Pese a que fue difícil financiar el movimiento, se extendió de Arica a Magallanes. ¿Ha vuelto a existir un movimiento tan transversal y potente como lo fue MEMCH? No existe precedente de otra organización política de estas características, con ese peso social, político, cultural y con un estilo de liderazgo horizontal. Sin egos ni envidias, con suma camaradería entre las militantes. Muchas eran de diversas creencias religiosas y de distintos partidos políticos; algunas no eran militantes de partidos, sino que solo eran feministas y venían de diversas clases sociales. Además del derecho del sufragio femenino en Chile, ¿por qué otras causas lucharon? Tenían un programa diverso que abarcó todos los ámbitos. Lo único que no se decía explícitamente era el tema de los femicidios, pues en ese tiempo no existía ese concepto y tampoco se hablaba explícitamente del tema de la violencia intrafamiliar.
Sí se abordaba el tema del alcoholismo que podría haber sido un vector de violencia. ¿Qué otras mujeres que participaron en la lucha feminista han sido invisibilizadas por la historia? Me parece que un nombre que está todavía muy invisibilizado es el de Marta Vergara, ella fue una mujer periodista, escritora, quien es realmente la ideóloga del MEMCH.
También la profesora de inglés Graciela Mandujano, la asistente social Clara Williams, la profesora Hilda Parada, Angelina Matte, la escritora Felisa Vergara, la estudiante de leyes Flor Heredia, la obrera textil, dirigente social y militante comunista María Ramírez y Eulogia Román, una mujer campesina muy destacada por sus dotes de oratoria.
Estas dos últimas recorrían el norte y sur de Chile en tren dictando conferencias y formando comités locales que iban replicando una forma de hacer política. ¿Por qué la historia le atribuyó la victoria del sufragio femenino al expresidente González Videla y no al MEMCH? Porque la historia ha sido escrita fundamentalmente por hombres con una visión bastante patriarcal. El primer proyecto de ley de voto femenino se lo encargó el presidente radical Pedro Aguirre Cerda a Elena Caffarena y a su colaboradora Flor Heredia. Este se redactó y cuando estaba listo para seguir a su próximo trámite, el presidente lamentablemente falleció. Esto quedó por un tiempo en un limbo.
Después vino el periodo de Juan Antonio Ríos, donde el proyecto no prosperó, y la presidencia de Gabriel González Videla, de manera bastante oportunista, quiso aparecer como el firmante de este proyecto que tenía su historia.
Elena Caffarena vivió hasta los 100 años. ¿Qué opinaba de los movimientos feministas que alcanzó a ver y conocer? Mi abuela creía mucho en la potencia del feminismo, no así en la de los partidos políticos. Ella no militó en ninguno, sino que era militante feminista. Elena estaba de acuerdo con las diversas formas de luchas de los movimientos, tanto sufragistas anteriores al MEMCH como posteriores. Escuché el otro día decir que todavía quedan ámbitos que no han sido penetrados por mujeres como, por ejemplo, que no ha existido una mujer Contralora de la República, pero en algún momento lo habrá. Este camino lo abrió Elena Caffarena, junto a Marta Vergara y las otras integrantes del MEMCH que lucharon por hacer de este país uno más ecuánime, digno y solidario tanto para hombres y mujeres.
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