Autor: Por CINTHIA MATUS. /lustración: FRANCISCO JAVIER OLEA. Y
SIN TEMOR AL
Ltimamente, con mi grupo de amigos hemos estado arrendando varias re cabañas o departamentos para poder hacer fiestas, ya sea en Olmué, Mantagua o Viña del Mar. Hacemos todo lo posible por poder carretear. (... ) No tengo miedo de contagiarme. Victoria L. (21) vive en Villa Alemana, estudia Ingeniería Comercial en la Universidad de Valparaíso (UV) y trabaja en una empresa portuaria. Para dar esta entrevista, pide un poco de paciencia porque está de turno, pero en una pausa, a eso de las diez de la mañana, dice: —Nos aburre el confinamiento.
El impacto psicológico en las personas que día a día han tenido que confinarse en sus casas es muy elevado y diferente en cada uno, por lo que hacemos hasta lo imposible por salir de nuestras casas.
Para Victoria, el nuevo coronavirus “es un tema de conversación a nivel mundial”, pero no un impedimento para poder salir y juntarse con sus amigos. —Participamos en carretes sin ninguna protección, sin ninguna mascarilla, con una cantidad de personas por metro cuadrado enormemente alta y obvio, sin ningún distanciamiento social. Pocas veces tomamos en cuenta la indolencia e irresponsabilidad, que atentan contra nuestra comunidad y nuestras propias familias —comenta vía Whats App. Y agrega: —Muchas veces salíamos hasta en toque de queda y los controles eran malos. Se entraba a Viña del Mar muy fácil Carretes y fiestas clandestinas en diversos puntos del país han evidenciado que a la Juventud no le importa contagiarse con el covid-19. Psicólogos e infectólogos analizan su comportamiento, mientras dos jóvenes que han asistido a eventos masivos y encuentros familiares relatan sus experiencias. FIESTAS CLANDESTINAS Y JÓVENES: “Es alarmante que los jóvenes se conviertan en foco de contagio para otros que sí pueden sufrir consecuencias fatales”, dice Paris.
ALARMANTE AUMENTO El 20 de junio de 2020, en el Diario Oficial se publicó la Ley 21.240, que modifica el Código Penal para sancionar más duramente el incumplimiento del aislamiento u otra medida preventiva que la autoridad sanitaria disponga por la pandemia.
De esta forma, la pena de presidio menor en su grado mínimo (6l a 541 días) se aumentó a presidio menor en su grado mínimo a medio (desde 61 días a 3 años y un día). Por otra parte, la multa fijada hasta 20 UTM aumentó a 200 UTM y al artículo 318 se le incorporó, como circunstancia agravante, la comisión de delitos mediante la convocatoria a espectáculos, celebraciones o festividades prohibidas por la autoridad sanitaria en tiempos de catástrofe, pandemia o contagio. Este nuevo delito es sancionado con la pena de presidio menor en su grado medio a máximo (541 días a 5 años) y multa de 25 a 250 UTM. De acuerdo a la Subsecretaría de Prevención del Delito, en octubre de 2020 se registraron 14.923 delitos contra la salud pública, mientras que en noviembre, 8.239 casos. Las regiones que reportaron mayor cantidad de estos hechos en ambos meses fueron Los Ríos, Los Lagos, Biobío y La Araucanía. Estos delitos incluyen las llamadas “fiestas clandestinas O ilegales”, que han sido fuertemente condenadas por la ciudadanía.
La más polémica, hasta el cierre de este reportaje, ha sido la que se registró el 31 de diciembre en Cachagua, comuna de Zapallar, donde jóvenes y adolescentes se reunieron en una casa a orillas del mar sin respetar las medidas sanitarias.
De este encuentro se filtraron audios y videos por redes sociales y como resultado, Carabineros cursó un parte; el seremi de Salud de Valparaíso, Francisco Álvarez, ordenó un sumario a dos organizadores y 20 de los contagiados fueron denunciados en la fiscalía por no colaborar con la trazabilidad y obstruir la investigación.
A estas celebraciones se suman otras a lo largo del país: una en el Espacio Broadway, que en plena fase 2 (cuarentena fines de semana y festivos) dejó más de 200 detenidos el 31 de diciembre. Otra en el cerro Alegre de Valparaíso, a la que asistieron 30 personas, nueve de las cuales quedaron con arraigo nacional. Otra en Ñuñoa, que se efectuó en una casa okupa y dejó 78 detenidos.
Y otras treinta fiestas clandestinas en Calama que, hasta el 9 de enero, suman 200 detenidos. —Hoy en día estamos viendo un alto nivel de contagio en las personas que tienen entre los 20 y los 40 años.
Es una situación que resulta preocupante, porque si bien es probable que la enfermedad no les deje secuelas graves o no les afecte de manera mortal, sí es alarmante que ellas se conviertan en foco de contagio para otros que sí pueden sufrir consecuencias fatales, como es el caso de sus padres o sus abuelos. Por lo mismo es fundamental hacerles un llamado a la responsabilidad. Estamos en medio de una pandemia que aún no está controlada —dice el ministro de Salud, Enrique Paris.
Respecto de la fiesta de Cachagua, la concejala Claudia Vargas afirma que las denuncias por parte de los vecinos De Zapallar partieron en octubre del año pasado: —Esto siempre estuvo igual, no es que ahora se haya agravado.
El tema es que ahora explotó con el asunto de las fiestas clandestinas. (... ) Los chiquillos creen que porque son jóvenes tienen menos riesgo de mortalidad, pero también es una población que se contagia y que transmite.
Por otra parte, Reinaldo Fernández, garzón y vocero de los trabajadores del rubro gastronómico del balneario de Zapallar, asegura que estas fiestas tienen lugar “todos los fines de semana” y que el mismo 31 de diciembre, cuando salía de su trabajo, se encontró con otra fiesta que se realizaba en el Club Ecuestre de Cachagua. —Fue casi en la hora del toque de queda y no eran jóvenes solamente.
Los residentes han hecho muchas denuncias, pero las autoridades no las consideran —dice el dirigente, quien por este tema convocó a una protesta en el frontis de la Municipalidad de Zapallar el viernes 8 de enero a las 19 horas, EL PELIGRO DE LA NUEVA VARIANTE La infectóloga Claudia Cortés, académica de la Universidad de Chile y vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Infectología, dice que la primera ola en Chile afectó más a pacientes con edad promedio de 55 años, pero que ahora bajó a los 45, al igual que en el resto del mundo. —Lo vemos también en el VIH, que es lo que yo trabajo principalmente antes de dedicarme al covid-19. La adolescencia y la juventud tienen eso de creerse algo así como invencibles y hay una serie de generaciones que dejan de usar condón y se arriesgan mucho más— explica. Hasta el 11 de enero, las cifras de contagiados en el país sobrepasaron los 4 mil casos diarios, superando a las que se registraban en junio de 2020.
A este escenario se suma la nueva variante del Sars-Co V-2: —Hemos visto que afecta a gente más joven, así que es bien probable que tengamos más jóvenes enfermos y siempre sabemos que el 20% de la gente va a necesitar hospitalizarse porque tiene una falla respiratoria grave.
En cuanto a la vacuna, que ha significado una esperanza para muchos, la experta es tajante: —Para que sea efectiva a nivel poblacional, tenemos que vacunar a cerca de 15 a 16 millones de personas en el país. Han llegado vacunas para 10 mil personas, o sea, menos del 0,1% de toda la población que necesita vacunarse. La infectóloga Luisa Durán, de la Clínica Las Condes y el Hospital Militar de Santiago, agrega que el sobrepeso es un factor que puede afectar enormemente a los jóvenes.
De hecho, ella ha atendido a pacientes de entre 20 y 30 años que están internados gravemente por el covid-19: —La obesidad y el sobrepeso en Chile están normalizados, pero es una condición médica que en esta enfermedad en particular tiene repercusiones. Muchos pacientes que no tenían diabetes ni enfermedades de inmunosupresión, pero sí sobrepeso u obesiDad, están graves. La infectóloga afirma que la edad no es un factor predictor y que los únicos que están semiprotegidos del virus son los menores de 10 años.
“SALIÓ PCR POSITIV —Yo sigo creyendo que a mí no me va a pegar tan fuerte o que no me voy a morir (... ) Mañana me hago el test y si doy positivo, creo que no es una situación tan terrible, Tengo muchas amigas de mi edad que ya les ha dado coronavirus y que siguieron trabajando —dice la periodista Sofía G. (24), mientras pasea a su perro en el Parque del Inca, en Las Condes, el martes 5 de enero a las 19.30 horas.
Sofía cuenta que de marzo a septiembre estuvo confinada con su familia en Iquique, pero que para las Fiestas Patrias se vino a Santiago, donde vive, para aprovechar la fase 3 y ver a sus amigas. Juntas celebraron el 18 en una casa y después se compraron unos tests rápidos para ir a Pichilemu. Allá se quedaron en una cabaña y participaron en una fiesta al aire libre.
Después regresaron a la capital y asistieron a otra fiesta masiva en Las Condes, en donde, dice, dieron sus datos personales, pagaron lo que iban a consumir antes de ingresar al recinto y bailaron cerca de la mesa. —Fueron como 200 personas, pero se te olvidaban un poco las reglas, porque uno igual se puso a hablar con el de la mesa de al lado —comenta Sofía, quien trabaja en una agencia de comunicaciones. Para Navidad y Año Nuevo, la joven viajó a Iquique y nuevamente se reunió con su familia.
Comieron y abrieron los regalos antes del toque de queda, pero ahora que está de vuelta en Santiago, está preocupada: —En el grupo de Whats App de la familia nos enteramos de que el primo más chico, el de 17 años, se hizo el PCR y salió positivo. Yo me acuerdo que el 31 le dolía mucho la cabeza y pensábamos que era por el calor, pero no, era por el virus.
Me preocupan mi “Yo sigo creyendo que a mí no me va a pegar tan fuerte o que no me voy a morir. (.. ) creo que no es una situación tan terrible”. Abuelo y mis tíos porque ellos son medios gorditos y tienen problemas más o menos graves de salud. Si ellos se contagian, se pueden morir. Sofía dice que no tiene síntomas, pero que para salir de dudas se hará el test PCR.
CONDUCTAS DE RIESGO Javier Moran Kneer, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso (UV) e investigador del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap), comenta que entre junio y julio de 2020, junto a otros expertos, hizo un estudio sobre los efectos del confinamiento en 1027 estudiantes de entre 18 y 29 años, de diversas casas de estudio a lo largo de Chile.
Uno de los primeros resultados que les llamó la atención fue que un 86,5 % de los participantes reportó haber estado al menos el 80% del tiempo confinados durante el último mes y que casi un tercio de la muestra (31,7 %) dijo haber estado el 100% del tiempo confinado. Asimismo, que el fenómeno no representa a grupos socioeconómicos en específico. El segundo resultado que apreciaron es que a los jóvenes no les preocupa enfermarse de coronavirus. —En la muestra observamos que un 58,8 % señaló que enfermar de covid-19 le preocupaba entre bastante y mucho.
Esta cifra aumentó de manera significativa ante la preocupación de que familiares y cercanos se enfermen (96,9 %). Aun cuando estos resultados dan cuenta de la actitud que tienen estos jóvenes respecto a la pandemia, nada dicen respecto a las razones detrás de quienes sí muestran conductas de riesgo —expone el psicólogo.
Y agrega: —Un joven puede entender bien por qué es necesario cuidarse y cuidar a otros, e incluso expresar temor al contagio, pero frente a motivaciones propias de la edad, tales como la necesidad de pasar tiempo con Amigos, puede hacer vista gorda a estos discursos y asistir a fiestas en las que incluso corre riesgo de contagio e incluso de ser detenido.
Adicionalmente, Javier Moran destaca que el estrés puede inhibir áreas que permiten un actuar reflexivo y empático: —Los jóvenes que viven mayor estrés también pueden estar más expuestos a llevar a cabo acciones poco reflexivas, que a veces son difíciles de explicar. De hecho, para estos mismos jóvenes puede ser difícil comprender su propio actuar.
El académico Luis Pino, de la carrera de Psicología de la Universidad de Las Américas (UDLA), menciona que hay perfiles o rasgos de personalidad que tienen mayor disposición a someterse a las reglas. —Pero hay un grupo no menor de personas, incluso en la adultez, que tiene conflictos con validar y respetar cualquier información que venga de la autoridad —plantea. El psicólogo de la UDLA también dice que estar con otra persona satisface una necesidad intrínseca, denominada el instinto gregario: —Dicho en términos simples, el instinto gregario se vive en el carrete.
Si abrazar o estar cerca físicamente de otra persona causa placer, entonces ¿ cómo se le explica a alguien que no lo haga si además de placentero son los pares que lo escuchan y validan? Patricio Salinas, director académico de The Loft y Dj School, dos academias que preparan 300 alumnos por año para que produzcan su propia música, reafirma este último punto: —La nueva generación está un poquito desesperada porque antes de la pandemia tenía demasiados eventos y se los cortaron de una vez. Ahora con el verano, el ánimo es distinto. La gente busca la música como un punto de distracción y entretención y por eso está dispuesta incluso a arriesgar su propia salud y la de quienes viven con ellos. M