Ha partido el eterno marginado de la cultura chilena
“Se le ningunearon absurdamente los premios nacionales de música y literatura, en forma tenaz y sistematizada”, argumenta González Koppmann. En la imagen, Manns en una visita a Talca el 2018, en la sala Emma Jauch de la Universidad de Talca.
Atricio Manns, el cantor esencial del Chile profundo, el poeta de las metáforas más luminosas en tiempos de dictadura, el novelista de culto estudiado en universidades europeas, el periodista que acompañó a Salvador Allende cubriendo sus giras en 1964 y 1970, el vocero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en el exilio, el militante de las causas nobles que acuñara el verso “Hasta que la dignidad se haga costumbre” en una canción dedicada a Bautista van Schouwen, dirigente del MIR torturado salvajemente y detenido desaparecido hasta el día de hoy, el chilote, el minero, el arriero, el amante empedernido de su Alejandra insondable e infinita, fue por sobre toda apreciación subjetiva un hombre íntegro, un ser humano a cabalidad, comprometido con la vida, con la gente, con el campesino humilde y sencillo, con el mapuche, con el selknam, con los trabajadores del campo y la ciudad, con los luchadores sociales, en suma, con el pueblo, con ese pueblo que lo despidió masivamente una mañana de fines septiembre de 2021 con flores, banderas, himnos y consignas. Nació en Nacimiento el 3 de agosto de 1937, hace 84 años, de padre suizo-alemán y madre francesa.
De joven trabajó en los más insospechados oficios y vivió en todas las aldeas del sur de Chile, incluyendo Ancud, en Chiloé, para radicarse a principios de los años 60 en Santiago movido por ese bichito musical y literario que cultivó a puro pulso como un creador nato y autodidacta, dotado de una genialidad insospechada.
“En 1965 fundó junto con Rolando Alarcón y los hermanos Parra, una peña en la calle Carmen 340 “más conocida como “la Peña de los Parra”, a la que se sumó algunos meses más tarde Víctor Jara, forjando los cimientos fundacionales del movimiento de la nueva canción chilena”. Muy prontamente sería reconocido por su canto vigoroso y poético, legando a la humanidad temas de una raigambre antropológica admirable; valga mencionar a vuelo de pájaro “Bandido”, “Arriba en la cordillera”, “El andariego”, “El cautivo de Tilti P, Valdivia en la niebla”, de la memoria rota”, “La canción que te debo, “Elegía para una muchacha roja”, “Cuando me acuerdo de mi país”, “La calle” y tantas otras que nos acompañaron en la lucha por una sociedad más justa y que sobrevivirán en la memoria emotiva de varias generaciones, Bernardo González Koppmann. Sociedad de Escritores de Chile. Fotografías: Fabiola Bernal Díaz Patricio Manns se ha erigido como un intelectual de fuste en nuestro territorio latinoamericano, bastamente escuchado como cantautor, aunque escasamente leído como escritor de aquí a la eternidad. Su canto echó las raíces para la fundación de un nuevo Chile que ya empieza a germinar. Después del golpe de Estado emigra a Cuba donde conoce a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y Vicente Feliú. Luego viaja a Francia. “En esta etapa del exilio en Europa, en 1979, conoce a su esposa Alejandra Lastra y se radican en Ginebra.
A ella le compuso la célebre “Balada de los amantes del camino de Tavernay, en 1985”. Tras 17 años de destierro regresa en 1990 a su país, radicándose en Concón, donde vivió hasta el día de su partida el 25 de septiembre recién pasado. Producción literaria Sin duda -y tal vez sin proponérseloPatricio Manns escribió una obra literaria más que sólida, contundente, con alrededor de una docena de novelas posmodernas francamente deslumbrantes. No hablaremos aquí de su cantología, ni de sus poemas, ni de sus ensayos, ni de sus reportajes porque el cuero no me da para tanto.
Apenas intentaremos aproximarnos a su “voluntad de estilo como utopía”, acierto teórico conceptual formulado por Roland Barthes; o sea, la vida del escritor asumida como un compromiso ético y estético con la palabra a manera de arma de lucha en pos de un mundo más humanizado. Que harta falta nos hace, por lo demás. “La poesía es un arma cargada de futuro”, como lo dijera tan bellamente Gabriel Celaya.
Podríamos iniciar este comentario de sus novelas, entonces, diciendo que Manns -con una actitud vitalista impresionantesupera el realismo social y el existencialismo, influenciado Sartre y Camus, de su primera época (cuando publica “De noche sobre el rastro” y “Buenas noches los pastores”) y asume técnicas narrativas novedosas, experimentales, integrando varias corrientes literarias, tanto estructuralistas como deconstruccionistas (Jacques Derrida) en un estilo que ha venido a dar en una propuesta de escritura única e irrepetible en lengua castellana: el estilo Manns.
Así, el narrador omnisciente que lo caracterizaba hasta ese instante, toma conciencia de la raíz del dolor colectivo -sin abandonar jamás la ficción o transformación onírica de la realidade ingresa en una segunda etapa de su El autor de la crónica junto a Patricio Manns en su casa de Concón, el 31 de diciembre de 2018. creación con relatos cuyos motivos serán ahora de índole arcaicos e históricos (véase “Actas de Marusia”, “Actas del Alto Bío Bío” o “Memorial de la noche”, “Actas de Muerteputa” o “Diversos instantes del reino”, “El corazón a contraluz”, “El lento silbido de los sables” y “La conjetura escrita”, todas novelas de gran factura, con sólidos argumentos y personajes en su mayoría marginados, derrotados e ignorados que emergen de los pueblos originarios, del mundo obrero, mineros, pescadores o arrieros). Huelga decir que esta literatura ha sido invisibilizada por el canon y la academia chilensis.
Posteriormente, en una tercera etapa de su escritura, innova las técnicas literarias y el leitmotiv o temática de sus Obsesiones dando forma, de este modo, a textos acuciosamente contemporáneos (a saber, “El desorden en un cuerno de niebla”, “La vida privada de Emilie Dubois” y “Música prohibida”). Inclusive en el intertanto, acusando gran versatilidad y oficio, nuestro narrador había ingresado cabal y duchamente como Pedro por su casa en la ciencia ficción (“De repente los lugares desaparecen”). Lamento que ninguno de estos libros sea difundido por los libreros del país o bibliotecas públicas, como una forma de revelar el verdadero rostro de la patria.
Ese estilo, único e irrepetible, al que hacíamos mención anteriormente -inseparable de una visión de mundo amplia, profunda y socialmente consciente y comprometida con las causas más nobles de la humanidades analizado magistralmente por Benjamín Guzmán Toledo en su libro-ensayo “Palimpsestos de una contramemoria literaria: Poética novelística de Patricio Manns” (2016). Nos habla Guzmán sobre “la voluntad de estilo” de nuestro autor; ese fervor por decir la verdad en forma novelada, resaltando las cualidades y virtudes de los de abajo, siempre ofendidos y humillados.
Leamos: “Sustentamos la tesis que ella (la novelística mannsiana) ha percibido con singular sagacidad nuestro país, con bellísimas descripciones de sus emplazamientos topográficos, con un lenguaje (experimental) profundamente poético, sugerente, para acercarnos a las cosmovisiones y teogonías de las diversas etnias originarias, pero (a la vez) con una voz narrativa condenatoria de las graves asimetrías sociohistóricas desde nuestro origen como nación, las que enmascaran -desde la propia estructura de institucionalidad estatalviolencia, hechos de sangre e injusticias ejercidas contra las clases sociales más deprivadas” (p. 228). Certeras palabras que nos introducen en la personalidad vertiginosa y multifacética de este porfiado creador que, más temprano que tarde, será considerado como un adelantado entre nuestros novelistas. El deber del poeta, del narrador, entonces, es desenmascarar y reescribir la falsía canónica.
En eso se empeña Manns y su “voluntad de estilo como una utopía”. Por ejemplo, a modo de ilustración, la causa mapuche urge (re)conocerla a cabalidad -desde los orígenes míticos, poéticos y ontológicospara entender a este pueblo originario que brega siglo tras siglo en la búsqueda de su cosmovisión ultrajada y parcelada, primero, e incorporada al Estado huinca, después, a punta de balazos y aguardiente, aguardiente y balazos.
El crimen de Camilo Catrillanca, por nombrar a alguien, ha sido descrito análogamente muchas veces en sus novelas cuando se refiere a otros mapuche o selknam caídos en épocas pasadas que corrieron la misma suerte que el peñi del tractor azul, y, sin embargo, se omite e ignora burdamente este notable trabajo literario por los detentores del comercio y el tráfico editorial a gran escala por estas latitudes. Ahora, más que nunca. No hacerlo es negar el acceso del pueblo a la cultura; es censura, es violación a los DDHH, es exclusión, es oscurantismo. Ni más ni menos. La hermosura exija justicia en la voz de Patricio Manns. Bien. Por todas estas razones brevemente expuestas, Patricio Manns se ha erigido como un intelectual de fuste en nuestro territorio latinoamericano, bastamente escuchado como cantautor, aunque escasamente leído como escritor. Pero, todo a su tiempo. Calma y buena letra.
Hoy el país no está preparado por su escaso nivel cultural, celebrante de la pachanga y la frivolidad -reparemos en los niveles de comprensión lectora, virtualmente nulos en nuestra ciudadanía, como botón de muestra nomáspara entender a cabalidad la envergadura de la poética de este genio de la literatura.
Un verdadero despilfarro, una lástima, que su Obra literaria marginada intencionalmente por los gobiernos de turno no sea difundida con mayor énfasis en este largo y angosto supermercado llamado Chile; todos sabemos las ES) N Oo a O O 3 O otros muchos compatriotas acribillados a mansalva. Los hechos hablan por sí solos.
Se le ningunearon absurdamente los premios nacionales de música y literatura, en forma tenaz y sistematizada, como si con ello se pudiera contener o apagar la furia de un volcán que apenas está levemente dormido y -algún día tendrá que sucederentrará en erupción abruptamente sin Dios ni ley. Tal un nuevo génesis. Paciencia, Maestro. Te lo dice un ferretero. Ese ferretero se llama Raúl Zurita. Escucha Chile: “Escribir sobre Patricio Manns es escribir sobre la figura cultural viva más extraordinaria de mi país. Si uno ama a su país -con todo su dolortendrá que amar a Patricio Manns. Él ha fundido la palabra, el canto y el amor en la forma más alta de poesía que yo ahora conozca.
La poesía de la obra de Patricio nos hace más humanos y más hermosos”. Termino esta crónica con las palabras del compositor y guitarrista Claudio Rojas Aguilera, quién lo despidió en el Teatro Nacional de Santiago: “Patricio Manns, es el estallido social en persona”. Noticia en desarrollo. Y)
Resumen
Fotografías: Fabiola Bernal Díaz Atricio Manns, el cantor esencial del Chile profundo, el poeta de las metáforas más luminosas en tiempos de dictadura, el novelista de culto estudiado en universidades europeas, el periodista que acompañó a Salvador Allende cubriendo sus giras en 1964 y 1970, el vocero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en el exilio, el militante de las causas nobles que acuñara el verso “Hasta que la dignidad se haga costumbre” en una canción dedicada a Bautista van Schouwen, dirigente del MIR torturado salvajemente y detenido desaparecido hasta el día de hoy, el chilote, el minero, el arriero, el amante empedernido de su Alejandra insondable e infinita, fue por sobre toda apreciación subjetiva un hombre íntegro, un ser humano a cabalidad, comprometido con la vida, con la gente, con el campesino humilde y sencillo, con el mapuche, con el selknam, con los trabajadores del campo y la ciudad, con los luchadores sociales, en suma, con el pueblo, con ese pueblo que lo despidió masivamente una mañana de fines septiembre de 2021 con flores, banderas, himnos y consignas., Muy prontamente sería reconocido por su canto vigoroso y poético, legando a la humanidad temas de una raigambre antropológica admirable; valga mencionar a vuelo de pájaro “Bandido”, “Arriba en la cordillera”, “El andariego”, “El cautivo de Tilti P, Valdivia en la niebla”, de la memoria rota”, “La canción que te debo, “Elegía para una muchacha roja”, “Cuando me acuerdo de mi país”, “La calle” y tantas otras que nos acompañaron en la lucha por una sociedad más justa y que sobrevivirán en la memoria emotiva de varias generaciones, “Se le ningunearon absurdamente los premios nacionales de música y literatura, en forma tenaz y sistematizada”, argumenta González Koppmann., Podríamos iniciar este comentario de sus novelas, entonces, diciendo que Manns -con una actitud vitalista impresionante- supera el realismo social y el existencialismo, influenciado Sartre y Camus, de su primera época (cuando publica “De noche sobre el rastro” y “Buenas noches los pastores”) y asume técnicas narrativas novedosas, experimentales, integrando varias corrientes literarias, tanto estructuralistas como deconstruccionistas (Jacques Derrida) en un estilo que ha venido a dar en una propuesta de escritura única e irrepetible en lengua castellana: el estilo Manns.
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