Ucrania y la bomba atómica
Mathieu González Facultad de Artes Liberales a entrega del Premio Nobel de la Paz ala organización japonesa Nihon Hidankyo nos recuerda que, junto con el cambio climático, la mayor amenaza a la vida en el planeta son las armas nucleares. Pero las decisiones políticas no han permitido reducir sus consecuencias más graves. El caso de la actual invasión rusa a Ucrania es un ejemplo. Al colapsar la Unión Soviética y al nacer el actual estado ucraniano, este tenía bajo su poder el tercer mayor arsenal nuclear del mundo, y los aviones para utilizarlo.
En 1994, Ucrania firmó los Memorándums de Budapest con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Rusia, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y China). Allí se comprometía a entregar su arsenal a Rusia, a cambio de que estos cinco miembros garantizaran su integridad territorial.
Al invadir y anexar Crimea en 2014, Putin mostró al mundo que la palabra dada por Rusia no tiene valor, Cuando lanzó la guerra a gran escala en 2022, acompañada de masivas violaciones a los derechos humanos, quedó claro que los compromisos de Budapest estaban muertos. Pero no es sólo culpa de Rusia.
Las otras cuatro potencias firmantes o no han hecho para cumplirlos, como China, o no han hecho lo suficiente, como las tres potencias occidentales (particularmente Estados Unidos). Como lo indicó hace pocas semanas el presidente ucraniano Zelenski, o Ucrania recibe garantías firmes de alianzas defensivas (algo que Trump ha indicado oponerse) o desarrollará su propio programa nuclear, Corea del Sur también ha expresado estar estudiando esta opción, viendo la impunidad con la que actúa su vecino del norte, que posee armas nucleares.
Cualquier dirigente racional en Taiwán, Irán, Australia, Filipinas, Arabia Saudita — países todos sometidos a una creciente presión geopolítica y que tienen motivos lógicos para dudar del compromiso de sus aliados= debe estar pensando lo mismo.
De esta forma, la reducción del peligro nuclear pasa por un apoyo decidido a Ucrania hasta su victoria sobre Rusia, mostrando que hay un incentivo al no desarrollo de estas armas. ¿Y qué puede hacer nuestro pais? Pese a la justa condena de la invasión rusa, nuestra política exterior se ha quedado solo en palabras. Resulta incomprensible que Chile siga negándose a vender obuses de artillería a Ucrania, cuando esta necesita desesperadamente estas municiones.