Cristián Boza Wilson, arquitecto: "Todavía veo a mi papá en la terraza, chascón, tomándose su gin tonic"
A cargo de la remodelación del Paseo Las Palmas en Providencia, adelanta las gestiones para poner en valor el legado de su padre arquitecto: “Estamos trabajando la idea de trasformar su casa de Los Vilos en algo público”. Por Carolina Méndez Estos días he dormido re poco; hace dos meses nació mi primera hija Luz”, cuenta al saludar. Cristián Boza Wilson (45) elige como punto de encuentro un café frente al Parque Bicentenario en Vitacura. “Este espacio lo proyectamos entre estos frondosos plátanos orientales. Su fachada interior propone un marco que integra el parque con sus vistas”, explica. Boza es arquitecto y académico de la UDP, con un magíster en Territorio y Paisaje en esa casa de estudios. Y aunque lleva el nombre de su afamado padre, Cri: tián Boza Díaz, aclara que no heredó su personalidad apabullante. Dice que él es más reflexivo que el arquitecto, quien falleció el 21 de enero de 2020 a los 76 años. “En arquitectura teníamos en común que la obra debía generar impacto, hacer ruido. Ambos compartimos la obsesión de tener una visión integradora de la obra con su entorno”, apunta. Con la mirada sostenida, Boza habla por primera vez del legado público que su familia planifica para preservar la obra arquitectónica de su padre.
“Don Cristián”, como le decía, contó con una aplaudida carrera que incluyó grandes proyectos públicos y privados en Santiago: entre otros, el Centro de Justicia (2006), el centro comercial Lo Castillo (1980), el edificio Fundación (1980) y el Parque Fluvial de la Familia (2014). En este último trabajo, Boza Wilson fue el coordinador y jefe de diseño (desde 2009 hasta 2015). “Don Ci tián fue un gestor.
Tenía esa irreverencia, esa capacidad de convocar, y ese desparpajo de alguien que te lleva a soñar cualquier proyecto”. Hoy, junto a su familia, quieren dar a conocer su legado a través de la casa de Los Vilos, en la cuarta región, que su p: dre construyó en 1996. “Todavía veo a mi papá en la terraza de la casa de Los Vilos, chascón, tomándose su gin tonic con sus suspensores y sus anteojos rojos. Lo diviso paseándose por las esculturas y plantando cactus. Cada vez que voy allá me emociono, porque él siempre puso en esa casa al paisaje como protagonista”, sostiene.
La construcción, ubicada frente al mar e integrada a las rocas, se inserta en un terreno de 20 mil metros cuadrados y Estamos buscando la Manera de compartir esta casa (en Los Vilos). Es un despropósito tener algo de esa magnitud sin poder mostrar su patrimonio al público”. Ayudaría mucho que la gente se fuera a vivir al centro de Santiago para que se apropie del lugar”. cuenta con un parque de 200 esculturas. “Hoy estamos trabajando la idea de trasformar la casa, la más importante para nuestra familia, en algo público. Hace mucho rato estamos buscando la manera de compartir esta casa para darle sustentabilidad.
Además, creemos que es poco sostenible y un despropósito tener una segunda vivienda de esa magnitud sin poder mostrar su patrimonio al público”, opina. —Según los entendidos la casa de Los Vilos es la obra más significativa de su padre. ¿Esperan transformarla en un museo? —Me gustaría que la gente pudiera visitar ese parque de las esculturas y que vieran la relación del arte con la naturale7a. Que se hagan pasantías y que vayan los artistas a cuidar sus esculturas. Que sea base de conferencias, de visitas de colegios y que se convierta en un destino turístico. Esperaría que cada visitante aprendiera a entender que relacionarse con la naturaleza no es imponerse ante ella. Esta casa propone una experiencia entre lo construido en completa armonía con su paisaje.
“El Mapocho navegable no era una utopía” Boza Wilson, quien en 2005 entró a Boza y Asociados (estuvo hasta el 2015), repasa sus 23 años viviendo en otra emblemática casa, la de La Reina alta, que su padre construyó en 1973. Junto a sus padres y sus tres hermanos, Max (abogado), Camilo (médico) y Antonia (artista) la habitaron “en la mitad de un potrero”. “Era un palafito prefabricado que mi papá armó en tres meses.
Se suponía que nos cambiaríamos luego a algo más constituido, pero él se enamoró del concepto de esta vivienda modular, La casa empezó a crecer orgánicamente y se transformó en una especie de cuncuna que se tomó todo el jardín”. —¿ Cómo fue el último tiempo junto a su padre como arquitecto? —En su etapa final, cuando ya estaba enfermo, alcanzamos a trabajar codo a codo en el edificio CV, que está en Alonso de Córdova con Américo Vespucio. Un espacio que reemplazó al emblemático restaurante El Reloj. Me acuerdo que en ese proyecto yo era el único que le llevaba la contra. Porque a veces había que aterrizar sus ideas descabelladas; él no tenía límites a la hora de crear.
“Lo bueno de él es que le daba lo mismo asociarse con alguien de izquierda o de derecha, lo único que le importaba era el bien común del espacio público”. —Uno de los grandes amigos de su padre fue Sebastián Piñera, con quien pudo concretar la iniciativa del Mapocho navegable. —Claro. Mi papá decía: ¿ por qué no voltear Santiago al río?, y fue pionero en esa idea. Cuando Sebastián Piñera salió por primera vez Presidente, y como debía hacer obras bicentenarias, se acordó que mi papá llevaba trabajando trece años en la idea del Mapocho navegable. Sobrevolaron la zona en helicóptero y el mejor terreno que encontraron para el actual Parque Fluvial de la Familia fue el Parque los Reyes, en la Quinta Normal. Ahí había un sitio eriazo de veinte hectáreas pegado al río. Ese espacio permitía meter un brazo del Mapocho en medio de la ciudad.
La idea era arrebatada, pero técnicamente súper posible, —Pero el Parque de la Familia solo por un tiempo contó con un Mapocho navegable, donde se podía transitar en botes que recorrían una laguna proveniente del río; después las embarcaciones dejaron de funcionar. ¿Cree que fue una utopía hacer el río navegable? —La idea que mi padre planteaba, el Mapocho navegable, no era una utopía; técnicamente es viable. En términos simples, lo que él proponía era una serie de represas colapsables a lo largo de toda su extensión para así entenderlo como un río con agua en su totalidad. Lo navegable podría suceder entre tramos. Sin embargo, la iniciativa podría entenderse como inabordable tanto por su costo monetario, como en lo administrativo, ya que el río pasa por varias comunas de Santiago. “No creo que vayamos a perder el centro de Santiago” Uno de los centros emblemáticos de la comuna de Providencia es el Paseo Las Palmas, en la esquina de las calles Providencia y Lyon. Un sector que desde 1978 se convirtió en una transcurrida vía peatonal y en una de sus principales zonas comerciales. “Su gestor, el urbanista y arquitecto Germán Bannen, pensó este paseo con todos sus pasajes y conexiones para la época. Pero hoy este eje ha tenido una evolución compleja, por eso nació la idea de remodelarlo”, indica. Hace un año la licitación de este proyecto, que se espera para 2026 y que financiará la Municipalidad de Providencia, la ganó la oficina de los arquitectos Pablo Arellano y Patricio Lopetegui.
“Ellos fueron mis alumnos en la Universidad Diego Portales y cuando me llamaron para esta remodelación, les dije que feliz me sumaba en el diseño de este triangulo simbólico en Santiago”, cuenta. —¿ Cuáles han sido los principales desafíos de este proyecto considerando que es una obra icónica? —Esta licitación consiste en la restauración de todos los bordes de su perímetro. En potenciar el Paseo Las Palmas, limpiando los espacios, porque esta triangulación está muy desordenada. Con una vegetación baja se pretende recuperar las fachadas de los edificios y tener vista a la cordillera. A su vez es una propuesta de espacio público sumamente compleja de abordar. Existen muchas capas y variables que interactúan en simultaneo. Tienes los edificios privados, con sus respectivos permisos, que pueden haber variado según las administraciones. Tienes la conexión con el Metro, el comercio, la vialidad y la seguridad, entre otros aspectos. Todos estos elementos deben conjugarse para un proyecto unitario. Y agrega: “El proyecto plantea sacar la cubierta que hay sobre el paseo. En lo práctico, no cumple ninguna función muy concreta.
Además, hicimos un estudio de sombras y el único momento en que le llega el sol a este eje es en el verano por el lado poniente”. —Hablando de desorden urbano, el centro de Santiago es otro polo que está en una crisis estructural. —Xo planteo que su problemática es más bien cosmética y tiene que ver con muchas externalidades que están en la superficie. Como la suciedad y el descontrol en los usos informales. Es un manejo que va más allá de la arquitectura. El centro tiene muy buena infraestructura, lo que se debe hacer es limpiar y ordenar. Ayudaría mucho que la gente se fuera a vivir al centro de Santiago para que se apropie del lugar. Imagínate vivir en el edificio del Portal Fernández Concha mirando a la Plaza de Armas; sería fantástico, porque tienes equipamiento y estás híper conectado. Encuentro alucinante volver a vivir en el centro para no seguir expandiendo Santiago. Además, no podemos hablar del centro desde una visión solamente arquitectónica, hay que mirarla de una manera integral. Donde hay problemas de migración, control, seguridad y patrimonio, entre otros. Por eso se dice que el centro de Santiago está mal tenido, aunque su arquitectura es magnífica; quizás la mejor de Sudamérica. Seextiende: “Dado que no soy técnico en el tema, lo primero que haría sería definirun cuadrante de uso exclusivo para las personas, excluyendo a los autos. Potenciaría la inclusión de programas culturales y de esparcimiento que lleven al ciudadano hacia el interior.
Además, pondría muchos juegos de niños para invitar a las familias a reconquistar un espacio medio olvidado que reconfigure nuestra imagen de ciudad”. —¿ Y cómo evalúa el manejo dela alcaldesa Irací Hassler del centro de Santiago? Operadores turísticos han acusado “una crítica situación en el casco histórico”, y han sostenido que “si se pierde el centro, se pierde la ciudad”. —Yo pienso que falta más fuerza en políticas públicas para fortalecer la creación y la innovación de nuevos espacios públicos. Destinar más recursos para activar los espacios patrimoniales. Y es que un político con visión de ciudad no es fácil de encontrar. No creo que vayamos a perder el centro de Santiago en ningún caso, porque está muy bien diseñado y constituido. “En Chile se hace imperativo construir una imagen de ciudad a partir de equipos interdisciplinarios. Atribuir la mala gestión al político por sí solo, con una problemática tan compleja, no da al caso. Necesitamos coordinarnos con una visión integradora de futuro para soñar con una ciudad que se relacione entre las personas y el territorio en todas sus escalas”.