Autor: Hugo E. Herrera
Fracasos hermenéuticos
Lfracaso del último proceso constituyente se unen: el fracaso del primer proceso y la incapacidad de las presidencias de Piñera y Boric de llevar adelante una agenda de reformas estructurales e integradoras. Todo eso para superaruna crisis cierta. La crisis que se hizo manifiesta en octubre de 2019. La crisis tiene múltiples componentes, pero es, estructuralmente, una crisis comprensiva o hermenéutica. Por un lado van partidos, élites y sus discursos y, por otro lado, la situación efectiva del pueblo. Siempre existe una tensión entre el polo más abstracto de los discursos y el más concreto de la situación popular. La tensión admite, empero, grados mayores 0 menores. Cuando se acentúa es el momento de la crisis, como en octubre de 2019. En la medida en que los factores más relevantes de la crisis siguen operando, no podemos dar por superada la situación.
De la parte de la realidad popular, constan severos problemas: en educación y cultura, en la organización territorial y el “Ampliar las matrices de pensamiento de los sectores políticos dominantes es condición para salir del atolladero”. abandono delas regiones, en seguridad y economía. De la parte de las élites y los discursos, dominan el desarraigo y el distanciamiento con la situación. Las élites se auto-segregan: en barrios asépticos para élites de izquierda y derecha.
Y operan conforme a discursos dominantes de carácter excluyente: el economicismo de la derecha, que se desentiende de la dimensión comunitaria del ser humano; y el moralismo de la izquierda, que pasa por alto su interioridad, su libertad y la necesidad de la división del poder social entre un Estado y un mercado fuertes. La suma de desarraigo y pensamientos estreñidos ha conducido a que las élites operen marginando al otro. La comprensión de la situación está afectada, entonces, por distorsiones que impiden lograrla. Una comprensión política lograda es aquella en que las capacidades populares encuentran curso de despliegue, Nosotros, en cambio, con nuestras élites de barrio aséptico y pensamiento estreñido, tenemos que caer una y otra vez. Morder el polvo. Y contar dos procesos constituyentes y dos presidencias fracasadas. ¿Cómo salir del atolladero? Difícil saberlo y ahí la política tiene su parte irreductiblemente artística. Pero hay una condición necesaria: ampliar las matrices de pensamiento de los sectores políticos dominantes, a partir de un ejercicio serio de revisión intelectual de las respectivas herramientas hermenéuticas.
Es menester contar con pensamientos políticos capaces de captarla situación, de compenetrarse con ella; que recién luego y a partir de sentimientos compartidos, asentados en experiencias habituales de convivencia territorial, produzcan nuevas ordenaciones institucionales y simbólicas.
Nada menos que eso se requiere: parir un nuevo proyecto existencial de carácter nacional, en el cual los más amplios sectores populares puedan sentirse reconocidos y provistos de caminos de desenvolvimiento para sus fuerzas y capacidades.