Autor: JUAN TORO.

KATHERINE Martorell “ME GUSTARIA SER CONSTITUYENTE"
El martes 27 de octubre, la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell (38), terminó de almorzar y sintió que el mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor. Su agenda fue liberada por dos días mientras se recuperaba de esta nueva crisis de vértigo, aunque siguió conectada y atenta a su trabajo. Eso no es nuevo. La primera vez que lo sintió fue el 21 de octubre de 2019, solo tres días después del comienzo de las protestas que marcarían a Chile en los meses siguientes. Las responsabilidades de su cargo, admite, han dejado su huella. Además del vértigo, está constantemente contracturada y por las noches aprieta los dientes. —Me cuesta dormir, me despierto a mitad de la noche pensando en el trabajo, en soluciones. A veces incluso sueño con el trabajo —pero nada de esto la detiene, asegura.
Tres días después, sentada en una de las salas de reuniones de las oficinas de la subsecretaría, en el centro de Santiago, a un costado de La Moneda, Martorell no muestra ninguna señal de esas molestias y se ríe: —Soy una estresada feliz. Mi trabajo me apasiona mucho y si bien este último año ha sido muy demandante, me hace feliz. Han pasado solo cinco días desde el plebiscito del 25 de octubre, un nuevo hito que marca el paso de Martorell por su cargo. “Pero no es una decisión que deba hacer ahora. Tomaré la decisión cuando corresponda y lo haré en conjunto con el Presidente”, explica la subsecretaria de Prevención del Delito. Para ella, la familia, el feminismo y la defensa de la diversidad son ejes centrales en su trabajo.
Y en un año marcado por la pandemia, las protestas y la violencia, dice: “Hay muchos días que aún no he podido procesar, como el 18 de octubre”. “Me parece que la forma en que está escrita la Constitución no refleja bien la realidad que vivimos hoy”, dice. —Hay muchos días que aún no sé cómo recordaré, porque no los he podido procesar, como el 18 de octubre. Pero creo que este (el plebiscito) es el inicio de un proceso esperanzador y espero realmente que seamos capaces de cumplir con las expectativas que están puestas en ese proceso.
Ese día llegó a las nueve de la mañana a votar a la Escuela Lo Franco, en Quinta Normal, comuna en la que siempre ha votado y de la que fue concejala entre 2012 y 2016. Después volvió a la oficina y luego tuvo que ir a la Dirección de Carabineros para monitorear el proceso.
No dejó el lugar hasta después de la medianoche. —¿ Cómo ve el resultado del plebiscito? —Creo que hay mucha esperanza detrás de la votación, y me preocupan las expectativas, pero sí creo que hubo un acuerdo de voluntades.
Una forma en que el 80% de Chile dijo que necesitamos un pacto social, reencontrarnos, dejando de lado la violencia que es una minoría. —¿ Qué votó? —Nunca he querido decir mi voto. (... ) Pero sí puedo decir que estoy muy contenta con el resultado. El resultado de los dos votos me tiene muy contenta.
Tras el resultado del plebiscito, su nombre se repite como uno de los posibles candidatos a la Convención Constitucional que podrían salir del Gobierno. —Mi partido (Renovación Nacional) me preguntó y creo que es uno de los desafíos más importantes que tenemos como país. Estoy muy agradecida del partido por considerarme, pero estoy enfocada en el trabajo que estoy haciendo y no es una decisión que deba hacer ahora.
Tomaré la decisión cuando corresponda y lo haré en conjunto con el Presidente. —¿ Pero le gustaría? —Por supuesto que me gustaría ser constituyente, es el desafío más importante que tenemos. —¿ Qué incluiría en la nueva Constitución? —Hay que reforzar los derechos sociales. Creo que el agua es un bien universal, que le pertenece a todos y todas. También defiendo la libertad de las personas de elegir su propio destino, su futuro y no solo de la perspectiva económica, también valórica y creo que eso debería estar establecido en la Constitución.
Y también el reconocimiento, la no discriminación hoy está establecida, pero la Constitución hoy habla de “El hombre” y esos tiempos ya pasaron. —¿ De qué es el tiempo ahora? —Es tiempo de todos y todas, de hablar del ser humano. Me parece que la forma en que está escrita la Constitución no refleja bien la realidad que vivimos hoy. La diversidad, lo diversos que somos, y el valor que esa diversidad tiene. Asegura que no se ha puesto una fecha límite para decidir si se postulará como candidata a la Convención Constitucional. El plazo legal para dejar su cargo vence en enero.
Mientras habla, sentada al lado de la ventana y con una mascarilla que solo se saca a ratos para tomar un vaso de bebida, se ve en su brazo derecho tatuada una frase en latín que significa “Siempre en el mismo lugar”: —Es mi cable a tierra. No hay que cegarse, no hay que perder el origen ni lo que realmente importa. —ó Qué es lo que realmente importa? —La familia, los amigos, los afectos. Otro tatuaje en su tobillo izquierdo, una flor de loto, dice, le recuerda construir belleza aun en los momentos difíciles.
Y el tercero, en la nuca, es su nombre en árabe: —Mi familia es muy árabe... Mi abuela (Norma Awad) falleció el 3 de noviembre (de 2019) —se detiene por un momento y mira hacia un costado—. Cómo pasa el tiempo, va a ser un año... Ella era una matriarca, su familia somos como 50 personas y muy apegados. La familia es lo primero, la sangre árabe te enseña eso. Es hija de Angeli Awad (65) y Agustín Martorell (69), quienes se conocieron trabajando en Codelco y se separaron cuando ella tenía 8 años. Nació en Santiago y estudió “(El machismo) se nota en el trato. A mí me han dicho Katy, Katherine, o incluso chiquilla... No soy chiquilla, soy subsecretaria', y se disculpan”, cuenta, En el Colegio Universitario Inglés y la enseñanza media en el Carmen Teresiano.
Sus abuelos maternos, hijos de inmigrantes sirios, se conocieron como parte de la colonia árabe en Quinta Normal, se casaron y abrieron los Grandes Almacenes Awad, frente a la panadería San Camilo de Maturana, donde Katherine Martorell solía desayunar de niña. Son pasadas las 11 de la mañana y el “Hamule Awad”, el grupo de Whats App familiar con la bandera Siria, ya tiene algunos mensajes sin leer. Martorell revisa rápidamente los archivos en su celular hasta llegar a una fotografía grupal donde se ven sus primos y su abuela en el centro: —Esta es la familia... hablamos todos los días. Cuando digo que somos achoclonados, es así. —¿ Cómo fue perder a la matriarca? —Fue muy duro. Uno tiende a pensar en los abuelos de distintas formas, no todas las familias son iguales. En algún momento difícil de mi vida, recuerdo que mi mamá no podía estar conmigo y mi abuela me fue a ver y me llevó a almorzar. Me dijo: “Nunca olvides que cuando no está tu mamá, estoy yo”. La echo mucho de menos. —é Saca lecciones de ella? —Sí. La primera es que no existen imposibles.
Mi abuela siempre decía “no te cierres”. Pero también su forma de mirar la vida la traigo acá (a la oficina): Puede pasar cualquier cosa, pero siempre la visión humana debe estar en todo lo que hagas. Trabajo la aleja de la familia? —Nunca he dejado de estar ahí, aunque ahora es difícil, con la pandemia y mi exposición, he estado alejada de mi familia. Martorell cuenta que a su madre la ha visto tres veces en persona desde que comenzaron las cuarentenas y siempre con distancia. Y el tradicional café de los sábados por la tarde con la familia Awad se sigue haciendo, pero por Zoom. Tampoco ha podido tomarse un día para pasear en moto y conversar con su padre, como solía hacerlo. —¿ Qué hay fuera de la oficina cuando se desconecta? —Desconectarse nunca. El primer año en el Gobierno quizás había más opción de eso. El poco tiempo libre que le queda, dice, lo reparte entre su pareja, con quien lleva tres años, y sus tres mejores amigas, a quienes conoce desde el colegio. El 21 de febrero de 2018, Katherine Martorell estaba junto a su madre en un estacionamiento en Providencia, recogiendo ropa que habían mandado a reparar, cuando recibió una llamada de un número desconocido. Era el Presidente Piñera para ofrecerle la Subsecretaría de Prevención del Delito. —Yo sabía que me habían postulado al cargo, pero era tarde y todos los demás ya habían sido contactados. Pensé que ya no me iban a llamar. Al llegar a su cargo actual traía la experiencia de ser concejala por Quinta Normal, entre 2012 y 2016. Entre 2011 y 2014 fue la encargada de la Unidad de Gestión Territorial de la Subsecretaría de Telecomunicaciones y tuvo un paso de dos años en Entel. Hoy, con más de dos años en el cargo, asegura que el trabajo ha sido más intenso de lo esperado. No por la pandemia y el 18 de octubre, sino por los casos humanos. Relata con detalle la muerte de Baltazar, un niño de 9 meses que murió por una bala perdida en La Pintana, y el de Fabián González, que fue asesinado en un portonazo en Estación Central.
Este último caso llevó a la promulgación de la “Ley Fabián”, que endurece las penas para este tipo de delito. —No sé si ponerle un nombre a la política pública es lo importante, pero hay momentos que te remueven tanto que desesperadamente buscas cambiar algo para que esto no vuelva a pasar. Y si es que vuelve a pasar, que cueste caro. —¿ Qué ha aprendido sobre la delincuencia? —Que tiene un origen complejo. Es la dificultad del Estado de llegar con una oferta decente en ciertos lugares.
Los barrios críticos o prioritarios pasaron de 4 a 34 y ahí hay que llegar con toda la oferta del Estado, pero aun así es difícil, porque la organización criminal, de cualquier tipo, siempre tiene una oferta más fácil y rápida. Yo puedo ofrecer subsidios, programas de reinserción, pero la banda llega y ofrece 200 mil pesos el mismo día.
La clave de su trabajo, dice, es entender que la prevención del delito se hace en el origen y que las políticas se hagan basándose en la realidad de cada territorio: —Es molesto hablar del origen del delito, es incómodo. Cuando hablo de atacar el origen del delito, estoy hablando de una política que tendrá efectos en diez años más, no es políticamente sexy. Pero es mucho más beneficioso, más barato, más efectivo, y mucho más importante en la calidad de vida de las personas.
“Adoro la diversidad y no tolero, no soporto que las personas deban sufrir por ser, querer, pensar o creer algo distinto al de al lado”. La tarde del 18 de octubre de 2019 viene como flashbacks a la memoria de Katherine Martorell. A las cinco de la tarde veía por las pantallas, en La Moneda junto al exministro Andrés Chadwick, cómo cada canal mostraba un lugar distinto de Santiago con algún tipo de disturbio. Cerca de las nueve de la noche comenzaron los incendios: —Me fui a la Dirección de Carabineros y estaban sobrepasados. Cuando se quemó el edificio de Enel, no éramos capaces de entender lo que estaba pasando.
Y llegaban los avisos de fuego en una estación de metro, problemas en otra, una, dos, quince... fue complejo. —¿ Cómo se logra tomar decisiones en un momento así? —La única forma de tener la cabeza fría es mirar la evidencia, lo que está pasando, ni más ni menos, no poner emociones. Entonces, lo único evidente era que no éramos capaces como Estado de contener lo que estaba pasando. Debíamos contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas. En la madrugada del 19 de octubre, el Presidente Piñera anunciaba un estado de excepción y toque de queda. —Lo siguiente era ver qué más. Porque en el fondo había un problema con un estallido social. En ese momento, ya era evidente que era un tema social por las consignas.
Al día siguiente, Martorell recorrió diferentes comunas de la Región Metropolitana y la escena la sorprendió: —En distintas esquinas había gente tocando cacerolas, sin quemar, sin golpear, solo cacerolas y en ese minuto te dabas cuenta de que había algo muy profundo. Se mezcló muy fuerte un sentimiento histórico de demandas sociales legítimas con otra cuestión muy violenta. El problema era cómo separar esto Cómo contenías la violencia y resguardabas el Estado de Derecho, mientras entregabas lo que legítimamente te estaban pidiendo.
En los días que siguieron, relata, la subsecretaría recibió una llamada anónima de un hombre diciendo que acuchillarían en la calle a Katherine Martorell: —No me estreso con el tema, muchos han sufrido amenazas o violencia. Entrar a Twitter hoy es para ponerse a llorar. Pero no podemos acostumbrarnos a esto, no es tolerable este tipo de violencia. No podemos normalizarlo. Con la llegada de la pandemia, el rol de la Subsecretaría de Prevención del Delito saltó nuevamente al centro de atención. Esta vez, por el funcionamiento de la plataforma de Comisaría Virtual que se adaptó para generar los permisos para transitar en cuarentena y que le dio a Martorell nuevamente alta exposición televisiva. El Instagram de Katherine Martorell suma más de 19 mil seguidores.
Su cuenta entrega principalmente información sobre medidas del Gobierno y políticas públicas, pero cada publicación con una fotografía suya recibe mayoritariamente piropos, entre decenas y cientos de comentarios sobre su apariencia física y, también, —Si comunico una política y las respuestas son de mi condición física, es una lata, no me están escuchando (... ). Y no tengo por qué escuchar esos piropos, a veces ni los llamaría piropos, escriben cosas espantosas que incomodan. Faldas o vestidos sobre la rodilla, tacones altos, el pelo Recogido y labial se han convertido en el look más característico de la subsecretaria Martorell. Asegura que ni los comentarios en internet ni la presión social la harán cambiar esto: —Es mi libertad. Tengo el derecho de vestirme como quiera, guardando la formalidad del cargo. Ceder en algo así es aceptar el machismo y eso no me interesa. Se lo debo a las mujeres que vinieron antes, a la que están conmigo y a las que vienen, para que no sea un problema de ellas también. Pero para Martorell, el machismo no está solo en internet. Asegura que, en su cargo, lo ha enfrentado en muchas ocasiones: —Se nota en el trato. En general, a las subsecretarias se les trata por el nombre y a los hombres por nombre y cargo.
A mí me han dicho Katy, Katherine, o incluso chiquilla. —¿Cómo se para eso? —“No soy chiquilla, soy subsecretaria”, y se disculpan. —¿ Siente que la prevención del delito es un área “de hombres”? pero a las mujeres nos pasa eso en todas partes. Creer que esto es solo por el área de seguridad es un error. En el mundo empresarial es así; en la política es así. Las mujeres, lamentablemente, no partimos validadas por nuestro cargo, currículum ni antecedentes, tenemos que validarnos, siempre es así. Y lo importante es que no perdamos nuestra femineidad, porque ahí está nuestro mayor valor. Yo no soy de levantar la voz o golpear la mesa, aunque si tengo que hacerlo, lo hago. Pero no debemos convertirnos en hombres para tratar de lograr que nos miren de igual a igual.
Además de definirse abiertamente como feminista, Martorell se ha acercado a la comunidad realizando la primera encuesta estatal sobre discriminación a este grupo. —Adoro la diversidad y no tolero, no soporto que las personas deban sufrir por ser, querer, pensar o creer algo distinto al de al lado.
Con el trabajo con el Movilh y los grupos trans quiero aprender de ellos y luchar firme contra aquellos que se les oponen. —¿ Qué opina de la solicitud del Partido Republicano de unirse a Chile Vamos por las elecciones de constituyentes?—Como RN, tenemos un valor por la diversidad muy grande. Tuvimos un presidente de partido, hoy ministro de Defensa, que se la jugó por la nueva Constitución y que valora la diversidad. Y, además, tenemos grupos diversos en RN, entonces esos pactos electorales pueden ser pragmáticos, pero no sé si hay puntos de encuentro.
El pragmatismo tiene sentido cuando hay puntos de encuentro, pero no sé qué puntos de encuentro tenemos con el Partido Republicano. —¿Qué puede entregar el feminismo hoy al proceso constituyente? —Definiendo primero feminismo como la igualdad de trato y derecho entre hombres y mujeres, debe entregar la comprensión de que somos discriminadas. (... ) Desde esa conciencia, construir, construir algo tan simple como una visión igualitaria en derechos.