Autor: Rigón Benoit (*)
Fundadoras de los clubes de jardines
Las crónicas de Benito Riquelme Centro de Documentación Patrimonial UTalca Fotografías: Centro de Documentación Patrimonial E dice que el hombre ha cumplido su misión en esta tierra cuando ha escrito un libro, ha tenido un hijo y ha plantado un árbol.
Nada se nos dice sobre las personas que cultivan flores, porque si es verdad que el árbol nos da la sensación de algo perdurable, en cambio una floración es la vida que estalla en colorido y forma, allá en la peña solitaria del acantilado, como en la exuberancia tropical, en donde no se sabe si la flor es un insecto alado, o es éste mimetizado en el concierto mudo de color y de misterio.
Monseñor Larraín, nuestro difunto Obispo, siendo un día muy elogiado por nuestra Catedral, levantada gracias a su tesón y constancia, se le dijo: -”¡ He ahí su obra: en este monumento arquitectónico! » Pero él, mostrando el cedro del Líbano que personalmente trajo de Tierra Santa, y que a la fecha de esta historia era apenas un arbustito ubicado en donde hoy se encuentra, lado norte de la Catedral, contestó. -”¡ Ésta es mi obra! Todo lo material se destruye, en cambio este arbolito por sobre las hecatombes de la naturaleza y de los hombres, sus ramas elevándose al cielo buscarán la gracia del Altísimo, ” Chile no podrá olvidar jamás a esa californiana, la señora Jane Manning de Bader, fundadora del Club de Jardines en nuestro país, por lo cual se le honró con la “Orden Bernardo O'Higgins”, por su labor constante para formar clubes en que el pétalo y la fronda significaban belleza y a la vez conservación de la naturaleza en su aspecto vegetal. La señora Manning, en su peregrinaEl “Club de Flores y Jardines” talquino es la obra de una dama que también es una peregrina del color y de las frondas.
En 1961 junto con otro grupo de apasionadas por las flores, le dio a nuestra ciudad este sello que es vital para apreciar el progreso de los pueblos ción de sembradora, llegó a Chile más o menos en 1950 y se radicó en Las Condes por esa similitud, de cielo atmosférico y clima, con su estado natal de California.
Traía la experiencia de los famosos jardines colgantes de París, en que las floralias internacionales se vacían en sus cinco pesos de hormigón y cristal, “el atrevimiento arquitectónico” de la post-guerra con sus líneas futuristas, y su inmensa bóveda descansando sobre tres puntos de apoyo.
Todas las banderas del mundo se encuentran en el interior de esa construcción temeraria, compitiendo la seda de sus pliegues con el vértigo de color, el perfume de hierba mojada, el terciopelo del musgo del bosque, el susurro de los manantiales secretos, y todo esto para el imperio de las rosas púrpuras con los claveles rosados, los narcisos blancos con las cinerarias violetas, y dentro de esta fantástica cámara, los aislados invernaderos para las orquídeas de la Reina de Inglaterra, para los jazmines de Mozul, para las hortensias de la Costa Azul, para las extrañas flores de China, pareciendo todas ellas que son raso, porcelana o cristales, en que hay tintes de auroras, candor, languidez, y vértigo que saben imprimirle a las flores la divina configuración de sus tallos.
Jane Manning de Bader vacía la esencia de este embrujo de jardinería en su mansión de Las Condes, constituyendo un sitio de atracción internacional, y no se vaya a creer que su labor se reduce a su jardín, porque en realidad ella vivía para la comunidad. Tenía el título de Presidente del Comité de Conservación de los fsecuoya”, esos coníferos milenarios, únicos en el mundo y en vías de desaparecer con la explotación devastadora de los hombres.
A pesar de su belleza tan señorial y propia de ella, como también de su inmensa fortuna, se caracterizaba por su modestia y su tino, alguien dijo, y con justa razón, que “se imponía con su lenguaje de violeta”. Los Estados Unidos, en 1956, la honra con el “Silver Seal” (Sello de Plata) galardón este, de primera categoría en el país del Norte, porque él se concede una sola vez al año a la persona, organización o institución que se haya distinguido por su labor en los clubes de jardines, en la mantención de su lema: “Crear y fomentar el interés por las plantas, los pájaros y por la conservación de las bellezas naturales del país”. Nosotros tampoco podremos olvidar el nombre de esa foránea, Blanca Ester Concha de Mujica, la pintora alumna predilecta de Ramos Catalán, en la época en que ese artista trabaja con el color y el corazón. Por desgracia, fue cogido por el mercantilismo y de su pasado sólo nos ha dejado su firma, como un esbozo en que hay nacimiento, cansancio y fuga. La pintora Concha de Mujica es inquieta, realizadora, dinámica y tenaz. Recuerdo que recién llegada a Talca tuvo que formar parte del Centro de Padres y Apoderados del Liceo de Niñas.
La señora Concha de Mujica a la segunda vez que asistió, con su intuición de artista y de mujer, comprendió que había mucho ruido y pocas nueces, y se lanzó en picada a trabajar efectivo en común y una cuota de un mil pesos mensuales. Hasta ahí llegaron los proyectos, pero seguimos siendo como somos.
En el reciente encuentro de escritores del Maule realizado en Linares, con la participación de sus colegas de Curicó, Talca, Linares y Maule, las Municipalidades de Colbún, Yerbas Buenas, descontando la de Linares por su carácter de anfitriona, volcaron toda su ayuda para darle relieve espiritual al “Grupo Ancoa” de nuestra vecina provincia. El de Flores y Jardines” talquino es la obra de una dama que también es una peregrina del color y de las frondas. En 1961 junto con otro grupo de apasionadas por las flores, le dio a nuestra ciudad este sello que es vital para apreciar el progreso de los pueblos.
Sus compañeros en este hermoso trabajo fueron los siguientes: Blanca Mandiola de Cuadrado (Vicepresidenta), Aurelia Baeza Quezada (Secretaria), Raquel Narváez de Cuevas (Tesorera), y gracias a estas damas, año a año, desde esa fecha, nos entregan su culto por la floralía, haciéndonos vivir la tercera etapa del proverbio chino: “¿ Quieres gozar un día? Cómete un chanchito. ¿Quieres gozar un año? Cásate. ¿Quieres gozar toda la vida? Cultiva flores». Y) “La Mañana” 30 de octubre, 1967 (*) Rigón Benoit es el seudónimo de Benito Riquelme González, cronista talquino del siglo XX, escribió en el Diario La Mañana de Talca entre 1950 y 1980. El Centro de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca conserva y difunde su valioso archivo de referencias críticas.