Autor: JUAN ANTONIO MUÑOZ H.
El caso Faucher y el peligro del “LAICISMO EXCLUYENTE”
DEBATE | Educación, cultura y religión: Un profesor francés fue sancionado por las autoridades de su país por haber enseñado quién es Jesús desde un punto de vista histórico.
Después de cuatro años, una corte le dio la razón y fue exculpado. ¿Qué significa esto para el mundo occidental? ¿ Podría ocurrir algo así en Chile? 1 fanatismo y la exclusión cultural, cuyas sombras se extienden desde los orígenes del hombre, emergen con mil caras en nuestros días. Un caso cruento ocurrió en octubre de 2020, cuando un profesor francés fue decapitado por un musulmán por haber mostrado caricaturas de Mahoma en un colegio. Y otro caso, menos sangriento pero significativo, es el que fue zanjado a fines de febrero de este año.
Se trata de la larga batalla judicial que debió librar Matthieu Faucher, acusado de “proselitismo religioso” y de haber “faltado a su deber de neutralidad y laicismo”. El escenario es una escuela para niños en el pueblo de Malicornay, en el centro de Francia, durante el ciclo escolar de 2016-2017.
Un día, el profesor Faucher, licenciado en literatura clásica, se vio interrogado por sus alumnos, de alrededor de 10 años, quienes le preguntaban cosas como por qué no tenemos clases en Pascua, quién es Jesús y quién es ese señor clavado en una cruz. Asombrado, Faucher, que se declara ateo, consideró un deber llenar sus vacíos de conocimiento con información entregada desde un punto de vista histórico y no religioso.
Para eso se sirvió de la Biblia y de fragmentos de la película “El Evangelio según Mateo”, de Pasolini, y del filme de dibujos animados “El príncipe de Egipto”. Todo esto, tras haber informado a los padres de los niños que lo haría, sin que ellos, al menos aparentemente, pusieran ninguna objeción. No pasó mucho tiempo y fue acusado de proselitismo religioso a través de una carta anónima.
Las autoridades de la escuela lo suspendieron por haber violado “su deber de neutralidad” y el rectorado de Orléans-Tours convalidó la sanción, que unos meses después fue seguida de un traslado disciplinario, el 2 de junio de 2017. Desde entonces y hasta 2021 no pudo hacer clases en su colegio. Faucher rechazó las acusaciones y fue a la justicia, que le dio la razón en primera instancia, pero el fallo fue recurrido por el Ministerio de Educación francés y Faucher otra vez condenado. En una segunda instancia, un tribunal administrativo de Burdeos ordenó el levantamiento de las sanciones y su reincorporación a la escuela que debió dejar hace cuatro años. “Finalmente fue establecido que mi enseñanza se inscribió perfectamente enlos programas de educación dela escuela primaria, pero este caso me supera ampliamente: yo no soy el único que ha pasado por una situación parecida.
Es increíble, pero yo fui sancionado por haber trabajado con un libro que es un pilar de nuestra civilización y eso plantea interrogantes profundas”. El fallo —que desautorizó al rectorado que lo castigó y al Ministerio de Educación— explicita ahora que “el señor Faucher no manifestó en ningún momento creencia religiosa alguna en el ejercicio de sus funciones docentes”. En entrevista con La Nouvelle République, Faucher señaló la diferencia entre la “sana laicidad” o “laicidad positiva” y su opuesto que es el “laicismo excluyente o fanático”: “Algunos quieren hacer tabla rasa del cristianismo. Ya hay quienes se niegan a hablar de "Antes de o “Después de Cristo”... ”, afirmó. Uno de sus grandes defensores fue el escritor y filósofo francés Régis Debray (1940), quien dijo que “Faucher es un valiente.
Les demostró a todos que hay un laicismo de la incompetencia frente a un laicismo de la inteligencia Hoy, en la Educación Nacional no confiamos en la inteligencia”. ¿ Podría ocurrir algo así en Chile? Una de las preguntas que surgen de inmediato es si hay peligro de que ese punto de vista que ha maltratado a ese profesor francés cunda en Chile. Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, dice que “desgraciadamente, sí. En Chile se confunde el positivismo, la creencia de que solo importa lo verificable, con lo racional; y el relativismo tosco con el liberalismo. Pero ni lo racional es igual a lo verificable sensorialmente; ni ser liberal equivale a prescindir de una idea de lo que es bueno. El laicismo no es ni positivismo ni relativismo.
Equivale simplemente a tratar con neutralidad y de manera imparcial los diversos puntos de vista en torno a la existencia que animan la vida de las personas en una sociedad ¿ Y es posible enseñar el hecho religioso sin atender, al mismo tiempo, al sentido que a él asignan los creyentes? Carlos Peña piensa que no es posible explicar la cultura prescindiendo del sentido que a ella asignan los actores sociales: “Prescindir del sentido que la anima —enseñan Weber, Simmel, Giddens— equivale a prescindir de la cultura como tal. ¿En qué se diferenciaría la eucaristía de un rito comunitario de fin de semana en torno a una mesa si no se explicara el sentido que aquella tiene para los creyentes? Creer que se puede enseñar la cultura sin identificarla orientación que la anima es absurdo.
Nada de esto contrapone a la neutralidad laica o liberal: esta última exige no promover ni invitar a adherir a lo que se enseña, pero eso no significa ocultarlo o deformarlo como ocurriría si se prescinde del significado que el hecho religioso insufla a la vida de quienes creen. Una cosa es constatar el sentido que a un hecho asignan los actores; otra cosa es promover ese Creer que se puede enseñar la cultura sin identificar la orientación que la anima es absurdo.
Nada de esto se contrapone a la neutralidad laica o liberal”. CARLOS PEÑA Suprimir de la educación al cristianismo es privar al estudiante de un marco comprensivo, de tradiciones, ritos y lenguajes para leer la cultura de un pueblo”. PATRICIA IMBARACK.
Si miramos el presente, nuestro pluralismo religioso no cuenta con la presencia de la religión musulmana, que ciertamente complejiza la ecuación en torno a la laicidad en Francia”. GABRIEL ROBLERO “El proceso constituyente en que estamos será una prueba de fuego para descubrir nuestra capacidad para lograr Estado laico, pero no un Estado laicista”. sentido. Una educación cabal exige mostrar lo primero; el laicismo obliga a abstenerse de lo segundo”. Gabriel Roblero, provincial de la Compañía de Jesús, observa que las realidades de Chile y de Francia son bien diferentes.
A su juicio, la relación del Estado francés con la Iglesia Católica es de una enorme complejidad y no se puede desligar de las guerras de religión, de la Revolución Francesa y del Siglo de las Luces. “En Chile”, comenta, “la Iglesia Católica históricamente ha tenido una relación menos traumática y compleja con el Estado. Si miramos el presente, nuestro pluralismo religioso no cuenta con la presencia de lareligión musulmana, que ciertamente complejiza la ecuación en torno ala laicidad en Francia. Tal vez hoy se tiende a afirmar el laicismo más como una reacción contra la escalada de musulmanes fundamentalistas que contra los cristianos. Con todo, creo que no se puede describir la realidad de la sociedad francesa solo a partir de este laicismo exacerbado. El catolicismo sigue estando muy vivo en Francia”. Leer la cultura de un pueblo El caso Faucher obliga a poner atención en qué significa educar y cómo abordar la enseñanza religiosa.
Patricia Imbarack, académica del Programa de Pedagogía en Religión Católica UC, sostiene que “el acto educativo no es para convencer a otro, incluso cuando trata del acceso y recepción de la cuestión de Dios, ya que la tarea humanizadora de la educación se orienta al logro de un hombre cultivado, que establece una relación personal e inédita con la realidad cuando se educa.
Ello demanda un docente consciente de sus propios sistemas de creencias y capaz de mostrar a sus estudiantes la reflexión sobre un tópico que ha estudiado desde diferentes perspectivas, a modo de planteamiento y no como verdad absoluta”. Según Imbarack, la enseñanza religiosa actualmente es planteada como de un proceso cognitivo que lleva a entender y conocer la cuestión de Dios y no como una invitación a adherir con la religión en sí misma “Si en ese proceso el joven descubre a Dios como un valor y, porlo tanto, vive los cambios vitales que provoca la conversión, es una opción legítima. Pero no es necesariamente su finalidad. La laicidad, desde esta perspectiva, no es un contenido filosófico, sino una disposición de estar siempre abierto a las verdades del otro.
Suprimir de la educación al cristianismo es privar al estudiante de un marco comprensivo, de tradiciones, ritos y lenguajes para leer la cultura de un pueblo en un ámbito tan central como es la educación”. Proceso constituyente y laicismo Monseñor Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo, dice que el punto medular de todo esto es que el fenómeno religioso implica, desde la mirada del Estado moderno y democrático, “la necesidad de acogerlo como factor social esencial de toda persona humana y de la vida societaria En ese sentido, el Estado, las regulaciones jurídicas, los gobiernos, deben ponderarlo como un elemento decisivo para el logro del bien común. Al Estado le corresponde acogerlo y permitir su desarrollo, sin interferir en su régimen interno. Este equilibrio no se logra con visiones ideológicas”. En su mirada, Chile tiene ad portas un proceso en que estas consideraciones se deberán tener en cuenta.
“El proceso constituyente en que estamos”, puntualiza González, “será una prueba de fuego para descubrir nuestra capacidad para lograr ese equilibrio: un Estado laico, pero no un Estado laicista, que abiertamente no toma en cuenta en sus políticas de desarrollo la realidad evidente del fen menoreligioso como un elemento positivo y necesario de la vida en sociedad”. Según Gabriel Roblero, a nivel de la laicidad, “creo que caminamos hacia una separación de la Iglesia y del Estado más real. Vamos dejando atrás las huellas de una Iglesia Católica demasiado poderosa, que sostenía, o más bien creía sostener sobre sus espaldas, la civilización, articulando las prácti. Cas éticas eincluso políticas en ciertos momentos. La Iglesia tiene que posicionarse en un nuevo contexto plural, como una voz más. No somos la única voz, pero no podemos callar. Se acabó el tiempo de la imposición, pero no podemos renunciar a proclamar la maravilla de la apertura a la trascendencia, al don de sí mismo, al amor como núcleo de la existencia humana. La capacidad de transmitir la fe como algo muy profundo, no como una transmisión de conocimientos. La libertad de educación y el laicismo son cosas diferentes, y debe haber libertad para ambos lados; en este punto, como Iglesia, tenemos que pensar y trabajar en programas de catequesis con profundidad”.