Autor: FRANCISCO FLORES SOTO Vicerrector Sede Concepción Universidad San Sebastián
El ser humano en la era digital
No podemos culpar a la tecnología en sí, sino a su mala utilización, toda vez que, al igual que muchos de los inventos, requiere un proceso de aprendizaje individual y colectivo. Opinión El mundo al alcance de un botón, la aldea global, la hiperconectividad, la información disponible, la inmediatez. Conceptos increíblemente atractivos para una sociedad que tiende y propicia el progreso, sin embargo, debemos considerar que demasiada libertad sin responsabilidad se transforma en un arma peligrosa sobre todo si faltan valores que la sustenten. La web representa, probablemente, uno de los inventos más determinantes de la historia, pues ha modificado nuestra vida entera.
Así como alguna vez lo fueron el fuego, la rueda, la penicilina, la imprenta o la energía eléctrica, ha transformado el mundo, ya que ha aportado desde lo más doméstico y cotidiano hasta complejos sistemas de investigación científica, facilitando nuestra vida y la gestión del conocimiento mundial. Lamentablemente, también internet se puede transformar en un “baño público”, donde cualquier persona puede escribir en una pared cualquier texto, perjudicando, mintiendo conduciendo a grupos más vulnerables a dañar a otros. En la web todo resulta fácil, a bajo costo o incluso gratuito. Hoy no cuesta nada compartir antecedentes personales, imágenes, emociones y sentimientos, donde el límite del pudor se ha ido perdiendo.
En las redes sociales, la diferencia entre lo bueno y lo malo se relativiza, y se esconde en la cobardía del anonimato, dando espacio a una nueva camada de tribus que, ocultándose en la red, mienten, agreden o manipulan la información construyendo un mundo paralelo. Un mundo que trastoca el de los demás. Así, una falsa noticia en internet es asumida como verdadera de forma inmediata por gran parte de la población, debiendo ser desmentida por la fuente Oficial o por los involucrados. Considerando que el consumo de información desde la web es de amplio acceso, ésta deja vulnerable a una sociedad sin regulación. Es por ello que necesitamos educarnos en el uso de la red y en el daño que mal empleada puede generar como trastocarla realidad, modificar conductas o perjudicar a terceros. Recordemos que nada es gratuito, que siempre alguien asume un costo y que, si no estamos pagando por lo que recibimos, es probable que nosotros seamos el producto. En este ámbito, debemos entender que el desafío mayor es ético. Precisamos una ética acorde a la complejidad que conlleva la era digital, de modo que pueda ser posible una cultura digital que permita optimizar sus bondades y minimizar su daño. Para lograrlo es necesario no sólo tener leyes adecuadas, sino una educación basada en principios y valores. Un especial aporte les cabe a las universidades, cuya familiaridad con el mundo digital es parte de sus procesos formativos y administrativos. Una tarea que comparte con otros actores educacionales y que puede ser traspasada a la sociedad civil organizada.
En conclusión, no podemos culpar a la tecnoloía en sí, sino a su mala utilización, toda vez que, al igual que muchos de los inventos y descubrimientos del hombre, requiere un proceso de aprendizaje individual y colectivo, que permita una evolución y sistemática, desde ambos lados dela pantalla.
Probablemente en los próximos años, existirán otros inventos y las preocupaciones serán otras, mientras tanto, detengámonos un momento y reflexionemos sobre nuestra esencia y cómo ella cambia debido al mal uso de las tecnologías propias de la era digital.