Editorial: Semestre clave para obras clave
Editorial: Semestre clave para obras clave Por décadas, la falta de infraestructura vial moderna ha sido un obstáculo persistente para el desarrollo de Ñuble, tanto a nivel productivo, como de seguridad y de calidad de vida de quienes se mueven día a día entre comunas o en la capital regional, entre tacos y rutas deterioradas o simplemente peligrosas. La mora es grande y para el análisis es preferible centrarse en la actualidad. Hoy, la Región enfrenta dos desafíos viales cruciales que marcarán su presente y su futuro: la modernización de la Ruta N-59-Q ChillánYungay y la anhelada Circunvalación Oriente de Chillán. Ambos proyectos avanzan, pero a ritmo desigual en los procesos administrativos, plazos técnicos y voluntad política. El segundo semestre será un periodo clave: se espera el llamado a licitación de los tramos 1 y 2 de la Ruta N-59-Q y el inicio del proceso de expropiación de la Circunvalación. En el caso de la Ruta a Yungay, conocida tristemente por su historial de accidentes como la “ruta de la muerte”, la intervención es urgente. Más de 17 mil vehículos la transitan a diario, conectando a la capital regional con San Ignacio, El Carmen y Yungay. La licitación de sus primeros tramos, retrasada desde 2024, considera una inversión superior a los $60 mil millones. Implica reemplazar puentes, incorporar bermas, ciclovías y rectificar sectores peligrosos, como la cuesta Quilmo. Pero más allá del monto, el sentido es claro: devolver seguridad a quienes todos los días utilizan una ruta que integra a las comunas del territorio sur de la región con Chillán. Por otro lado, la Circunvalación Oriente no es un simple anillo vial. Es la posibilidad de ordenar la expansión urbana de Chillán, de aliviar la congestión interna y de integrar los flujos turísticos y productivos que provienen del oriente cordillerano. Se trata de una vía de 24,3 kilómetros que conectará directamente la Ruta 5 con caminos hacia Coihueco, Pinto, Las Trancas y Yungay, descomprimiendo una ciudad que ya no da abasto. El proyecto está diseñado, y su ejecución dependerá del avance en las expropiaciones. El MOP proyecta licitarlo en tres etapas, con un plazo total de siete años. Comparado con Santiago o cualquier otra capital regional del país, el horizonte que nos proyecta el MOP para estos dos proyectos no puede dejarnos conformes. No puede ser que una región con más de 500 mil habitantes siga con una infraestructura vial pensada para otro siglo. En tiempos donde se habla de reactivación económica, de descentralización efectiva y de justicia territorial, estos proyectos deberían ser prioridad. Pero para que eso ocurra, se necesita algo más que voluntades dispersas.
El llamado a todos los representantes políticos de la zona, lo que incluye al gobernador regional, a los alcaldes, concejales y consejeros y consejeras regionales, a los parlamentarios, es a unirse después de las distancias previsibles de un año de elecciones, y desplegar un intenso lobby para acelerar la ejecución de ambos proyectos.
Terminar con la ruta de la muerte a Yungay y resolver el mayor problema de una conurbación de 250 mil habitantes, requiere de autoridades unidas y de compromisos que trasciendan los ciclos político-electorales.. No puede ser que una región con 500 mil habitantes siga con una infraestructura vial pensada para otro siglo. En tiempos donde se habla de reactivación económica, de descentralización efectiva y de justicia territorial, la modernización de la Ruta Chillán–Yungay y la anhelada Circunvalación Oriente de Chillán deberían ser prioridad nacional. Pero para que eso ocurra, se necesita algo más que voluntades dispersas. EDITORIAL