Autor: FRANCISCO COVARRUBIAS ÁLVARO FISCHER
18-0 y 4-S: una necesaria reinterpretación
”... Chile no se avergúenza de lo que ha logrado, no quiere borrar su historia ni quiere refundar el país. Más bien quiere preservar lo que le permitió dar un salto, corrigiendo los aspectos que se quedaron atrás.
Eso requiere modificar el errado diagnóstico inicial que hizo fracasar a la Convención... ”. La política delos últimos 35 meses —a par= tir del 18 de octubre de 2019— se ha desarrolado bajo el supuesto de que el país había vivido durante 30 años en una caldera que acumulaba una insoportable presión —desigualdad, colusión, privilegios, baja protección social, entre otras— y, como consecuencia de ello, habría “estallado” ese día La marcha multitudinaria en Santiago una semana después confirmaría.
Más aun, el hecho de que la solución para resolver la crisis —la redacción de una nueva Constitución mediante una Convención electa democráticamente, con un plebiscito de entrada para aprobar el camino indicado y uno de salida para refrendar la redacción hecha— tuviese una aprobación de un 78% en su inicio, solo confirmaba lo anterior.
Sin embargo, el pasado 4 de septiembre el texto propuesto fue rechazado por un 62% de la población, de manera transversal, en todas las regiones y en la casi totalidad delas comunas, sin importar ingreso económico ni origen étnico. Ello obliga a revisar esos supuestos.
En efecto, si la Constitución propuesta recogió en sus artículos gran parte de las demandas de los grupos protagonistas de las protestas callejeras —plurinacionalidad, indigenismo, políticas identitarias, derechos de la naturaleza, y, en general, una ruptura con el pasado— y, por lo tanto, el espíritu del estallido habría sido correctamente representado por más de dos tercios delos convencionales que los redactaron, ¿cómo se explica que asi dos tercios de la población los rechazara en el pasado plebiscito? Hay que revisar los supuestos utilizados. ¿Eran las consignas de quienes quisieron cambiar violentamente la institucionalidad lo que la población quería? ¿ Eran sus concepciones de sociedad lo al millón que se movilizó pacíficamente ese 25 de octubre (y luego, nunca más)? ¿ Puede sostenerse esa interpretación después de lo que ocurrió el pasado 4 de septiembre? El mayoritario Rechazo de ese día sugiere que, probablemente, el malestar social tenía motivaciones muy diferentes a las voceadas porlos líderes delas protestas, que las consignas que ciertos políticos recogieron como la base de ese malestar no interpretabana lamayoría ciudadana, y que, en consecuencia, la metáfora del “estallido” para explicar lo sucedido era incorrecta. No fue un “equivocado” camino seguido en los 30 años anteriores la causa de todo aquello.
Por el contrario, como el progreso logrado en ese período está sustentado en cifras e indicadores objetivos que no pueden ser desmentidos, es decir, como los avances logrados en esos 30 años eran reales y los mayores y más profundos de nuestra historia reciente, entonces las causas del malestar social deberían ser interpretadas de otra forma, estableciendo matices adecuados.
El impresionante progreso alcanzado fue generando expectativas y aspiraciones en temas como pensiones, saludo educación que la dinámica política no fue capaz de satisfacer. pero también, la población comenzó a no sentirse representada adecuadamente por la clase política, a la que percibía ensimismada por el poder, más que por la búsqueda de soluciones a sus problemas; las élites parecían mantener privilegios que las hacían inmunes alas faltas que pudiesen cometer, y el debate por combatir la desigualdad como el principal problema nacional había crecimiento económico basado en el sector privado —se sostenía que si se seguía así, la desigualdad solo se acentuaría—, lo que fue alimentando la brecha entre las expectativas de la población y los resultados que la sociedad como un todo estaba siendo capaz de entregar. Un malestar así entendido también amerisin duda.
Pero muy distintos a los propusieron, elucubrados a partr de una interpretación de los hechos sesgada por la violencia del 18 de octubre (“no eran. 30 pesos, sino 30 años”). En cambio, esta revisión interpretativa se basa en una consulta hecha a toda la población, y el indesmentible 162% delos chilenos que rechazó la propuesta indica que aspirana uncambio diferente, uno quejunto con reconocer el progreso de los 30 años desea que se corrijan sus errores.
En momentos en que se inicia una nueva discusión para resolver adecuadamente el tema constitucional, es muy relevante, entonces, cambiar el supuesto inicial: Chile no se avergitenza de lo que ha logrado, no quiere borrar su historia ni quiere refundar el país. Más bien quiere preservar lo que le permitió dar un salto, corrigiendo los aspectos que se quedaron atrás. Eso requiere modificar el errado diagnóstico inicial que hizo fracasar a la Convención, y escoger a quienes redacten la nueva Consfitución sin las distorsiones electorales del anterior proceso.