Autor: FABIÁN LLANCA
Mao Tse Tung encabeza exposición de José Venturelli en la U. Católica
Montaie en el Camnus Oriente rebasa la travectoria del prolífico artista Exploración iconográfica Si la primera etapa de la carrera de Venturelli estuvo marcada por sus ilustraciones, especialmente para libros como “Canto general”, de Neruda, en lo sucesivo surgió un interés especial del artista por buscar y explorar.
“Hay toda una exploración iconográfica que forma parte de una búsqueda muy consciente de las materialidades, y eso responde a una concepción de mundo que va más allá de la herencia renacentista, que fue parte de la formación de la mayoría de las escuelas de Bellas Artes”, afirma Elixabete Ansa, una de las curadoras de la exposición en el Campus Oriente. “La tierra que hay” es de 1972, en la etapa en que Venturelli pintaba con acrílico.
Asi 30 años tenía José Venturelli cuando en marzo de 1952 viajó por primera vez a Beijing —entonces se decía Pekin— para participar en un encuentro multinacional pacifista que coincidía con el establecimiento y consolidación de la República Popular China. De esa época es Mao Tse Tung, pintura que el luego renombrado artista realizó como homenaje al líder que estableció las bases de la actual potencia mundial. La amplia frente del dictador y un tibio saludo con la mano destacan en este cuadro, que forma parte de José Venturelli. Materialismos transpacíificos, exposición recién inaugurada en el Centro de Extensión del Campus Oriente de la Universidad Católica.
El montaje, que reúne gran parte de la obra del prolífico autor, alude a los setenta años que han pasado desde ese viaje inicial a Beijing, donde Venturelli —fallecido justamente en China, en 1988estableció un vínculo imperecedero con la cultura china, de la que se convirtió en admirador y en un decidido promotor. Formado en la Escuela de Bellas Artes en Santiago, con una especialización en murales, el artista supo apreciar las características esenciales de la pintura china tradicional.
“Está basada en una concepción del mundo en que, si bien este era estático, era un gran círculo que permitía el Identificado con la cultura china del siglo XX, el pintor y grabadista revive a través de sus obras más emblemáticas y reconocidas en América y Asia. movimiento dentro de sí, y este gran karma contenía el total, contenía al hombre, contenía la naturaleza, contenía el cosmos, y el hombre podía encontrar la bondad y la belleza, en la medida en que se pareciera o se incorporara a esta gran ley universal, y no en la medida en que tratara de transformar la naturaleza o tranformarse a sí mismo, o batirse con la naturaleza”, explicaba Venturelli. La muestra evidencia el tránsito expresivo que el artista realiz Ó mediante distintas técnicas, como acuarela, tinta, litografía y acrilico en tela. Un ejemplo es Niña campesina, litografía minimalista de mediados de los años cincuenta, en que maneja elementos propios de la plástica oriental. De la misma época es Recuerdos, protagonizada por una madre china y una niña en brazos. También están considerados sus famosos acrílicos, partiendo por Coliumo, de 1982, una vista evocadora del balneario sureño marcada por la presencia de un perro juguetón. La oferta incluye además el desgarrador Sombra con sombra, de 1972, y Rostro, de 1978, que es el primer plano de una mujer de pómulos sobresalientes.
Acompañadas de textos escritos por el propio Venturelli, las piezas exhibidas describen la manera en que el autor se imbuyó de la rica tradición milenaria, cambiando su concepción de la vida y del arte, que enfatiza la importancia del maestro en el proceso de formación. “La enseñanza está en el gesto”, dice Claudia Lira, quien junto a Elixabete Ansa se encargaron de la curaduría de la exposición.