Autor: JUAN RODRÍGUEZ M.
DIANA AURENQUE: “El desastre medioambiental es la mejor prueba de que no somos seres racionales”
La filósofa chilena publica "Animales enfermos” (FCE), un ensayo en el que reflexiona sobre nuestra debilidad orgánica, nuestra naturaleza carente; y sobre su otra cara, la potencia cultural y técnica que nos - hace humanos.
A partir de ahí, en esta conversación habla de la salud y las saludes, de la crisis climática, del conocimiento de sí mismo y de lo que le enseñó el covid-19 sobre la angustia y la muerte.
Una paradoja, quizá un absurdo, un imposible que existe. ¿No nos ha recordado eso la pandemia de covid-19? ¿ Que somos animales débiles, “enfermos”, carentes desde un punto de vista orgánico o fisiológico? Y sin embargo, de esa debilidad nace nuestra fortaleza: el arte, las ciencias, la técnica, la historia, la cultura, el sentido, los sentidos. Las vacunas. El mundo humano.
El intelecto, dijo Nietzsche, “es el medio con el cual sobreviven los individuos más débiles, menos robustos, a los que les está negado sostener una lucha por la existencia a cornadas y dentelladas”. Esa es la filosofía detrás de “Animales enfermos” (FCE), libro de Diana Aurenque Stephan, filósofa, nietzscheana, directora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago, con un doctorado en Friburgo, Alemania, y habilitada en ética médica, en Tubingen, también en Alemania. Es su primer libro en castellano, se subtitula “Fi losofía como terapéutica” y tiene vocación pública. Tal vez por eso a su lanzamiento, enel pasco Bulnes, centro de Santiago, llegaron alrededor de 450 personas y se vendieron 200 copias. Y hasta el viernes ya iban 700 de las 1500 que se imprimieron. “Sabernos mortales es quizás unas de las características más distintivas de la especial medad'quenos franquea”, escribe Aurenque.
Y porque som animales enfermos, dice, somos también “bestias filosóficas”. Filosofía y medicina Enelcapítulo tres “Filosofía de la medicina”, leemos: “El objetivo del actuar médico y de su cúmulo de saberes no es ni técnico ni teórico, sino de tipo ético”. Y luego: “Filosofía y medicina se relacionan, pues, precisamente porque ambas refieren a la praxis vital misma”. Hablamos, entonces, de la salud o bienestar de las personas, también de salud existencial.
“La filosofía y la medicina tienen por lo tanto un origen común: la situación de crisis, Para la medicina, la enfermedad constituye un obstáculo, mientras que para la filosofía el conflicto radica en la tragedia de la vida”, escribe Aurenque.
“Cada uno de nosotros debe construir y decidir el proyecto vital propio a realizar”. Extraño, entonces, que la ilósofa cuestione la homogeneización, cualquiera, pero en particular la de la salud, la médica y la existencial; ella prefiere hablar de “saludes”. —¿ Por qué? “Como el ser humano es tan diverso, los cuerpos son diversos, también las culturas en las que estacómo se valoran o minusvaloran los cuerpos, las capacidades, todo es también contextual; por eso pienso quesi tomamosciertos ideales como dominantes, se oprime lo que es cada cuerpo.
El mensaje nietzscheano, que a mí me parece muy interesante, es conocerse a sí mismo, en el sentido de conocer lo que uno puede, los talentos que tiene, las falencias también, en vez de estar en una lucha permanente por llegar a un ideal que no existe —el cuerpo perfecto, la mente perfecta—, con lo que, en el fondo, lo que hacemos es despreciar lo propio que somos.
Eso es una permanente —¿ En qué redunda el reconocimiento de sí mismo? “Es distinto cuando reconocemos el cuerpo que tenemos, las capacidades y, de una u otra forma, en vez de luchar contra ellas permanentemente, las aceptamos e incluso nos sentimos orgullosos de ellas. Eso evidentemente significa proyectos vitales acordes a este nuevo orgullo. Así tienes una sociedad mucho más dinámica, personas podemos ser distintas y, justamente, menos homogéneas. Yo creo que es terrible la homogeneidad. Y, bueno, tendemos permanentemente a ella. O nos invitan, desde los medios o, no sé, por ejemplo Instagram y sus aplicaciones, donde los filtros nos hacen iguales.
Es impresionante, nos iguala a todos y todas”. Transgresión técnica Otra muestra de la absurda condición humana: nuestra capacidad cultural y técnica, aquello que, como muestra Aurenque en “Animales enfermos”, nos ha permitido sobrevivir y sobreponernos a nuestras carencias orgánicas, todo eso nos ha llevaAnimate ANIMALES ENFERMOS Diana Aurenque Stephan FCE, 2022,238 páginas, $14,900.
FILOSOFÍA ENTREVISTA | La filosofía como terapéutica do al paradójico resultado de hacer o estar cerca de hacer inhabitable el planeta, al menos para nosotros. —¿ Será que atender al cuerpo y recuperar el sentido de la Tierra, como dice Nietzsche y como muestra usted en su libro, significa renunciar a la superación técnica y cultural del animal que somos? “Mmm, uf. O sea, yo lo que pienso es que el ser humano llega a ser justamente, en la transgresión de su animalidad. Esa transgresión es técnica, cultural. Lo único que el ser humano trae por naturaleza es que es carente, todo lo demás parece ser una condición para poder volverse humano. Y en ninguna parte está escrito que, además de transgredir su animalidad, también vaya a estar en armoníacon la naturaleza. Que el ser humano use la tecnología, que destruya el planeta y que no sea consciente de eso, me parece la consecuencia másevidente de no sernatural.
Hay especies que a veces violentan a otras y destrozan hábitats, pero me da la impresión de que el ser humano con menos razón tiene algo así co¡ mo un sentido de equilibrio con la naturaleza”. Ahora parece que empezamos a tomar conciencia.
“La razón por la que hay más conciencia, pienso, es simplemente porque, para decirlo con Schopenhauer o Unamuno, empieza aestar la pulsión de que no me quiero morir o quiero vivir más o menos bien, y empieza uno quizás a cuidar más el planeta. Yo creo que por razones pragmáticas vamos a empezar... En realidad, ni siquiera sési está paando. Ahora todo el mundo habla del cambioclimático, pero recuerdo estar el 2005 en Alemania, cuando empezaron a salir los primeros estudios, y allá ya empezaban a hablar de la reducción de emisiones. Ahora estamos en el 2022 y todavía la gente sigue consumiendo paltas o productos de muy lejos sin darse cuenta de la huella de carbono que está detrás.
No sé, creo que la única razón por la cual podemos cambiar de opinión, al final, o mejorar prácticas, no es solamente por saber el daño que estamos haciendo, sino por sentirlo muy cerca”. —Por sobrevivencia de última hora. “Tal cual, ultima ratio, no primera (se ríe). Eso ya delo irracional que somos.
Porque si fuéramos tan razonables y tan racionales, hace rato tendríamos otra relación entre nosotros, con el medio ambiente, con los animales, El desastre climático y medioambiental es la mejor prueba de que no somos seres racionales”. —Dentro de su idea de la filosofía como terapéutica, en el libro recupera esa noción según la cual la filosofía es aprender a vivir y a morir. Y, podríamos agregar, aprender a enfermar y sanar. ¿La pandemia ha hecho que se replantee algunas de sus ideas? “Todas. Pero particularmente las de la muerte.
Me dio covid, no fue grave, pero con la obsesión por el síntoma, vivir sola, y estar con un montón de aparatos con los cuales medía permanentemente mi salud... Mi salud se medía por cosas, indicadores, no por cómo se sentía mi cuerpo. Si un indicador subía o bajaba, como la temperatura, mi sensación entera cambiaba. Igual yo soy un poco hipocondríaca, tengo que decirlo, pero me dieron crisis de pánico y yo trataba de pensar, pensar en la muerte. Y nada, no había respuesta. El cuerpo temía morir”. —¿ De qué se dio cuenta? “De queel temor a morir es una experiencia que no se piensa; ahílos pensamientos no calman al cuerpo. Hay que saber habitar un cuerpo que tiene miedo, queestá angustiado, y eso fue una cosa absolutamente imposible de hacer por mí misma. Ahora me terapeo (se ríe). Pero bueno, entender desde el cuerpo el miedo a la muerte creo que es algo que me regaló el covid. Creo que nunca había sentido angustia, había pensado la angustia, pero el covid me hizo sentirla y darme cuenta de que los pensamientos no son su! cientes.
Lo que sentimos, no sé, los pálpitos acelerados, las crisis de pánico, son cosas que le ocurren al cuerpo, biológicamente, y no lo podemos controlar simplemente con un “ya, esto no me está pasando”. Para mí fue una experiencia... Yo que escribo del cuerpo, de la muerte, era como 'no conozco mi po, no conozco nada, no sénada”. No, si fue un desastre.
Pero me alegro de haberme dado cuenta, porque ahora entiendo que muchas cosas que dije eran teoría (se ríe), y trato de revisarlas desde otro lugar”. la fragilidad hecha literatura y arte De la fragilidad de todo orden humano, de la salud y la enfermedad, de nacer y morir, de razones y sinrazones hablan otros dos libros recientes de autoras chilenas.
Uno es “Fronteras de lo real" (Hueders), de Andrea Kottow, un conjunto de "Ensayos sobre literatura, enfermedad y psicoanálisis”. Kottow estudió Literatura en la Universidad de Chile, es doctora en Historia de la Medicina por la Universidad Libre de Bertín y profesora de la Universidad Adolfo Ibáñez. “Sin padecimiento, pareciéramos creer nietzscheanamente, no hay conocimiento”, escribe. "La enfermedad se puede volver una plataforma crítica para cuestionar sistemas, sociedades, modelos... El otro libro es “Velar la imagen” (Mundana), de Paz López.
También son ensayos, que, en este caso, como anuncia el subtítulo, reflexionan sobre "Figuras de la en el arte chileno”. López es crítica de arte, profesora en la Universidad Diego Portales y dirige el centro de investigación Il Posto.
En su libro revisa obras, o mejor, piedades de Ronal Kay y Raúl Zurita, Carlos Leppe, Eugenio Dittborn, Natalia Babarovic, Las Yeguas del Apocalipsis, Juan Pablo Langlois y Juan Domingo Dávila. "Me gusta pensar la pietd”, escribe López, "como una imagen que condensa esos dos el del nacimiento y la muerte, es decir, una imagen de aquello que nos falta y que por eso mismo abre la posibilidad de la imaginación y el pensamiento”. do al paradójico resultado de hacer o estar cerca de hacer inhabitable el planeta, al menos para nosotros. —-¿ Será que atender al cuerpo y recuperar el senti do dela Tierra, como dice Nietzsche y como muestra usted en su libro, significa renunciar a la superación técnica y cultural del animal que somos? “Mmm, uf. O sea, yo lo que pienso es que el ser humano llega a ser humano, justamente, en la transgresión de su animalidad. Esa transgresión es técnica, cultural. Lo único que el ser humano trae por naturaleza es que es carente, todo lo demás parece ser una para poder volverse humano. Y en ninguna parte está escrito que, además de transgredir su animalidad, también vaya a estar en armonía con la naturaleza. Que el ser humano use la tecnología, que des truya el planeta y que no sea consciente de eso, me parece la consecuencia másevidente de no ser natural.
Hay especies que a veces violentan a otras y destrozan hábitats, pero me da la impresión de que ser humano con menos razón tiene algo así coun sentido de equilibrio con la naturaleza”. — Aunque ahora parece que empezamos a tomar conciencia.
“La razón por la que hay más conciencia, pienso, es simplemente porque, para decirlo con Schopenhauer o Unamuno, empieza a estar la pulsión de que no me quiero morir o quiero vivir más o menos bien, y empieza uno quizás a cuidar más el planeta. Yo creo que por razones pragmáticas vamos a empezar... En realidad, ni siquiera sé si está pasando. Ahora todo el mundo habla del cambioclimático, pero recuerdo estar el Alemania, cuando empezaron a salir los primeros estudios, y allá ya empezaban a hablar de la reducción de emisiones. Ahora estamos en el 2022 y todavía la gente sigue paltas o productos de muy lejos sin darse cuenta de la huella de carbono ES ra de la U. De que está detrás.
No sé, creo que la única razón por la cual podemos cambiar de opinión, al final, o mejorar prácticas, no es solamente por saber el daño que estamos haciendo, sino por sentirlo muy cel —Por sobrevivencia de última hora. “Tal cual, ultima ratio, no primera (se ríe). Eso ya delo irracional que somos. Porque si fuéramos tan razonables y tan racionales, hace rato tendríamos otra relación entre nosotros, con el medio ambiente, con los animales.
El desastre climático y medioambiental es la mejor prueba de que no somos seres racionales”. —Dentro de su idea della filosofía como terapéutica, en el libro recupera esa noción según la cual la filosofía es aprender a vivir y a morir. Y, podríamos agregar, aprender a enfermar y sanar. ¿La pandemia ha hecho que se replantee algunas de sus ideas? “Todas. Pero particularmente las de la muerte.
Me dio covid, no fue grave, pero con la obsesión por vivir sola, y estar con un montón de aparatos con los cuales medía permanentemente mi salud... Mi salud se medía por cosas, indicadores, no por cómo se sentía mi cuerpo. Si un indicador subía o bajaba, como la temperatura, mi sensación entera cambiaba. Igual yo soy un poco hipocondríaca, tengo que decirlo, pero me dieron crisis de pánico y yo trataba de pensar, pensar en la muerte. Y nada, no había respuesta. El cuerpo temía morir”. —¿ De qué se dio cuenta? “De queel temor a morir es una experiencia que no se piensa; ahílos pensamientos no calman al cuerpo. Hay que saber habitar un cuerpo que tiene miedo, queestá angustiado, y eso fue una cosa absolutamente imposible de hacer por mí misma. Ahora me terapeo (se ríe). Pero bueno, entender desde el cuerpo el miedo a la muerte creo que es algo que me regaló el covid. Creo que nunca había sentido angustia, había pensado la angustia, pero el covid me hizo sentirla y darme cuenta de que los pensamientos no son sufi cientes.
Lo que sentimos, no sé, los pálpitos acelerados, las crisis de pánico, son cosas que le ocurren al cuerpo, biológicamente, y no lo podemos controlar simplemente con un 'ya, esto no me está pasando”. Para mí fue una experiencia... Yo que escribo del cuerpo, de la muerte, era como 'no conozco mi cuerpo, no conozco nada, no sé nada”. No, si fue un desastre.
Pero me alegro de haberme dado cuenta, porque ahora entiendo que muchas cosas que dije eran teoría (se ríe), y trato de revisarlas desde otro lugar”. La fragilidad hecha literatura y arte De la fragilidad de todo orden humano, de la salud y la enfermedad, de nacer y morir, de razones y sinrazones hablan otros dos libros recientes de autoras chilenas.
Uno es de lo real" (Hueders), de Andrea Kottow, un conjunto de "Ensayos sobre literatura, enfermedad y psicoanálisis”. Kottow estudió Literatura en la Universidad de Chile, es doctora en Historia de la Medicina por la Universidad Libre de Berlín y profesora de la Universidad Adolfo Ibáñez. “Sin padecimiento, pareciéramos creer no hay conocimiento”, escribe. "La enfermedad se puede volver una plataforma crítica para cuestionar sistemas, sociedades, modelos... El otro libro es “Velar la imagen” (Mundana), de Paz López.
También son ensayos, que, en este caso, como anuncia el subtítulo, reflexionan sobre "Figuras de la en el arte chileno”. López es crítica de arte, profesora en la Universidad Diego Portales y dirige el centro de investigación ll Posto.
En su libro revisa obras, o mejor, piedades de Ronal Kay y Raúl Zurita, Carlos Leppe, Eugenio Dittborn, Natalia Babarovic, Las Yeguas del Apocalipsis, Juan Pablo Langlois y Juan Domingo Dávila. "Me gusta pensar la pietd”, escribe López, "como una imagen que condensa esos dos el del nacimiento y la muerte, es decir, una imagen de aquello que nos falta y que por eso mismo abre la posibilidad de la imaginación y el pensamiento”.