Autor: M. CORDANO y M. HERNÁNDEZ
El exceso de trámites está desgastando a los directores de escuelas públicas del país
El exceso de trámites está desgastando a los directores de escuelas públicas del país “El sistema que enseña aprendiendo”, señala a aprender no está Pablo González, profesor de Ingeniería Industrial de la U. de Chile y académico que forma parte de la “Línea de Valor Público y Educación” del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva de ANID, con respecto a la evidencia recopilada en múltiples estudios que advierte que los directores escolares del país están estresados. Tres son las principales causas de este agobio, explica: por un lado, está la presión de tener que interactuar con un gran número de actores y la carga emocional que esas relaciones conllevan. Por otro, la expectativa de tener que estar siempre disponibles para resolver sus problemas. Por último, destaca la constante presión burocrática que se ejerce sobre ellos, lo que supone exigencias administrativas que poco se relacionan con el liderazgo pedagógico. Estas incluyen llenar planillas o recopilar evidencia para rendir cuentas.
Este tercer punto es el que interesa especialmente a González y el foco de un estudio que acaba de publicar en coautoría con otros tres académicos, donde se plantea que el agotamiento profesional sigue siendo “inexplorado como repercusión de la burocracia”, a pesar de poner en peligro “el bienestar, la motivación y el rendimiento de estos funcionarios públicos”. Tras encuestar a 354 directores de establecimientos escolares (predominantemente públicos) entre 2018 y 2019, los datos, publicados recientemente, señalan que a mayor volumen de burocracia, mayor es el burnout de los directores, más aumenta la sensación de despersonalización y más crece la de baja realización personal. “Hay una sensación de que hay que cumplir con muchas exigencias administrativas y burocráticas que no sirven mucho, que no mueven la aguja. Sienten que el tiempo de ellos estaría mejor empleado en apoyar a los profesores, ser líderes de la escuela”, explica González.
“No está claro el beneficio que tiene eso que se les exige; para qué se usa o qué efecto tiene”, señala el académico, quien advierte que para reducir estos efectos nocivos en la salud y autoestima de los directores, un primer paso es “definir y explicar propósitos.
Cuando tú cumples con una exigencia y entiendes para qué es, deja de ser una carga porque tiene un sentido”. Las agencias públicas continúa “deberían coordinarse bien y no pedir lo mismo en distintas formas”. Esto, a propósito de que muchas veces, diversas organizaciones solicitan enviar un mismo documento a diferentes plataformas, por ejemplo. Los resultados del estudio no sorprenden a Bernardita Yuraszeck, presidenta ejecutiva de Impulso Docente, quien destaca que la investigación confirma un problema que han observado en los últimos años. “Sin desmerecer lo relevante que es tener un sistema de rendición, y que haya cierta fiscalización, hoy hay muchos procesos que son innecesarios, que se duplican, triplican, multiplican y que se podrían simplificar”, dice.
De hecho, hace semanas y junto a Florencia Mingo, Yuraszeck indicó en una columna publicada en este diario que representantes de establecimientos del país le han relatado que deben subir un mismo plan de mejoramiento a siete portales distintos y que otros trámites, como atender una sola denuncia por convivencia escolar, pueden tomar hasta 72 horas hombre, entre indagatorias, informes, firmas y respuestas. Sobrecarga y estrés Este problema no solo afecta a escuelas públicas. Les ocurre “a todos los que reciben subvención del Estado: municipal, SLEP, o particular subvencionado”, agrega Yuraszeck.
Manuel Urrutia Torres, director del Instituto Politécnico María Auxiliadora de Puerto Montt (un establecimiento particular subvencionado y gratuito), confirma el desgaste y asegura que “la falta de diálogo entre las propias instituciones que regulan el sistema educativo hace que los colegios estemos muy sobrecargados en términos administrativos”. La consecuencia, dice, es que “la calidad de la educación no mejora”. Francisco Javier Blanco, director del Colegio Bicentenario Madre Ana Eugenia de Pudahuel, plantea que “la carga administrativa sobrepasa de manera interna y externa la cuestión académica”. Y detalla que, por ejemplo, responder una denuncia de un apoderado realizada a través de la Superintendencia de Educación implica mucho desgaste, ya que “nos hace responder varios puntos en tres a cinco días hábiles (... ). Eso genera mucho nivel de estrés porque además nos pueden multar económicamente con reducir la subvención”. Yuraszeck afirma que este desgaste puede resolverse “con voluntad”, generando interoperabilidad entre distintos organismos públicos para facilitar el traspaso de información.
Por ejemplo, dice, “en vez de que los colegios suban todos los años los certificados de antecedentes del personal, que son súper relevantes, deberían traspasarse esas actualizaciones y así levantar alertas si fuera necesario”. La presidenta ejecutiva de Impulso Docente también sugiere revisar la intervención de terceros en procesos judiciales de los establecimientos, que según los antecedentes que ha recibido, ha provocado una “sobrejudicialización” en trámites que “se deberían poder resolver al interior de la escuela”. Por eso, recomienda “generar cambios o mirar el todo de la normativa para ver en qué casos vale la pena que la Superintendencia (de Educación) intervenga”. Y añade: “Hoy día hay poca discriminación de qué es lo que se judicializa hacia afuera, y sería bueno identificar cuáles de esas cosas deben volver a resolverse al interior de la escuela con procedimientos claros y con mecanismos de mediación, pero que eviten un montón de burocracia y de papeleo, y una tardanza en la resolución de temas que también afectan al proceso formativo, que es el objetivo de una escuela”. Coincide Soledad Ortúzar, directora del Centro de Innovación en Liderazgo Educativo (Ciled) de la Facultad de Educación U. del Desarrollo, quien afirma que “la evidencia es clara: cuando los directores pueden enfocarse en apoyar a sus docentes, mejorar la convivencia escolar y gestionar los recursos pedagógicos, los estudiantes aprenden más. En ese sentido, la burocracia excesiva atenta contra eso”. Ortúzar concluye: “Hay que revisar críticamente las normativas y reducir la carga administrativa real. Muchas veces se legisla pensando que más regulación es mejor para el sistema. Pero en educación, más burocracia no significa mejores resultados. Necesitamos políticas que liberen tiempo para liderar pedagógicamente”.. También afecta a otros establecimientos que reciben subvención del Estado. Para resolverlo, expertos plantean optimizar el traspaso de información entre distintos entes públicos, entre otras medidas.
Nueva investigación revela que a mayor burocracia, más crece el burnout y cae la realización personal: La burocracia y el desgaste que enfrentan los directores de establecimientos que reciben aporte del Estado hacen que les sea difícil apoyar a sus docentes y que puedan liderar en el área pedagógica, afectando la calidad de la educación, indican los especialistas.