Autor: Gonzalo Valdés Director Centro de Políticas Públicas UNAB
El enredo del poder
Efinir la distribución del poder es una de las tareas más relevantes de los próximos convencionales para Chile. El éxito en esta materia implica superar una serie de obstáculos: se debe lograr que el nuevo sistema político genere apoyo de la ciudadania, que sea estable, y que dé gobernabilidad a nuestro país. Esto no será fácil. Para tener apoyo ciudadano el sistema debe cuidar las raíces culturales de la política. Para la ciudadanía es natural votar directamente por sus autoridades (especialmente por el presidente) y que gane el que más votos saca. Es decir, sistemas mayoritarios en que se vota por persona (no por partido). En contraste, para ser estable el sistema político debiese ser capaz de procesar nuestra propensión al multipartidismo. Hoy existen 25 partidos políticos aprobados por el Servel, y 16 están presentes en el Congreso, pero los ciudadanos no se sienten representados y piden la entrada de independientes. Aunque ningún sistema de gobierno es capaz de procesar tal fraccionamiento, los sistemas parlamentarios multipartidistas son los que mejor pasan esta prueba.
Es decir, sistemas proporcionales en que se vota por partido (no por persona), y son los partidos los que eligen al jefe de gobierno (primer ministro). Ambas visiones son contradictorias, por lo que nuestro actual sistema ha intentado una solución intermedia: se vota por persona, se elige presidente directamente, y el Congreso es electo mediante un sistema proporcional. Diversos autores llaman a este sistema la “difícil combinación”, ya que crea un Congreso fraccionado, presidentes sin mayoría y lo hace inestable políticamente. Las propuestas parecen, hasta ahora, insuficientes. Se discute un sistema parlamentario sabiendo que la figura del presidente difícilmente será eliminada. Se habla de sistema semi-presidencial multipartidista, sin elaborar por qué éste evitaría la hiper fragmentación actual del Congreso. Se propone un sistema electoral mayoritario que es y será fuertemente resistido por los políticos. Las propuestas debieran apuntar a lograr orden en las filas oficialistas, bajar el nivel de fragmentación, propiciar gobiernos con mayoría, y lograr que el sistema cuente con apoyo popular y de los políticos. Los constituyentes deben buscar nuevos espacios de negociación para sortear este enredo, ya que la dupla sistema de gobierno y sistema electoral no parece resolver el problema.