"Un pastel para dos"
"Un pastel para dos" CINE "Un pastel para dos" LABIOS PINTADOS EN OTRAS PELÍCULAS con directores iraníes ha sucedido algo similar. La pareja compuesta por Maryam Moqadam (también actriz) y Behtash Sanaeeha (antes actor), son autores acosados y detenidos en su país, mientras sus obras son premiadas en festivales europeos. En esto, eso sí, se mezcla la calidad artística con el gesto político y protector.
Al momento que "Un pastel para dos" se exhibía en el Festival de Berlín, donde ganó el Premio del Jurado Ecuménico, el Tribunal Revolucionario Islámico montaba un caso contra Moqadam y Sanaeeha, les prohibía salir del país y los castigaba con un cargo insensato: filmar una película vulgar que difundía el libertinaje y la prostitución.
Esta es una historia de amor con algo de comedia y finalmente sabor a tragedia, inundada por la vejez, con protagonistas que andan por los 70 años y son personas gastadas en un país donde en el interior de las casas, sus pensamientos y colores, son muy distintos a los del exterior, por parques o en calles, que es por donde vigila la Policía de la Moral.
Mahin (Lili Farhadpour) es una enfermera jubilada, sus hijas viven en el extranjero y solo se reúne, cada vez menos, con un grupo de amigas, donde alguna habla de otra cosa, pero la energía vital desgastada las impulsa al tema favorito e inevitable de viejos y viejas: la enfermedad.
La película ronda ese tema y no se despega de sus descripciones, achaques, farmacias y remedios, y quizás permanece más de la cuenta en el pabellón de los jubilados; se podría decir que se estaciona demasiado tiempo en el mismo sitio. Por eso, cuando decide moverse y salir de esa meseta narrativa, lo que queda es un espacio abierto e inesperado, breve y conmovedor. Mahin, dentro de su casa, deja libre su pelo canoso y no hay hiyab ni velo islámico que la cubra.
A veces, cuando está en su dormitorio y se mira en el espejo, vuelve a lo que hacía de joven y antes de la revolución, cuando vestía zapatos de taco alto, vestidos escotados y se maquillaba. Y es lo que hace, porque es vieja pero todavía resiste: labios tono carmesí, polvo en las mejillas, pintura en las uñas, color sobre los párpados. Esta mujer viuda y solitaria, con problemas en las rodillas y sobrepeso, en un restaurante para jubilados y en una mesa contigua, descubre algo prohibido: un hombre que le puede hacer compañía.
Se llama Faramarz (Esmaeel Mehrabi), hace 20 años es taxista, antes fue soldado y es un veterano de la revolución, con el que quizás, en su casa, dejarán afuera las enfermedades y recetas médicas, para tomar una copa de otra cosa prohibida: vino, y así descorchar esa gran botella que guarda.
Sería todo un tema hablar de sus vidas pasadas, poner música, incluso bailar y Maihan, cómo no, después de pasar por el molde y el horno, prepararía su pastel favorito. "Keyke mahboobe man". Irán Francia Alemania, 2024. Directores: Maryam Moqadam y Behtash Sanaeeha. Con: Lili Farhadpour, Esmaeel Mehrabi. 97 minutos. En Mubi. POR Antonio Martínez.