Autor: Por Felipe O'Ryan y Pablo Eguiguren
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Qué pasó con la capa de ozono? Algo de optimismo para Greta y el medio ambiente
N los años 80 y 90, el agujero de la capa de ozono era la crisis climática del momento. El pronóstico era apocalíptico: la tasa de cáncer a la piel seiba a disparar, algunas plantaciones de alimentos claves para la humanidad podían extinguirse y una serie de especies acuáticas desaparecerían.
Pero ese escenario de fin del mundo parece haber sido cancelado: un estudio de la ONU demostró que el ozono ha ido recuperándose, y que el agujero en el Polo Norte podría estar cerrado para 2030 y el de la Antártica para 2060, todo gracias a una regulación adecuada y la cooperación global.
En medio del pesimismo que genera el actual escenario medioambiental (donde sí hay razones para estar preocupado), y de la cada vez más cercana cumbre COP25 de diciembre, una serie de expertos explican que ejemplos del pasado demuestran que estas crisis pueden ser superadas si gobiernos, privados y ciudadanos cooperan. Eso sí, advierten que el caso del cambio climático podría ser más difícil, pero no imposible. “Hay una percepción de que no estamos haciendo nada como humanidad. Casi como si estuviéramos destinados a la extinción. Pero estamos haciendo cosas”, dice Cristián Bonacic, ecólogo de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la UC. La primera prueba de que la cooperación podía superar problemas climáticos se vio en los años 40. Pocos años antes de que terminara la II! Guerra Mundial, los habitantes de Los Angeles, EE.UU., creyeron que los japoneses estaban usando armas químicas sobre ellos. Al aire libre, los ojos se ponían rojos y llorosos. Una niebla densa se posó sobre la ciudad y de un extraño rojo los atardeceres. “Era el esmog fotoquímico causado por derivados de combustibles fósiles”, explica el investigador Rodrigo Seguel, del Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia de la U. De Chile. “Pero las universidades, los organismos del Estado y las instituciones ambientales se organizaron y se dio solución a ese problema en los años 60. Las leyes contra el esmog en la ciudad que salieron en Los Angeles se replicaron luego en todo EE.UU. E, incluso, en otras partes del mundo”, recuerda el experto. Difícil, pero no imposible Otro ejemplo de mayor escala fue el de la lluvia ácida. En los años 70 y 80, el fenómeno estaba matando los bosques europeos, haciendo más ácidos los lagos hasta que no pudieran albergar vida. “Será uno de los problemas ambientales más críticos para Europa en las próximas décadas”, decía una portada del The New York Times en 1979. Pero, ¿hay hoy alguien que esté hablando de la lluvia ácida en Europa? No Lluvia ácida era causada principalmente por emisiones de dióxido de azufre de las centrales eléctricas a carbón. Pero una serie de alianzas y tratados, como uno firmado por países europeos en Helsinki en 1985, y otro posterior en 1991 entre Canadá y EE.UU., crearon mecanismos que terminaron reduciendo el problema. “En muchos casos la contaminación era generada en países como Inglaterra, pero afectaba a los países nórdicos. Por eso, estos acuerdos fueron la primera demostración de que se podía impactar de un país a otro, generando una coordinación entre países por el ambiente”, dice Bonacic, de la UC. Si el problema de Los Angeles fue a nivel ciudad y el de la lluvia ácida a nivel continental, el de la capa de ozono fue a escala global. En 1987, se firmó el Protocolo de Montreal, con el que 180 países prohibieron una serie de productos que agotaban el ozono en la atmósfera, como los spray con CFC. De todos modos, el cambio climático promete ser más complejo de solucionar que todos estos problemas del pasado. Esto, porque tiene muchas causas diferentes y estas están profundamente arraigadas en nuestra forma de producir y consumir como sociedad global.
En ambos casos, las preocupaciones tanto por las emisiones que afectaban a otros países como por el trade-off entre emisiones y crecimiento económico fueron mucho menos severas”, comenta el profesor Steve Cicala, de la Universidad de Chicago. “El cambio climático tiene que ver con muchos sistemas a la vez: cómo producimos energía, la forma de hacer agricultura, la economía, entonces hay demasiados intereses”, agrega Seguel, de la U. De Chile. Pero, de todas formas, todos los académicos creen que el problema se puede superar. “La creatividad del hombre siempre ha podido destrabar este tipo de coyunturas. Es complejo, pero soy optimista”, dice Seguel. “Hay muchos más ejemplos de cooperación que termina en soluciones. No estamos irremediablemente destinados a la extinción”, acota Bonacic. “Se solucionará con un cambio de paradigma. Ya hay sociedades que lo están haciendo, como acá, en Dinamarca. Debería haber una tendencia humana hacia buscar esa forma de vivir”, dice desde ese país Fernando Farías, asesor del Centro de Cambio Climático de la U. De Dinamarca.
La nueva primera ministra de ese país, Mette Frederiksen, tras alcanzar su puesto en julio pasado, ha logrado una serie de pactos políticos para reducir emisiones contaminantes en menos de 70% de los niveles de 1990 para el 2030.
Expertos chilenos e internacionales explican cómo la cooperación y regulaciones adecuadas han podido solucionar problemas ambientales críticos.