Autor: ARIEL DIÉGUEZ
"Quedé enterrada en el escombro””: libro recopila testimonios de sobrevivientes del terremoto de Chillán
Este martes se cumplen 84 años del sismo que se estima mató a 24 mil personas La ciudad quedó destruida, pero habitada, cuenta el arquitecto y académico de la Universidad Católica Alejandro Crispiani. Enía como 13 años, estaba acostada con mi hermano. Mi hermana quiso salir, pero se trancó la puerta y no pudo. Después de que pasó el terremoto, se abrió sola y mi hermana salió. Mi casa se cayó toda y yo quedé enterrada en el escombro. No me pasó nada. Yo estaba acostada en una cama con mi hermano, se hundió el somier.
El catre era de fierro y le quebró el “Tenemos, como país, una deuda con las historias locales”, dice Soledad Díaz de la Fuente, directora ejecutiva de la Fundación Aldea. pecho a mi hermano y los médicos gringos lo atendieron. Dormíamos las primeras semanas en el patio y luego, con pocas latas se hizo una mediagua y ahí dormíamos, porque seguía temblando, seguía temblando. Caminábamos una cuadra y no había una casa en pie. Todo en el suelo. En la población todo era de adobe y se cayó al suelo.
Yo veía cómo caían las tablas de la casa y pensaba que era el fin del mundo, y tantos muertos que los echaban así no más al cementerio, en una fosa. el testimonio de Alicia Silva Contreras, que nació en 1927, es uno de los que aparecen en el libro llán 1939: catástrofe, memorias y patrimonialización”, que examina el terremoto que ocurrió en esa ciudad en 1939. La tierra comenzó a remecerse a las 23:32 horas del 24 de enero.
El movimiento alcanzó 7,8 grados, según el Centro Sismológico Nacional, y borró la que años más tarde se convertiría en la actual capital de la Región de Nuble. 24 mil personas murieron, pero sólo 5.685 fueron identificadas. "Los sobrevivientes que quedan eran niños y niñas en ese tiempo. Entonces son memorias de la infancia”, cuenta Soledad Díaz de la Fuente, directora ejecutiva de la Fundación Aldea, institución que recopiló los testimonios. Hijos, nietos y bisnietos de los sobrevivientes también contaron sus historias. "Vieron la posibilidad de dejar en algún lugar la memoria de sus familias”, explica. Uno de ellos fue Marco Rodríguez, que relató lo que les pasó a sus bisabuelos: casi toda la familia salió de la casa en pleno terremoto. Casi, porque la mamá no pudo hacerlo. “Entonces el caballero se devolvió a buscarla. Todo el mundo le dijo que no, pero él fue, no más, Al final murieron los dos”, relata. Para Soledad, todos estos testimonios son una lección. "Tenemos, como país, una deuda con las historias locales. las historias asociadas a los terremotos cambian las vidas. Tenemos esa memoria de los desastres socionaturales y seguimos pensando como en función de la historia patria, los héroes, los monumentos a cierta historia”, reflexiona. El difícil comienzo Alejandro Crispiani, arquitecto y académico de la Universidad Católica, escribió “Chillán, ciudad sitiada”, otro capítulo del libro, que relata los tres meses posteriores al terremoto. “La ciudad estaba completamente destruida, pero de todas maneras habitada. Si bien hubo muchos intentos de que se abandonara, quedó habitada. Esto fue todo un problema administrativo, humano, social, etcétera”, dice. "Había muchas urgencias. Había muchas personas que no tenían servicios, porque todos habían colapsado. Había muchos heridos, había personas a las que había que darles alimentación. Además, había que retirar los cuerpos, porque eran un peligro para la propagación de epidemias”, cuenta. Los militares se hicieron cargo de la ciudad. El jefe de plaza y el alcalde comenzaron a dirigirla. Incluso decretaron una especie de servicio militar obligatorio para retirar los escombros. "Hubo muchísimos casos de niños perdidos, cuyos padres murieron y que quedaron deambulando por la ciudad”, explica. Crispiani dice que la prevención de riesgo de terremotos comenzó en ese momento. “Trabajar la ciudad antisísmica es algo que se viene haciendo desde ese momento. A partir de Chillán se tomaron varias iniciativas que estaban destinadas a prevenir y a construir de otra manera”, analiza.
La encargada de la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán, que también participó en este proyecto, explica que la ciudad que se construyó después del terremoto es muy estudiada, porque se considera un ejemplo de planificación urbana. "El terremoto está muy presente, porque aún hay testigos presenciales. A través de sus relatos, las generaciones más recientes hemos podido acceder de manera directa a esa experiencia. También el terremoto está ligado al exitoso proceso de reconstrucción que se generó bajo el paradigma de la arquitectura moderna”, cuenta.
El vals de Víctor Manuel Acosta también prueba lo profundo que caló el terremoto:Corrí por las calles como enloquecido buscando a mi padre sin poderlo hallar si está vivo o muerto bajo los escombros bajo los escombros del que fue Chillán.