Autor: POR Victoria Abaroa. FOTOS: Sergio Alfonso López.
El balance de la maternidad después de los 40
Espués de refrescar, por quinta vez, la página en la que debían aparecer los resultados de su examen de sangre, María Jesús Halabi (4D), terapeuta integral, encontró el archivo que tanto esperaba. Apenas abrió el PDF, sus ojos se precipitaron a las letras en negrita: “Gonadotrofina coriónica”. Tratando de descifrar el título del archivo, sus ojos escanearon el documento. La página mostraba una tabla con tres columnas tituladas días posovulación, media e intervalo SD. María Jesús llamó a la clínica donde se hizo el tratamiento de fecundación ¿ n vitro, para preguntar qué significaban esas cifras. Su respiración se había agitado y sentía una opresión indescriptible en el pecho mientras esperaba que le respondieran. Señora Halabi —dijo la enfermera al otro lado de la llamada. —No entiendo nada, ¿qué son estos números? ¿ Es esto normal? ¿ Cómo se supone que sepa?—. María Jesús no paraba de hacer preguntas. Tal era su confusión que no prestaba atención a las palabras de la enfermera. Finalmente, escuchó la noticia. —Señora Halabi, usted está embarazada —le dijo la enfermera. María Jesús se quedó en silencio por unos segundos. Sintió una alegría que no podría comparar con ninguna que haya sentido antes. Llevaba más de cinco años tratando de ser mamá. Un objetivo para el cual se sometió a un arduo proceso, que incluyó una operación, tres ciclos de inseminación asistida fallidos, y dos fertilizaciones in vitro. Agradece el hecho de haber tenido a Elías, hoy de un año, cuando tenía 40: —Ya había viajado, estudiado, tenido dos emprendimientos, tantas cosas.
Que mi maternidad haya llegado ahora permite que tenga disponibilidad para mi guagua completamente, María Jesús Halabi es parte del creciente porcentaje de mujeres chilenas que se embarazaron después de los 40, una cifra que, según las últimas estadísticas vitales del INE, alcanzó un 5% en 2021. Si bien la curva más alta se encuentra en el intervalo entre 30 y 34 años, con 29%, las cifras de nacimientos correspondientes a intervalos posteriores también se han incrementado.
El porcentaje de mujeres que tenían a su primer hijo después de los 36 años en 1980 solo alcanzaba un 2%; en las décadas actuales ha sido cercano al 10%. Vic, actriz (48), IN A (ES EN 2021, EL 5% DE LAS MADRES CHILENAS TUVO A SUS HIJOS DESPUES DE LOS 40, SEGUN EL INE. MUCHAS SE CONSOLIDARON PROFESIONALMENTE Y, VARIAS, RECURRIERON A TECNICAS DE FERTILIZACIÓN ASISTIDA. POSTULAN UNA “CRIANZA AO) RECONOCEN SUS MIEDOS.
“ESTAMOS TRATANDO DE DARLE AL CLAVO, PERO COMETEMOS ERRORES”, DICE UNA DE ELLAS. tatiana Jadue, psicóloga de SFG Fertility, retrata a las madres mayores de 40 como una generación bisagra entre las madres jóvenes de hace unas décadas y las de hoy que no desean tener hijos. —Las de 40 decidieron aplazar la maternidad por una realización personal, que tiene que ver con lo profesional, con el establecimiento de pareja y con tener vivencias que antes no les eran permitidas a todas. La socióloga de la Universidad Diego Portales, Martina Yopo, lo constató mientras investigaba para su tesis doctoral para la Universidad de Cambridge. Un trabajo para el que entrevistó a mujeres de entre 18 y 80 años, para conocer sus experiencias en torno a la maternidad. “A las mayores, cuando les preguntaba ¿ cómo decidió ser madre?, me respondían: ¿ Decidir qué? Entonces no era una opción. Tú no pensabas si querías tener hijos, si no querías tener hijos, cuándo querías tenerlos, ni bajo qué circunstancia”, explica.
Ricardo Pommer, director de la Unidad de Medicina Reproductiva de Clínica Monteblanco, señala que “el cambio se produce porque hace 40 años partieron las políticas públicas fuertemente, y en los últimos 30 aparecieron grandes programas estatales para prevenir el embarazo no planificado”. El médico explica que las mujeres comenzaron a postergar su maternidad por diversas razones. Destaca, en primer lugar, porque pueden expresar su sexualidad sin quedar embarazadas y, en segundo lugar, por su vida profesional. “Ya no aparece la antigua respuesta: “Ser cuando les preguntaban a las niñas qué querían ser cuando grandes. Eso se acabó”. En abril de 2021 fue la primera vez que la actriz Aranzazú Yankovic (48), mamá de Benicio, de cuatro años, fue al programa MILF como panelista invitada.
Claudia Conserva, Francisca Merino, Berta Lasala y ella conversaban distendidamente acerca de sus vidas, parejas y maternidad cuando Aranzazú, en ese entonces de 46 años, sorprendió a sus compañeras con la edad en que había sido madre. Recién en 2018 comenzó a contemplar la idea luego que su pareja le comentara que tenía ganas de ser papá. Aranzazú pensó que no tendría problemas para embarazarse; sin embargo, cuando fue al doctor, le dijeron que tenía muy pocos óvulos, por lo que se mentalizó para hacerse una fecundación in vitro. Aquello no fue necesario, Tania Henríquez, publicista, mamá de Manuela, de 2 años. pues quedó embarazada tres días antes de cumplir 44 años.
La actriz explica que tener un hijo “es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero también lo más cansador que me ha pasado en la vida”. —Lo más cansador es que uno tiene que posponer sus propios deseos por el de tu hijo, estar ahí; poner mucho de ti misma, ayudarlo, criarlo, y logré la autosuficiencia. Es alguien que totalmente depende de uno, entonces eso es fuerte, sobre todo en los primeros años. Significa mucho trabajo y en las redes sociales se tiende a idealizar. Yo amo mi hijo por sobre todas las cosas, pero no puedo negar que es un trabajo súper fuerte y que alguien muy joven no podría, no le corresponde; le quitaría su libertad.
Destaca que le ha servido para estar más activa, ya que le quiere enseñar a su hijo a través del ejemplo. —Es horrible para un niño que está creciendo que vea que su mamá está echada todo el día, en pijama, viendo Netflix, cosa que quizás sí hacía cuando no era mamá. Muchas mujeres te preguntan, ¿cómo te quejas?, si ser mamá es maravilloso, y sí, pero también creo que igual uno se puede quejar.
Si bien logró quedar embarazada naturalmente después de sus cuarenta y sin dificultades, ella es un caso entre cientos, ya que la posibilidad de quedar embarazada a esa edad es de un 5%. La directora del Laboratorio de Fecundación In Vitro y socia fundadora de SG Fertility Chile, Francisca Jeria, menciona que a mayor edad, es más frecuente que surjan anomalías cromosómicas.
Explica que estas pueden tener tres implicancias, la más frecuente es que el embrión no se implante y la paciente no se La segunda es que ese embrión se implante, pero que se produzca un aborto, y la última es producto de una anomalía cromosómica que el niño nazca con alguna patología o síndrome.
El presidente de la Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva (Socmer), Alejandro Manzur, explica que el riesgo no solo es para los hijos, sino también para las madres: “En el grupo de la embarazadas mayores de 40 años se concentran pacientes con hipertensión preexistente, diabéticas o prediabéticas y con más obesidad, que son situaciones de riesgo para cualquier gestante”. El doctor Ricardo Pommer, enfatiza, sin embargo, que las mayores de 40 no son quienes registran mayores complicaciones: “En el mundo de la infertilidad igual tenemos pacientes con patologías, pero en general están más controladas, porque es un acto voluntario, planificado y organizado”. La socióloga Martina Yopo plantea que hay muchas mujeres que optan por retrasar el embarazo forzadas por las nuevas exigencias económicas que conlleva ser una “buena madre”. —Un ideal que se genera a partir de parámetros normativos que involucran un conjunto de prácticas de consumo: qué tipo de ropa compras, qué tipo de chupete o de mamadera, y hay toda una industria. Tales parámetros se vuelven aún más difíciles de cumplir en un país con escasas políticas públicas en torno a la maternidad. Era 2016, antes de la pandemia, Solange Barros (46), publicista, mamá de Vicente, de 6, ya experimentaba su propia cuarentena. Aunque le dijeron que hiciera una vida normal, no salió de su casa por diez días a la espera del resultado de la implantación del embrión. Admite que criar a su hijo ha sido cansador.
“Vicente está en una etapa en la que lo único que quiere es jugar, pero mi marido y yo estamos más viejos, entonces no tenemos tanta energía como para ir corriendo detrás de una pelota”. Justamente por eso intenta mantenerse en forma.
“Nunca en mi vida había ido al gimnasio, y el año pasado fue la primera vez, porque quiero estar más ágil”. La psicóloga Tatiana Jadue comenta que la experiencia de cansancio en la maternidad es “muy particular de cada persona.
Sin embargo, sí he oído bastante que se produce una revitalización al ponerte en contacto con alguien que te necesita para vivir”. María Jesús Halabi comenta que “de repente me cuestiono que podría haber tenido a mi hijo más joven, pero también tiene que ver con cómo se decide vivir la vida... Cuando mi hijo tenga diez años, yo tendré 50; entonces, obviamente, quiero estar saludable”, explica Aranzazú complementa: —Soy afortunada de haber tenido un hijo después de los 40, laboralmente estaba realizada; he hecho muchas cosas que mi libertad me lo permi No es que haga renuncias porque soy mamá, pero sí hay más miedos de hacer algunas cosas, porque estás más preocupada de tu hijo, y a veces tienes que posponer tus deseos. Varias de estas madres han recurrido a técnicas de fertilización asistida. Tania Henríquez (45), publicista, mamá de Manuela, de 2 años, recuerda, emocionada, cuando ingresó a Criobank. Com, un "Me ha encantado esta edad, más que nada por la madurez emocional.
Tengo estabilidad, ya sé qué quiero, para dónde voy”. banco de espermas ubicado en California. —Estuve varios meses buscando el donante, porque yo tengo tiroiditis crónica; mi papá tiene diabetes y hay diferentes enfermedades dentro de mi familia, que obviamente uno las va cargando genéticamente a los hijos. Entonces, quería encontrar a un donante lo más sano posible. Fue un momento decisivo: —Las mujeres tenemos un reloj biológico que yo nunca me imaginé que jugaría en contra. Fue como llegar a los 40, despertar y preguntarme por qué no fui mamá antes. Me vino un urgimiento que nunca sentí antes.
Recuerda el proceso de fertilización asistida: —No sé de dónde saqué fuerzas para inyectarme todos los días, ser súper rigurosa, que no me doliera y luego seguir con la rutina del día, porque la vida sigue. Me inyectaba a las ocho de la mañana y me iba a la oficina. Los doctores te dicen que uno siga con su vida normal, pero para uno no es así. Para uno este es un proceso único. Al primer intento fallido, dije, esto no es para mí, es un desgaste emocional enorme y obviamente un gran gasto monetario. Pero después lo volvía a intentar, porque quería ser mamá, no estar sola, entregarle amor a alguien. Tania es abierta con respecto a que su hija fue dono-concebida y agradece que su entorno lo haya aceptado de buena manera. Para ella, las mayores dificultades se relacionan con el juicio histórico de una madre que cría sola.
No se acepta que sea una opción. —Desde siempre se ha pensado que sucede porque el hombre abandonó a la mujer o eventualmente se separaron y el papá nunca más se hizo cargo de los hijos. Me siento súper responsable por la Manuela.
Si se enferma, obviamente, tengo la red de apoyo que son mis papás y mis hermanos, pero soy su soporte cien por ciento desde lo económico hasta lo emocional; entonces, tengo ese peso, Al principio, tenía dudas. Me decía que quizás no sería capaz. Dice que su hija aún no ha preguntado sobre cómo fue concebida. —Para mí es súper importante también transmitírselo. Le relataré la historia real, que es una historia de amor. No le diré: Tu papá se fue, nos dejó o no está.
María Jesús Halabi recuerda lo estresada que se sintió durante su proceso de fertilización in vitro. —Tu cuerpo está con hormonas diferentes; el proceso involucra un costo económico, tienes la preocupación de si resultará o no, más la presión externa que te recuerda que ya tienes más de 40, entonces es complejo. En mi caso, como no resultaba la fertilización, empecé a pasarlo muy mal, me sentía frustrada. Aborda el debate de la fertilización asistida: —Puede haber personas que lo encuentran poco ético, pero no es lo que yo pienso. Encuentro que es bastante personal.
Solange Barros matiza con situaciones específicas, como el caso de la española que tuvo hijos a los 60 años tras implantarse un embrión luego de la muerte un hijo. —Es distinto una pareja, que llevan tiempo juntos, tienen muchas ganas de ser papás y no han podido. En esos casos estoy totalmente de acuerdo. La psicóloga infantojuvenil de la U. De Chile, Marcia Letelier, explica que las madres de 40 años suelen tener cuestionamientos con respecto al establecimiento de límites. Las caracteriza como “mujeres muy abiertas a escuchar, a transparentar su propia experiencia y con muchos deseos de hacer cambios.
Madres con varios fantasmas de su infancia que no quieren repetir”. Letelier detalla que estas mujeres se tratan de diferenciar de sus padres, que criaban desde el autoritarismo, intentando acercarse a un nuevo modelo de maternidad, la crianza respetuosa, cuyo foco está en satisfacer las necesidades de los niños y no de sus padres. —En estas madres mayores encontramos una dicotomía que se manifiesta en escuchar al niño o la niña, explicarle cómo deben comportarse y esperar la respuesta del niño. Si esa respuesta no se cumple, el castigo aparece como una posibilidad, y la madre se angustia; como una acción desesperada ante no saber qué hacer. Si bien este comportamiento también se da en las madres más jóvenes, en las mayores ocurre con mayor facilidad. Solange Barros revela: “En ocasiones, me pongo autoritaria y quiero que él haga lo que yo digo, pero trato de ser empática con él.
A veces lo reto, le subo la voz o le grito, pero siento que su respuesta a esta conducta no es buena”. Reflexiona en torno al proceso de maternidad: —Me han explicado que durante la crianza uno vive constantemente duelos por los hijos que van creciendo. Cuando Vicente sea adolescente, ya solo quedará en mi memoria cuando era chiquitito, esa guagúlita que era ya no será más. Es la magia de verlos crecer. Añade: —Ma sido difícil, porque uno quiere hacerlo todo bien. Los primeros meses tuve dificultades con la lactancia, que es un tema que no se habla mucho.
Quizá lo más difícil de ser padre es ir tomando conciencia de que uno puede querer algo para su hijo, pero ese hijo está desarrollando su propia conciencia, una persona independiente a ti, y uno solo le va mostrando un camino. Aranzazú Yankovic señala que veces no se ponen límites simplemente por cansancio. Recuerda una pataleta que le dio a su hijo en el supermercado, cuando ella se negó a comprarle un dulce: “Traté de ser amable, pero decirle que no, para que maneje la frustración. En la generación de mis papás eran muy estrictos y quizás la mía ha sido muy relajada. Ahora estamos tratando de darle al clavo, pero siempre uno comete errores”. María Jesús Halabi también intenta criar desde la empatía. También ejemplifica con una pataleta.
“Lo bajo de la silla, me pongo a su altura y le digo está bien que llore y que se sienta frustrado, pero tiene que aprender que eso no se hace”. Reflexiona que no existe una maternidad perfecta, y plantea que cada generación se va adaptando a su tiempo.
“Mi mamá se quedó separada con tres niñitas a los 24 y finalmente la manera autoritaria fue la forma que ella tuvo para criarnos”. María Jesús dice que espera que su hijo sea un “hombre pro”, por lo que ya le está enseñando a hacer labores domésticas: “Le pasé un paño para ver qué hacía y empezó a limpiar, porque me había visto haciendo aseo”. Solange Barros agradece haber sido mamá después de los 40: “Cuando se es joven, hay que vivir muchas cosas y entenderse a sí misma antes de ser madre. ¿Qué quieres de la vida? ¿ Qué esperas de una pareja?”. Concuerda María Jesús Halabi: —Me ha encantado esta edad, más que nada por la madurez emocional. Tengo estabilidad, ya sé qué quiero, para dónde voy. Ya me tomé todas las piscolas. Ya me bailé todo lo que quería bailar, ya viajé, ya salí, ¿qué más? Si la guagua está enferma y no puedo ir a un cumpleaños, no me importa, ya fui a 40 cumpleaños. Lo disfruto, me despierto con él, tomo desayuno con él, lo huelo, lo toco. De repente lo veo y lloro de