Autor: POR JOSÉ MARÍA RUY.PÉREZ
Crecer en un campamento
Crecer en un campamento Fue en noviembre de 2023 cuando la gente del campamento Los Pirquenes, ubicado en el cerro Obligado de Coronel, Región del Biobío, vio cómo ardía el fuego en una casa de unos venezolanos recién llegados. Catorce personas, entre ellos ocho menores de edad, de 4 a 13 años, fallecieron calcinadas aquella tarde.
Jaime, dirigente y padre de 46 años, cuyo nombre fue cambiado, cuenta que las condiciones del campamento no han cambiado tanto desde el día en que vio los cuerpos de esos niños. "Aquí vemos gente en condiciones muy precarias, aunque vienen de Techo Chile y nos ayudan.
Hay mucha gente que tiene problemas de alimentación, hay violencia, narcotráfico". Recuerda cuando su hijo, de ahora siete años, se escondió bajo la cama por el miedo a las balas que sonaban afuera. "Harto disparo, harta violencia, tanto violencia intrafamiliar como también violencia de afuera, harta drogadicción". La familia de Jaime, quien tiene también una hija de dos años, fue una de las tantas que participaron del estudio de Fundación Recrea, "Niñez en campamentos: contextos de desigualdad para el ejercicio de derechos", que ha buscado caracterizar de manera multidimensional el perfil de niños, niñas y adolescentes (NNA), y los obstáculos a los que se enfrentan día a día.
A partir de la entrevista a 395 cuidadores de once comunas de las cinco regiones de Chile con más campamentos --el 75% del total: Tarapacá, Antofagasta, Metropolitana, Valparaíso y Biobío--, la fundación trató de dar cuenta de una realidad que se vive en 1.432 campamentos distribuidos a lo largo del país, según cifras del Catastro de Campamentos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), de enero de 2024. --Los dos grandes catastros de campamentos que existen en Chile, de Minvu y de Techo, no visualizan de manera integral a la niñez. El de Minvu ni siquiera los menciona, y en el de Techo se cuentan solo hasta los 14 años y sin grandes detalles. Eso es una señal de la invisibilidad en la que se encuentran los niños que viven en campamentos.
Estimamos que son entre 150 mil y 170 mil, porque no están contabilizados --dice María José Martinic, directora del estudio que contó con la participación de la Subsecretaría de la Niñez, de la Defensoría de la Niñez, la Fundación Colunga, El "Núcleo I+D Sistemas Territoriales Complejos" (Sitec) de la Universidad de Chile y con el visto bueno del comité ético de Unicef.
Alejandra Stevenson, sentada a la misma mesa que Martinic en las oficinas de Fundación Recrea en Providencia, de la que es la directora ejecutiva, complementa: "Hoy hay un gran prejuicio con los campamentos, que son solo espacios de delincuencia, de gente fresca que se toma terrenos. Pero en medio de eso hay gente pobre, que no tiene opciones y para quienes efectivamente un campamento es la posibilidad para poder vivir. Y hay niños en medio de esto, que no son ni buenos ni malos. Son niños, con derecho a jugar, a ir al colegio, socializar, a no estar viviendo con miedo", señala.
El estudio también recogió testimonios de 135 niños, niñas y adolescentes de los campamentos, para darles voz a las conclusiones de un trabajo que estima existen 2,4 de niños y niñas por hogar en campamento, dato que contrasta con la tasa de natalidad de nuestro país, muy cercana a solo un hijo por mujer. "Está lleno de ladrones, narco, gente que anda tomando, volados por ahí (... ) si yo he visto hasta un cuerpo tirado allá arriba (... ) está lleno de pastizales y mataron a un cabrito de 21". (Adolescente, 11 a 17 años, Coronel). --Vivir en campamento enferma a los niños. No es difícil imaginar por qué: la alta presencia de plagas, ratones, perros callejeros, bichos, frío, calor extremo, humedad extrema. Ellos tienen el derecho a acceder a la salud, pero también a las condiciones mínimas que puedan resguardar su bienestar --dice Martinic.
En el estudio, se muestra una relación entre cantidad de años que vive un menor de edad en campamento y al menos una enfermedad o condición de salud diagnosticada: un 54% entre quienes viven hace más de 6 años o menos, en contraposición a un 30,4% entre quienes están hace dos años o menos.
En julio, el invierno pesa: en lugares como el campamento Los Pirquenes o Las Pompeyas (Lampa), el barro se acumula en los caminos que suben por el cerro y las casas se inundan. "Los niños aquí se caen bajando al colegio, lo hacen con bolsas en los pies para no ensuciarse los zapatos", dice la dirigenta de Las Pompeyas, María Arriagada, en su casa a poco andar el estrecho sendero de subida.
En el norte, en lugares como Alto Hospicio, la camanchaca se cuela por las casas de material ligero en el campamento Unión, Fuerza y Esperanza, por lo que los niños saldrán temprano con una neblina fría que les dificultará cruzar la carretera en dirección a los colegios de la zona. "Los niños acá de verdad pasan muy enfermitos del pecho, de bronquitis, de asma, por el frío y el mal vestir", dice la dirigenta Francesca Riveros, mientras camina por las desérticas calles y contesta una llamada de "Sábado". Francesca cree también que, al estar en un sector industrial, hay contaminaciones que llegan a la comunidad que no se está considerando. "Por ejemplo, acá hay una empresa del rubro de construcción que cuando nosotros llegamos no tenía la maquinaria que tienen ahora.
Pusieron una máquina inmensa, de 10 m de altura más o menos, que cuando están trabajando bota mucho polvo que luego respiramos". Todos los dirigentes coinciden en que los basurales abundan en los campamentos, con la consiguiente llegada de plagas. Esto completa un panorama que repercute no solo en la salud fisica de los menores. "Yo creo que en este campamento hay niños que viven depresión. Papás ausentes, por trabajo, o por drogas. Violencia intrafamiliar se ve mucho también, además de la delincuencia", apunta el dirigente de Coronel, Jaime. La salud mental es un problema y en su comuna el 38% de niños, niñas y adolescentes encuestados presentaron sintomatología depresiva.
Esta situación se complica al considerar que, según la psiquiatra Amanda Céspedes, prologuista del estudio, "el cortisol liberado en grandes cantidades en situaciones de terror no solo destruye las ramificaciones de las neuronas, impidiendo que se establezcan redes neuronales que son la base de todo enriquecimiento intelectual y socioemocional, sino que activa procesos inflamatorios que acaban en debilitantes enfermedades agudas y crónicas". Salud mental y física se ven mermadas en un círculo vicioso, al fin y al cabo. "Una vez se pusieron a pelear, salieron con palos y con piedras, se pusieron a pelear y todo, y me dio miedo (... ) yo estaba con mi mamá y mi hermana que estaba embarazada, y le pegaron en la guata". (Niña, 8 a 10 años, Alto Hospicio). Madeleine se ha enfrentado en Chile a un problema insólito. Venezolana de 33, cuyo nombre fue cambiado, vive en el Campamento Paso Las Mulas de Alto Hospicio hace cuatro años, de los seis que lleva en Chile. "Con mi pareja vinimos por la situación económica.
Trabajábamos los dos y no nos alcanzaba ni siquiera para comprar los útiles escolares de mi hija (actualmente de 12). Eso fue un detonante para decir `tenemos que irnos'". Mientras sostiene a su guagua --chilena-de un año en brazos, cuenta sobre la plaga de perros callejeros en el campamento, los focos de basurales que abundan y el absurdo caso que le regaló el registro civil de su país: "Mi hija tiene obviamente el apellido de su papá, pero allá en el registro de mi país se equivocaron en una letra.
Por eso, no le he podido hacer sus papeles, a pesar de que entró legal hace ya seis años". Mario, ciudadano ecuatoriano de 55 años, que trabaja como guardia de seguridad en el SAPU más cercano, vive en el campamento Las Pompeyas de Lampa. Subiendo el irregular sendero que se abre en el campamento, llega a la casa de María, con quienes son dirigentes del campamento. Con acento mezclado por los ocho años que lleva en Chile, habla de su hijo de cuatro años, de la salud y la educación que lo ilusiona pueda recibir en nuestro país. También de las condiciones en que se vive. "En este cerro, el agua rezuma. La gente piensa que tenemos las llaves abiertas, pero no es eso, sino es lo que está filtrando el agua, que ya viene filtrándose por abajo.
Hay mucha humedad". Mario y Madeleine son parte de una tendencia: el 57,5% de los niños del universo del estudio nació en Chile, pero solo el 32,2% del total de padres, madres y cuidadores son chilenos. Vale decir, la mayoría son inmigrantes. "Hay muchísimos venezolanos --dice ella--la mayoría sin documentos, pero han tenido acceso a la salud y a la educación. No tienen una buena situación, porque veo a los papás que salen a limpiar vidrios, venden en los semáforos". El acceso a servicios no lo tienen todos. Alto Hospicio se ha acercado a los campamentos, lo que se prueba con que Francesca sea representante de Campamentos como consultora civil. "Hay alcaldes que niegan la existencia de campamentos.
La lógica es `son territorios tomados y nosotros no hacemos nada'", dice Martinic y el estudio lo muestra. "Nos cierran las puertas en salud, porque somos de campamento, no nos quieren atender en los consultorios". (Dirigenta, Cerrillos); "Mi hijo está inscrito en el consultorio, pero a otros no los han querido atender, porque no tienen papeles". (Cuidadora, Colina). En este escenario de dependencia a la voluntad política, Jaime valora lo que ha hecho el alcalde de Coronel, Boris Chamorro, para reducir el ausentismo escolar. "Nos ayuda dentro de sus posibilidades. Instituciones como la Escuela Rosa Medel Aguilera envían buses hasta el mismo campamento a buscar a los niños y los vienen a dejar.
Son cosas buenas que hay que rescatar". Ayuda que viene a paliar el hecho que el 15% de los niños en campamentos, según el estudio, tiene rezago escolar; muy superior al promedio nacional que, según la última encuesta Casen, es de 1,7%. Y uno de los grandes alicientes para asistir, la alimentación escolar, no es universal y los criterios parecen ser "discrecionales", según ha constatado María José Martinic, y sin que se priorice necesariamente a los niños y adolescentes de campamentos. Y donde no llega el Estado, los dirigentes hacen lo posible por manejarlo. Mediante organización, consiguen llegada de voluntariados, gestión de paseos, regalos en navidades y días del niño. "Vivir en una comunidad con tejido social --dice Martinic-es un factor de protección para la niñez. En la medida que haya más activación comunitaria, los niños perciben su entorno de manera diferente.
Son protegidos de mayor manera, porque los vecinos no permiten maltrato infantil o abandono". Así, María puso portón a la entrada de Las Pompeyas --"Cuando llamamos a los carabineros, como esto es privado, dicen `no podemos ir'. Y un día un suboficial abajo me dice: `¿ Por qué puso portones? No corresponde'. `¿Por qué no corresponde? Cuando yo los llamo a ustedes, ustedes nunca vienen'". Francesca sigue solicitando que en la Ruta A 616 se haga una pasarela, pues los niños la cruzan para ir al colegio. "Acá ya ha habido seis atropellos.
Inclusive, una de las personas, que murió, estaba embarazada, y murió con su guagüita dentro de la guatita". Y Jaime organiza a sus vecinos para que el narcotráfico no avance. "Era irse de aquí o combatir. Empezamos a encarar a los traficantes y empezamos a echarlos fuera del campamento hasta el día de hoy.
Aunque, obviamente, aún existe". Como conclusión de lo estudiado, la mesa técnica liderada por Fundación Recrea hace recomendaciones de diversa índole a las autoridades, con medidas que tienen que abordar de manera multidimensional la pobreza y la situación de los niños en campamentos. "En la niñez, el tiempo es ahora, porque es un período corto de tiempo donde los impactos que se generan afectan el resto de sus vidas. Se necesitan más factores protectores para contrarrestar todas las vulneraciones que ellos viven a diario", finaliza Martinic. Y Mario Méndez, reunido con María Arriagada, agrega: "Mi hijo es chileno y se queda aquí, esta es su tierra, su país. Él va a crecer y va a luchar por este país, porque, ¿qué va a ir a hacer al Ecuador, con la inseguridad? Él nació aquí, él tiene todo su derecho.
Mi hijo y los demás niños son el futuro de la patria, pero las autoridades no lo ven así". REVELADOR ESTUDIO Crecer en un campamento Jóvenes que crecen en un entorno vulnerable, peligroso y a veces sin educación, pero que aumentan en número: aproximadamente 150 mil niños, con una estimación de 2,4 menores de edad por hogar --57% de ellos, chilenos--, en los 1.432 campamentos que hay en el país. Esto contrasta con la tasa de natalidad total que, según datos del INE, es de 1,16 hijos por mujer, una de las más bajas del planeta. Una realidad invisibilizada, a la que datos recogidos por Fundación Recrea pone de relieve.
POR JOSEMARÍA RUY-PÉREZ El 15% de los niños en campamentos, según el estudio, tiene rezago escolar, muy superior al promedio nacional que, según la última encuesta Casen, es de 1,7%. El estudio también recogió testimonios de 135 niños, niñas y adolescentes de los campamentos. FO TO S: GLEN N AR C O S.