Autor: José Albuccó - Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y creador
JJ.OO. y patrimonio cultural
E Estas semanas hemos vivido con intensidad la versión 2020 (pero en 2021) de los Juegos Olímpicos de Tokio que, en sí mismos, son unas delas grandes herencias de la antigúedad al mundo contemporáneo.
El vínculo entre patrimonio y los Juegos Olímpicos es de amplia data, ya que el lugar de nacimiento del máximo encuentro deportivo, el sitio arqueológico de Olimpia, hoy convertido en antiguas ruinas, es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1989. El siglo XXI, el 28 de 2007, el Estadio Olímpico Universitario (EOU) de la Universidad Autónoma de México, sede de los Juegos Olímpicos de 1968, alcanzaría también el estatus de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Para completar el vínculo entre patrimonio, arte y deporte, en el costado oriental del estadio se ubicó un mural de Diego Rivera. Fue en los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912, cuando Pierre de Coubertin, el llamado “Padre de los jJ. 00. Modernos”, incorporó a las artes como competencia olímpica en cinco categorías: arquitectura, música, pintura, escultura y literatura. Los trabajos se debían inspirar en los deportes y es año se presentaron 33 artistas. En esta edición de los Juegos Olímpicos, marcada por la pandemia de covid-19, la cultura tampoco estuvo ausente.
Es así que el entorno del Nuevo Estadio Nacional diseñado por Kengo Kuma, ocho estructuras e instalaciones creadas por seis arquitectos y dos artistas japoneses, entre ellos Yayoi Kusama, una de las artistas favoritas del mundo. Los próximos Juegos Olímpicos de 2024 están ya a la vuelta de la esquina. Y aquí, París, la ciudad cultural europea por excelencia, será su sede. Sin duda que el contexto de la ciudad luz será una nueva oportunidad para relevar la faceta menos conocida de este encuentro deportivo: la artística, cultural y patrimonial.