Autor: Alejandro San Francisco Historiador Universidad San Sebastián y Universidad Católica de Chile; Director de Formación Instituto Res Publica
El problema de fondo
Es evidente que Chile vive una crisis económica importante, asociada a numerosos problemas sociales que afectan la vida cotidiana de la población. Como en otros momentos de su historia, el país saldrá de estas situaciones con mucho trabajo y volverá a ocupar su lugar en la senda del progreso. Sin embargo, hay un problema de fondo que requiere una solución urgente y que no se ve en el corto plazo: es la calidad de la política.
Una polarización muchas veces artificial se suma a la incapacidad de llegar a acuerdos en temas que requieren inteligencia y capacidad de resolución; el espíritu de todo o nada termina alejando las soluciones urgentes y la obsesión electoral y de las encuestas produce una sombra sobre los actores más relevantes en el Congreso. Por otra parte, la incapacidad de gestión política del Ejecutivo es visible, y muchas veces llega tarde a las soluciones que podrían haber tenido un mejor destino. La pelea pequeña ha sustituido a la grandeza de la patria, en tanto obtener un punto político o comunicacional parece ser mucho más relevante que tender un puente para arribar a una solución. Chile no se construye sobre la base de derrotar al adversario, sino mediante una sana competencia democrática, que coexiste con la capacidad de llegar a acuerdos con correligionarios y detractores.
Estos son, precisamente, los momentos en que se nota la grandeza de los políticos de primera división, en tanto emerge también la pequeñez y opacidad de quienes se niegan a asumir costos por un fin mejor. El tema del 10% y del 2% parecen a esta altura excusas pobres, como demás lo han sido los argumentos, frente a una realidad mucho más profunda de descomposición política.
A muchos podría darles lo mismo, pues piensan que la política siempre ha sido así, que todos los políticos son iguales y que no se puede esperar nada de este gobierno, de este Congreso y de estos partidos. Pero no es así: es necesario exigir más porque se puede más. No solo por la vocación de muchos servidores públicos, sino por el juramento o promesa que hicieron al asumir sus cargos. El problema de fondo puede agudizarse o ser solucionado. Estamos en un momento crucial.