Autor: Roberto Méndez Escuela de Gobierno UC
Calle vs. Élite
Gastarse los fondos previsionales para enfrentar emergencias coyunturales, es mala política pública. Los técnicos están de acuerdo. También hay coincidencia en que existen opciones más eficientes, menos regresivas y que no dañan las pensiones. Igual, el proyecto se aprobó por amplia mayoría este miércoles, y se celebró con algarabía y baile en el Congreso. El Presidente se jugó personalmente por tratar de convencer a su coalición: pese a eso, trece diputados RN y UDI votaron a favor de la propuesta, propinando de paso una dura humillación al Mandatario.
El proceso muestra el extremo que ha alcanzado la desconexión entre la calle y la élite (la calle, hay que decirlo, no es sinónimo de ciudadanía). A estas alturas, la diferencia no consiste en incomprensión o distancia, sino que ha derivado, como resulta obvio, en franca odiosidad.
El proyecto de ayuda, con su reconocido costo para las personas, se aprobó no por su racionalidad, sino por su carga simbólica: un paso más para destruir el odiado sistema “neoliberal” y de paso sepultar lo que sea que quede del imperio de la Constitución. ¿Cómo explicar si no que diputados de izquierda celebren, con vítores, una solución “privada” para una crisis social? Porque de esto se trata, ni más ni menos, el que los trabajadores enfrenten la calamidad usando sus propios fondos de pensión. Parecen decir, llegó la oportunidad de hacer avanzar la demolición.
Para el ciudadano común va a ser complejo entender la dimensión política de un proyecto impulsado originalmente por un diputado democratacristiano (Walker), celebrado por la totalidad de la oposición de izquierda con poquísimas excepciones (Auth), y apoyado por un número relevante de diputados del oficialismo, con el único rechazo unánime en el más centrista de sus partidos (Evópoli). Esto no es la disputa histórica entre izquierda y derecha, ese eje que, con sus matices, nos dividió en mitades por décadas, aquella visión unitaria del mundo y de la historia que dio identidad a unos y otros. ¿Traicionó algo la DC? ¿ Traicionaron algún principio los parlamentarios de derecha que votaron a favor? ¿ O el diputado Auth? No, porque para que algo pueda ser violado debe primero existir; y en este caso, en esta etapa de nuestro proceso político, no se divisa por lado alguno idea o principio en condiciones de ser violado. No en la izquierda, no en la derecha o el gobierno, mucho menos en el centro que alguna vez la Democracia Cristiana representó. No es izquierda opuesta a derecha, es la bronca, el puñetazo, la calle enfrentada a una élite en la que no cree y que rechaza con violencia. El discurso tecnocrático, “vale callampa”. Lo trágico de este enfrentamiento, rebelión contra las élites presente desde Aristóteles, es que tenemos en Chile una clase política que renunció a su rol de representación y mediación. Entonces, la calle avasalla. En eso estamos.