Autor: MARIANNE MATHIEU
Más de 11 millones de escolares pudieron haber repetido por su baja asistencia a clases
. Según un estudio de Libertad y Desarrollo, las cifras de ausentismo no han repuntado desde 2019 y el 37% de los alumnos tiene “inasistencia crónica”. Expertos urgen por más medidas para revertir el problema.
La educación chilena atraviesa una de sus crisis más profundas del último tiempo, agudizada por los efectos que dejó la pandemia en relación al cierre de escuelas, retrasos en el aprendizaje y deserción escolar, entre otros. En ese sentido, una de las principales alertas es la alta tasa de inasistencia de los alumnos.
El escenario es tan complejo que, según un estudio realizado por Libertad y Desarrollo (LYD), en 2022 la asistencia promedió 84,6 %, una cifra menor al 90,4 % que se registraba en 2018, antes de la emergencia sanitaria.
O a la de marzo de 2019, que superaba el 92%. Entre las más afectadas está la enseñanza preescolar, la cual registra una asistencia de solo 77,4 %. Pero lo más alarmante que detectaron fue que el año pasado hubo un 37,3 % de estudiantes con “inasistencia crónica”, lo que se traduce en más de 1,11 millones de alumnos que no estarían asistiendo a clases. Considerando que el requisito para pasar de curso es tener 85% de asistencia, de aplicarse la norma estrictamente, casi cuatro de cada 10 alumnos podrían haber repetido.
De aquellos estudiantes con “inasistencia crónica”, la mayoría se concentra en la Región Metropolitana (38,1 %). Asimismo, el grueso estudia en establecimientos públicos, aunque también se detectó gran parte en particulares subvencionaUno de los principales desafíos que tiene el Mineduc este año es traer a los escolares de vuelta a las aulas: dos, y aseguran que están sobrerrepresentados en recintos con rendimiento académico “insuficiente” y “medio-bajo”, según la Agencia de Calidad de la Educación.
La investigadora de LYD María Paz Arzola explica que la cifra de asistencia escolar cayó particularmente a fines de 2019, lo que para ella es una señal: “Obviamente que la pandemia fue un problema, pero creo que puede haber un problema más profundo que tiene que ver con la percepción respecto de la importancia de asistir realmente a clases, que se relativizó”. El investigador principal del Centro de Justicia Educacional UC, Ernesto Treviño, añade que “en 2022 hubo una menor asistencia escolar porque estábamosrecién saliendo de la pandemia, con muchas inseguridades”, y que “el ausentismo crónico es uno de los principales desafíos que enfrenta el sistema escolar actual”. En la misma línea, Julio Labraña, investigador del Centro de Políticas Comparadas de Educación UDP, dice que “la pandemia nos demostró a la fuerza que quizás es posible que los estudiantes aprendan desde la casa ono vayan directamente.
Yo creo que pueden aprender, pero no pueden aprender lo que efectivamente es importante hacer en las escuelas: a relacionarse con los demás, habilidades blandas, etcétera”. Plan de Reactivación Educativa Arzola dice que “el ministerio ha tomado acciones”, en referencia al denominado Plan de Reactivación Educativa, anunciado en enero. “Pero creo que todavía son de alcance demasiado acotado”, añade.
Desde el Ministerio de Educación, explican que para abordar esta materia, hay varias medidas: “Una son los reportes de monitoreo a la trayectoria educativa (... ). Otra medida es la del despliegue de equipos de asistencia y revinculación, que este año contará con 1.300 profesionales y gestores territoriales que identificarán a las y los estudiantes que con baja asistencia y que están desvinculados, diseñarán estrategias y contactarán a las familias para asegurar la asistencia permanente”, y mencionan que también están trabajando en ello mediante los Planes de Mejoramiento Educativo (PME). _ Y el ministro Marco Antonio Avila, añade que “estamos trabajando para que las y los estudiantes asistan a clases, y para que aprendan lo que necesitan aprender, en ambientes de sana convivencia”. Por su parte, Arzola considera que para revertir de manera efectiva el problema, habría que “darles un rol importante a los colegios: proporcionarles más recursos para que sean ellos mismos los que puedan contar con más personal, más apoyo, más especialistas.
Porque, en el fondo, ellos son los que están en terreno, conocen a sus estudiantes y van a poder tomar las acciones más oportunas y adecuadas a lo que se necesita”. Algo similar plantea Treviño: “Me parece que tendrían que incorporar también aspectos de la política social, no solamente de la política educativa.
Incentivos para que los padres manden a los niños a la escuela, apoyos sociales e incluso, en aquellos casos que sean más graves, se podría avanzar en transferencias condicionadas hacia las familias más vulnerables para que envíen regularmente a los niños a las escuelas”. También menciona que “se podría avanzar en la ley de reingreso, que se está discutiendo en el Congreso, de manera de poder recuperar a los estudiantes que por alguna razón social o económico-personal abandonaron el sistema y no han regresado”. Labraña plantea que “estamos evitando ver que el principal impacto es algo que no se va a ver de inmediato en el Simce, pero se va a ver en las familias, con problemas de salud mental, de formación de identidad, entre otros. Esun fenómeno complejo; entonces, las medidas tienen que ser igualmente complejas. No reducirlo solamente a una dimensión del problema”.