Autor: ) Jorge Valderrama Gutiérrez
COLUMNAS DE OPINIÓN: Importancia del agua potable en Talca
COLUMNAS DE OPINIÓN: Importancia del agua potable en Talca Jorge Valderrama Gutiérrez Importancia del agua potable en Talca En las últimas décadas se han descubierto numerosos acueductos en la ciudad, aunque no todos corresponderían a ductos que en el pasado transportaron agua potable S i bien en las últimas décadas han sido numerosos los acueductos que se han encontrado en el corazón y periferia de la ciudad, no todos corresponderían a ductos surtidores de agua potable.
Porque también se han realizado hallazgos de bóvedas de gran tamaño que se construyeron para encauzar un torrente de agua, el que hacían subir a una determinada altura, para luego dejarlo caer con fuerza, debido a la fuerza de gravedad. Con esa energía hidráulica se movían dínamos u otras máquinas que usaban los molinos, y que posteriormente serviría para generar electricidad. Y están los alcantarillados o cloacas -que también han "aparecido" en algunos lugares citadinos-, cuyos canales subterráneos transportaban aguas servidas.
Período de la Colonia Durante la Colonia, Talca no tuvo agua potable. ¿Cómo se las ingeniaron aquellos antepasados para saciar su sed, para asearse, para irrigar sus hortalizas para dar de beber a sus animales, etc. ? Pues bien, para proveerse del vital elemento aquellos habitantes horadaban el suelo para hacer norias -bastante riesgosas para los más pequeños-, captar napas subterráneas, canalizar acequias, sacarla de canales, humedales, ríos, de donde pudieran.
Sin embargo, el agua que se escanciaba de pozos y norias, ya fuese para beber o para otros servicios, generalmente estaba contaminada por las acequias que cruzaban la ciudad, las que eran verdaderos reservorios de fecas y otros desechos (basura y desperdicios). Por ende, su consumo acrecentaba enfermedades como diarrea, fiebre tifoidea, hepatitis A, infecciones intestinales, leptospirosis, amebiasis, cólera y otras, que en esa época eran bastante frecuentes. En ese tenor, en la medida que la densidad poblacional de la Villa San Agustín de Talca fue in crescendo, mayor fue la demanda del oro líquido, como poéticamente se le ha llamado.
Y una de las razones del aumento poblacional lo ocasionó la noticia del descubrimiento de la mina El Chivato cerca de Talca, en plena Colonia, hallazgo que fascinó a numerosas personas, no solo del Corregimiento de Maule, sino también de otras latitudes.
Los franceses Juan Ángel Berenguel y Antonio Gramusset arrendaron dos predios agrícolas en el Partido del Maule, para que a la postre el primero de los nombrados lograra la cesión por parte de Ortiz de Araya -en 1774de la mina Escarpe, donde estaban visibles aún los trabajos del antiguo cacique Oconi, pasando a construir tres grandes trapiches a orillas del Estero del Parrón. Por tal razón, hacia 1775, Antonio Gramusset (nacido en Premelieu, Francia, en 1740), se vino a residir a Talca.
En la pujante Villa inventó una gran máquina hidráulica para elevar el agua que yacía debajo de la mina a gran altura, dado que el líquido elemento se encontraba abundantemente en la mina El Chivato, contribuyendo con su invento a mejorar la calidad de vida y al aumento de la población: mejores viviendas, vestimentas, comodidades y refinamiento.
Así, en plena Colonia, la explotación cuprífera de esas ricas vetas fue el principal factor que contribuyó al desarrollo de la Villa San Agustín de Talca y que, obviamente, acicateó el ingenio (y la codicia) para proveerse de agua. Con el paso del tiempo la demanda de agua potable en la Villa San Agustín fue cada vez mayor, como lo demuestran las Actas Municipales de Plano de la ciudad de Talca en 1904.
Se pueden observar los meandros del estero Piduco (abajo) y del canal Baeza (arriba).. COLUMNAS DE OPINIÓN: Importancia del agua potable en Talca septiembre de 1824, primeras referencias historiográficas de abastecimiento regular del maravilloso líquido en la ciudad.
Aquel año se nombró una comisión compuesta por el procurador, un regidor, "un sugeto particular inteligente para (reco)noser el terreno por donde debe sacarse la forma de la asequia principal que deba dar (cons) tantemente agua a la población" (Sánchez y Simón, 2016). De igual manera, después de 1850 la demanda por agua continuaba creciendo entre los pobladores de Talca, especialmente merced a los negocios vinculados al descubrimiento de oro en California y al mercado que se generó, y también porque tras la Guerra del Pacífico se fortaleció una oligarquía pequeña "que asumió el ocio y consumo como signo de buen gusto y diferenciación: vestuario, cristalería, carruajes, licores importados y la ornamentación de sus residencias coloniales con matices europeos, especialmente franceses" (Sánchez y Simón, 2016). Baste mencionar que en 1872 existió en el vértice de 1 Sur esquina 4 Oriente un pilón o fuente de agua potable que surtía del líquido elemento a personas y animales, pero no fue sino en 1874 cuando la ciudad contó con su primer servicio de agua potable, gracias a la iniciativa del empresario Santiago Longhton, quien lo estableció a toda la urbe (también la dotó de faroles de gas en 1875). Para su abastecimiento, traía el agua desde las Vertientes de Monte Baeza, a través de acueductos zanjados en la Alameda, desde donde se derivaba a la zona céntrica de Talca. Canales y esteros Característicos de la urbe han sido sus numerosos canales originales, que la modernidad ha limitado a El Cartón, Estero Baeza y Piduco.
Igualmente, en el Plano de 1844 -el más antiguo existentese aprecian dos grandes cursos de agua que "invaden" la ciudad: el estero Piduco y La Chimba o Baeza, uniéndose ambos un poco antes de la calle Cuatro Poniente -donde destacaban unos molinos-, hasta desembocar en el río Claro. De igual manera, el Plano de 1858, confeccionado por don José Salinas para el señor Francisco Astaburuaga, permite apreciar los mismos dos esteros: Piduco y Baeza, más un crucero indicando los puntos cardinales.
En ese entonces, las calles conservaban sus nombres anteriores, y en la leyenda hay 21 referencias con identificaciones, entre ellas: el Teatro (Municipal), el Cuartel de Policía, los molinos de Hevia, de Astaburuaga, la Administración de Correos, la Escuela de Artes y otros molinos.
Hacia el sur del Piduco, conformado casi exclusivamente por terrenos agrícolas o de vegetación naturales, existían tres puentes sobre sus meandros: Dos Sur con Tres Poniente; Cuatro Sur con Dos Poniente; y Siete y Media Sur con Uno Oriente. La calle de Cruz -Uno Orientecorría hacia el sur de ese estero distintivo talquino.
Tan importante ha sido el estero Baeza para la ciudad, que antes del terremoto de 1928 existió el Parque Juan Cornelio de Baeza, que abarcaba desde Dos Norte hasta Alameda y desde Uno Oriente hasta Dos Poniente, ocupando el lecho del que antes fuera el estero Baeza en honor al corregidor del Partido del Maule, Juan Cornelio de Baeza y Ortiz del Valderrama. Actualmente sólo quedan sus empinadas palmeras como remembranza; en tanto que en Cuatro Poniente con Uno y Dos Norte se encuentra la confluencia del Baeza -entubadocon el Piduco. Planta de Agua Potable En 1914 la escasez de agua potable en la ciudad era un gran problema, vivenciándose especialmente en algunas escuelas, lazaretos para ancianos y hospitales.
De igual manera afectó al Regimiento de Artillería Nº 3 Chorrillos, fundado el 20 de julio de 1895 en Limache -Provincia de Valparaísoy trasladado a Talca 28 de mayo de 1911, dado que el Decreto Supremo Nº 1.514 del 9 de junio de 1909 que ordenaba su traslado no se cumplió. Afortunadamente, ese año se le dotó de baños, excusados y una peluquería para oficiales. ¡Tras décadas de privaciones, al fin oficiales y tropa pudieron acceder al agua! Y más.
Porque el 27 de marzo de 1915 se publicó el Decreto de la Presidencia de la República del 28 de julio de 1899, que establecía cuotas gratuitas de agua para lazaretos, casas de huérfanos, asilos, hospitales y otros (Decreto de la Presidencia). En ese entonces, al Regimiento Chorrillos le correspondió 1 metro por persona y 1,5 por caballo: el agua ya era reconocida como un bien social.
Avanzando en el tiempo, se tiene que en 1937 Talca poseía una Planta de Agua Potable situada en el mismo lugar en que estuvo en 1872/1874: las Vertientes del Baeza, que en teoría debía abastecer suficientemente de agua a la población, empero en la práctica esto no se daba.
En esa data, los habitantes se encontraban "en un estado de cansancio profundo y explicable en cuanto se relaciona con la situación a que permanentemente han estado sujetos, desde ya muchos años, respecto al agua que necesitan para sus necesidades primordiales" (La Mañana, enero de 1937). Aún existía una gran carencia del líquido elemento, haciéndose muy notoria el verano de ese año, cuando la necesidad se hizo aún mayor, generándose "ante la repetición de la escasez en grado nunca visto con anterioridad, una protesta general en el vecindario, y que se haya tratado de investigar las causas y explicárselas de alguna forma, ante el silencio oficial herméticamente mantenido... ". De tal forma que frente a los rumores que no habría agua, el ingeniero fiscal encargado del control técnico de las obras de ampliación de la Planta del Agua Potable de Talca debió dar a conocer, a través de las páginas del diario La Mañana, que efectivamente los trabajos de captación de mayores volúmenes de agua iban viento en popa; comunicado que tranquilizó a los pobladores, considerando que no todos tenían acceso al agua (La Mañana, enero de 1937). Desde unos años antes, tanto su distribución como su conservación eran celosamente controladas por disposiciones de la Municipalidad, la que estaba a cargo de funcionarios de esa corporación, los que se repartían el damero urbano (Sánchez y Simón, 2016). Aunque la crónica periodística señalaba que cualquiera que fuera la o las razones de su escasez -mayor demanda de agua en verano, mayor consumo de la población, captación de agua insuficiente por parte de la Planta y un aporte de agua intermitente-, era la ciudad la que sufría "un estado de cosas profundamente anómalo, que no sensibilizó a las autoridades de la época, especialmente a las del Ministerio de Fomento, encargado de dicho servicio; ni al Gobierno de entonces" (La Mañana, enero de 1937). A lo largo de la historia el agua ha sido vital para la existencia humana.
Daniel Barros Grez, ingeniero, académico, escritor e inventor, quien en 1865 dio a luz el libro "Repartición de aguas", y don Andrés Vaccaro, alcalde al que le tocó enfrentar la reconstrucción de gran parte de la ciudad y normalizar el suministro de agua potable..