La importancia y las dificultades de la redacción de la nueva Constitución
. El texto, preparado por 20 académicos, sugiere cautelar el control de expectativas respecto de la futura Carta. La Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) presentó ayer el estudio “Reflexiones en torno al proceso de elaboración de la nueva Constitución”, un trabajo interdisciplinario que busca aportara la tarea de los futuros constituyentes.
El rector de la PUC, Ignacio impulsor del texto, destacó la importancia de que las universidades enfrenten a fondo la formación de las nuevas generaciones y sean un aporte al país en pensamiento y nuevos conocimientos.
En esa línea, planteó, estas reflexiones giran entorno “cómo debe hacerse el proceso” y ponen atención “en Documento elaborado por la Pontificia Universidad Católica: El control de las expectativas y en atender a los objetivos del cambio, buscando el encuentro y la construcción de acuerdos al interior de nuestra comunidad en un momento particularmente difícil para el país” Moderado por la vicerrectora de Comunicaciones de la PUC, Magdalena Amenábar, la presentación remota reunió a Alejandra Ovalle, presidenta de la Comisión UC Proceso Constitucional; Natalia González, directora de Asuntos Jurídicos y Legislativos de Libertad y Desarrollo, y Paulina Vodanovic, presidenta de la Fundación Horizonte Ciudadano Ovalle, junto con destacar que el desarrollo de la nueva Carta debe incorporar la participación ciudadana y la expresión de su diversidad, lo cual tiene especial relevancia “en tiempos de polarización y desconfianza hacia las autoridades y las instituciones”, fue enfática en que es crucial “el control de las expectativas (respecto de la Constitución), ya que estas difícilmente se podrán cumplir absolutamente”. Según González, “el documento pone en la mesa la importancia del proceso y de cómo las reglas del juego pueden terminar impactándolo para bien o para mal”. A su juicio, es fundaMental que se revalide “el relato acerca del cumplimiento de las reglas y el imperio de la ley (... ), que al final del día es lo que nos hace iguales a todos, (un relato que) se ha despreciado aceleradamente en el último tiempo en nuestra sociedad”. Al recordar que la iniciativa de escribir una nueva Constitución nace a partir de una de las mayores crisis que ha vivido Chile, el texto advierte que lo que se avecina es un difícil proceso de “construcción colectiva”, del cual debiera surgir un pacto político que demuestre el valor de la democracia para canalizar conflictos y para encontrar soluciones colectivas para la vida en comunidad. “La Constitución está llamada a ser un símbolo de la unidad nacional”, reSaltó Alejandra Ovalle.
Para Paulina Vodanovic, “el proceso constituyente debiera converger en definir el marco común que nos represente a todos”, de manera que “termine siendo una instancia de unión y no de crítica”. Respecto de la Constitución de 1980, junto con destacar que “tuvo muchas cosas positivas”, agregó que “es cierto que Chile avanzó bajo la Constitución del 80, pero no sabemos si por la Constitución en sí misma o por otros motivos, pero avanzó.
Pero también es Cierto que muchos avanzaron y muchos se quedaron en el camino, y ese es uno de los llamados previos al 18 de octubre, que es cuando el reclamo por la desigualdad se sintetiza en esto de la dignidad”. Tanto Natalia González.
Como Paulina Vodanovic coincidieron en que los acuerdos que se alcancen deben ser considerados un “marco orientador” que luego debe traducirse en normas jurídicas que sirvan al presente y se proyecten al futuro para chilenos de otras generaciones.