Autor: Colaboración: Sebastián Henríquez
Las mil miradas de la Mujer Rural en la nueva constitución
Uena el teléfono. Es Flor Escobar, artesana y orfebre avecindada en la localidad de Rere, comuna de Yumbel, hace unos ocho años. Es lo que alcanzó a contar en la llamada anterior, que duró casi cinco minutos. Hubo otra llamada antes de eso, más corta, apenas alcanzó para las presentaciones. La entrevista continúa. Quién sabe cuánto alcanzará a marcar el cronómetro del celular antes que se termine la conexión. “Es la conectividad es muy mala. Creo que me alcanzó a escuchar eso. Es difícil. Si quiero mandar un Whatsapp, tengo que ir a la casa de otra persona, salir de Rere en definitiva, acá no se puede”, explica Flor. En realidad, no hacía falta dar la excusa. La llamada, que esta vez dura poco más de un minuto, es un diálogo difícil, voces entrecortadas, ruido. Queda claro el problema, sin necesidad de decir nada. Menos mal. Cada cosa que cuenta Flor en esta entrevista, demora. La expresión “¿ Qué?”, esla que más se repite. La idea de esta nota es contextualizar la realidad de la mujer rural. Flor, que ha participado en varias agrupaciones de artesanía o de la Fundación Promoción y Desarrollo dela Mujer, Prodemu, tiene una mirada clara al respecto. “La mujer rural tiene ahora otras necesidades, del siglo XXI. La conectividad, internet, por celular, esuna de ellas”, asegura. El campo de hoy no es el mismo de antes, y las necesidades han cambiado, explican las dirigentes y líderes de comunidades campesinas de la provincia. Son, aún en un entorno que no es urbano, parte del siglo XXI. Y hay que renovar. LAS DIFERENCIAS CLAVE La mujer rural es un grupo complejo de abordar. Es que, por muchas similitudes que haya en la vida de estas chilenas, la realidad varía de región a región. No es lo mismo las necesidades de agua que se plantean en la Región de Valparaíso, que las que puedan tener en Aysén. El componente indígena es otro, tal como señala Tranamil. Y aún aquí, una persona pewenche tiene una mirada diferente a una rapanui. Las políticas públicas elaboradas hasta ahora, y que han sido exitosas en mejorar la situación económica de la mayoría, deberían ser más específicas. Existen las competencias para ello. El abordaje que plantea el borrador de la nueva constitución al respecto, da un espacio.
En el artículo 45, indica que “el Estado tomará las medidas necesarias para prevenir la violencia y superar las desigualdades que afrontan mujeres y niñas rurales, promoviendo la implementación de políticas públicas para garantizar su acceso igualitario a los derechos que esta Constitución consagra”. Otros, relacionados con la plurinacionalidad o el acceso al agua, recogen demandas similares. “La mujer rural se moderniz Ó y tiene nuevas necesidades, nuevos desafíos”, añade en la llamada siguiente. Veinte minutos después del últimointento, Florllama desde otronúmero. “Me conseguí teléfono en un negocio”, confiesa. NUEVAS REALIDADES La Provincia de Biobío tiene un alto componente rural. Algo más del 20% de la población vive en el campo, y en su mayor parte se trata de mujeres. En Yumbel, comuna donde vive Flor, casi la mitad de la población vive en las zonas rurales. Un 47%, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) En la provincia está además una de las pocas comunas del país que tieneun100% deruralidad, Alto Biobío.
En el actual esquema de gobierno, hay distintos programas que abordan Desde el Ministerio de Desarrollo Social, por ejemplo, se busca fomentar el emprendimiento con distintasiniciativas ligadas al Fondo de Solidaridad e Inversión Social (Fosis). En el caso de Alto Biobío, cobra protagonismo la Corporación de Desarrollo Indígena (Conadi). Prodemu tiene convenios con el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) para llegar a este grupo. En 2021 -últimoaño con cifras completasse trabajó con 1.272 usuarias en esta línea, a nivel nacional. Otra línea de trabajo de Indap va en apoyo al desarrollo de la agricultura familiar campesina, que llegó a nivel nacional a 74.920 mujeres. Eso sí, es menos de la mitad de los beneficiarios, en total unos 162 mil en el país. La presencia, precisa el organismo, va creciendo.
En1990, la participación femenina en este mismo programa, llegaba apenas al 10%. Hoy, al 46%. La delegada provincial de Biobío, Paulina Purrán, señala que estos programas, que son de larga data, han logrado una visibilización de la mujer rural, un empoderamiento que no había antes. “Esto hace más relevante el trabajo con las seremis que trabajan directamente con fondos dirigidos a mujeres, como agricultura, y de esta forma ser un puente a su empoderamiento, deinterlocución política”, señala. Purrán conoce de forma personal esta historia.
Es de Alto Biobío y cuenta que “el rol de la mujer ha sido un rol que por mucho tiempo se mira como la que se tiene que quedar en casa, cuidando la casa, los animales, los niños”. “Esa figura ha cambiado. Hay mujeres que han logrado estudiar, mujeres lideresas en el territorio, ejemplos como las hermanas Quintreman, o mujeres han liderado movimientos feministas en el territorio”, relata. Es otra cosa. Purrán es uno de los ejemplos de ello. “Yo me crié con mi abuela, muy tradicional, y cuando estudié en la enseñanza media conocí otras realidades, enla universidad más aún. Vera mimadre, que se sacó la mugre por mis estudios, me ayudó. Entendí que si ella podía sola, yo también. Logré estudiar, desarrollarme como profesional”. “Conozco bien la realidad de las ñañas, las lamngen en Alto Biobío. Hay un tema, son gente que no se sienta en la mesa a compartir contigo hasta que han atendido a todo el mundo. Hayuna mirada tradicional ahí, pero que de a poco se rompe”, indica.
“Yo creo que en el foco que tienen hoy los programas a la mujer rural, apuntan alo económico, pero hay otra tarea pendiente, educacional, de enseñar alas nuevas generaciones, jóvenes, hombre y mujeres, que pueden tener otros roles”, concluye. El director del Magister de Política y Gobierno de la Universidad de Concepción, Jaime Contreras, explica que las políticas públicas tienen hoy, tal como dice Purrán, ese enfoque. Pero, advierte, hay otro problema. No dialogan entre ellas.
“En el caso de la mujer rural las condiciones de partida son, el enfoque de género parte de una premisa, de entender que hombres y mujeres nos enfrentamos de distinta forma a las oportunidades de bienestar, una mujer se enfrenta de forma desventajada, por una carga histórica asociada al cuidado, es un rol cultural, que la restringe”, aclara. “Esto se aborda, desde Indap o Prodemu, por ejemplo. Pero entregan una visión única para todo el país, y no necesariamenalas quellegan estos programas son las mismas. Hay condicionantes que se pueden ir añadiendo, etnia, clase, discapacidad, y las nuevas políticas públicas debieran irse construyendo pensando en esas cosas”, explica. Otra vez el teléfono Flor Escobar retoma la conversación desde el teléfono que logró conseguir en un negocio que queda más o menos cerca de su casa. Tiene claridad con las políticas actuales hacia la mujer rural, pero no sobre las que se plantean en el borrador de la nueva constitución. “No lo he podido leer. No tengo internet. No he podido descargarlo. Pero eso es justaque tenemos.
Somos mujeres rurales del Siglo XXI, y cuando vamos a Indap, por ejemplo, nos dicen “descargue las bases del proyecto, postule enla página del programa', y nosotras ahí quedamos porque no hay conectividad ni siquiera en la escuela de acá”, se queja. Hay más. Las dinámicas de hoy en el campo son diferentes a las de hace 20 años. “En Rere, los hombres viajan atrabajar a otras ciudades, o al norte. Y quienes quedan en el pueblo, a cargo de la salud, dela educación, de todo en realidad, son las mujeres. Nosotras ya no somos las que se quedan en la casa. Ese rol no lo considera nadie”, afirma. Falta esa mirada más específica a la que se refiere Contreras. Eva Tranamil, vecina de Alto Biobío, lo explica con la forma transparente que tienen para hacerlo las personas que han vivido algo en carne propia. “Nosotras, las mujeres en Alto Biobío, tenemos dos luchas”, sostiene. “Esas definiciones, no son las que necesariamente queremos, lo que necesitamos”, dice. “Hay un diseño, pero no se toma en cuenta la cultura, y a nuestra comunidad llegan programas estructurados de una forma, pero nuestra mirada es otra”, aclara. Del contexto en que estamos insertos. La mujer pewenche tiene en ese sentido, dos luchas”. Eva Tranamil, TEA oe HEEE SEE y EN Flor Escobar, artesana, Yumbel. “Yo creo que en el foco que tienen A apuntan a lo económico, pero hay otra tarea pendiente, educacional, de jóvenes, hombre y mujeres, que pueden tener otros roles”. Paulina Purrán, delegada provincial.