Autor: EQUIPO DE REPORTAJES
12 PERSONAJES DEL AÑO, BAJO LA PLUMA DE 12 COLUMNISTAS
En un 2022 con una agenda especialmente cargada de hitos y acontecimientos en todo ámbito, estas son las figuras políticas que —para bien o para mal— marcaron la pauta noticiosa. | Boric y el “adorar lo que has quemado” FRANCISCO COVARRUBIAS Ha sido un año duro para el Presidente. De eso pocas dudas caben. Nunca, desde que tenemos datos, un jefe de Estado había tenido tan poco apoyo popular en su primer año. Nunca, desde que tenemos memoria, un Presidente había tenido que cambiar tanto de opinión.
Tal vez sea cierto aquello que decía Confucio de que "gobernar es rectificar”. O, tal vez, sea cierto lo que dice Vicentico: "Los caminos de la vida, no son como yo! pensaba, como los imaginaba, no son como. * yo creía... ”. E Es que es un hecho: el Gabriel Boric de y hoy no tiene nada que ver con el Gabriel Boric de marzo. No solo se ha esfumado su popularidad, sino que además ha tenido que descafeinar su pulsión transformadora. ILUIKALIUNES: VALUES Hace un año, había sido elegido con una ayoría sustanciosa. Hace 9 meses fue aclamado en la Alameda, acompañado de Izkia Siches.
Todo eso, sin embargo, no es ás que un vago recuerdo de una noche de arzo. ¿Se podría haber imaginado Gabriel Boric, hace justo un año, que solo un año ás tarde se habría acabado el envión refundacional del país? ¿ Qué las mayorías con las que contaba se evaporarían? ¿ Qué la ística iba a quedar en el olvido? Hoy, en el discurso y en las acciones, es otro el libreto.
Ya no quiere refundar Carabineros, ahora acepta el TPP11, los estados de excepción no eran la criminalización del pueblo mapuche, ahora la inmigración hay que controlarla, ya no hay que indultar a los presos de la revuelta, existe terrorismo en La Araucanía, los retiros son nocivos y un largo, larguísimo, etcétera. Todos los cambios han significado un vuelco hacia la dirección correcta, empujados por los vientos de moderación que se percibieron el 45. Pero la pregunta es cuánto aguanta la figura de Gabriel Boric desde ese trapecio. En qué momento la rectificación continua pasa a ser incoherencia, y en qué minuto los cambios permanentes terminan por exasperar a su base de apoyo. Y es que ahí está el gran riesgo personal: en quedar en tierra de nadie. Como le ocurrió, desde la vereda del frente, a Piñera. En su favor juega un desmarque de la izquierda populista latinoamericana (que se vio refrendado en la postura frente al autogolpe de Castillo), pero que lo estará tentando durante todo su mandato. Aunque en 2023 será importante el rol que juegue Lula en Brasil. Tal vez allfencontrará un aliado, tal vez allí encontrará quien lo termine haciendo pecar. A la hora del balance, parece claro que, sin quererlo o sin imaginarlo, Gabriel Boric ha terminado encabezando el segundo gobierno de la Nueva Mayoría, o tal vez el quinto de la Concertación. Justo aquello contra lo cual hizo fundante su accionar político.
Por la fuerza de los hechos, Gabriel Boric ha tenido que "adorar lo que ha quemado”. Y ello se resume fundamentalmente en que este gobierno terminó encabezando una nueva versión de "la medida de lo posible”. Todavía falta "quemar lo que has adorado" para que el cambio sea creíble y no un simple intento de ganar tiempo en medio de la tormenta; de cara a los tres largos años que se vienen por delante... IM Tohá: Comprender para corregir JOAQUÍN Tras la derrota del 4 de septiembre el Presidente Boric necesitaba para el Ministerio del Interior a una mujer, que además tuviera experiencia política y que hubiese hecho campaña para el Apruebo. Desde hacía un tiempo ese cargo ya tenía un nombre: Carolina Tohá. Ella había defendido el borrador constitucional como si fuese un hijo suyo, de modo que no podía ser impugnada por el mundo del FA/PC, pero al mismo tiempo sabía de las lógicas políticas. Tanto las conocía que no dudó en apostar al caballo perdedor del Apruebo. Supongo que ella se daba cuenta de que el borrador constitucional era muy deficiente y también que iba a ser rechazado por la ciudadanía. Sin embargo, la suya fue una derrota victoriosa. Con esa hábil jugada, consiguió un cargo que parece hecho a su medida. Maquiavelismo puro, dirán algunos. Quizá solo sea sentido de la oportunidad.
En todo caso, la situación parece un poco rara. ¿Cómo puede ser que una representante típica de los treinta años esté hoy en el núcleo de un gobierno que hizo de la crítica a la ex-Concertación su lema de vida? El razonamiento de Tohá es muy sencillo. Intentaré resumirlo: nosotros, la izquierda de los ochenta, no pudimos criticar a nuestros predecesores, aunque lo merecían. Habría sido de mal gusto hacerlo y además teníamos otras preocupaciones. En buena medida, gracias a nosotros el país recuperó la democracia. Por eso, si el Frente Amplio puede hoy criticarnos es porque con nuestras luchas les conseguimos esa libertad que les permite hacerlo. En esa crítica han incurrido en exageraciones, en ambigiledades ante la violencia octubrista y en una confianza excesiva en las virtudes del Estado. Con todo, la responsabilidad por sus exageraciones no es solo de ellos. Nosotros, los de los treinta años, no realizamos con ellos un diálogo sincero, que permitiera reconocer nuestros errores y mostrar también los suyos. En vez de eso, callamos, y luego, cuando ellos impusieron su discurso, nos plegamos a sus diversas causas con una actitud amnésica. Todo lo anterior, sigue Tohá, es verdad, pero no debemos olvidar que sus caídas juveniles no son nada en comparación con aquellas de la generación de los setenta. Por eso, debemos dejar que se equivoquen. Ya madurarán, como lo ha hecho Boric con gran rapidez. Como se ve, Tohá mantiene una cercana distancia con el mundo frenteamplista, aunque ha jugado con fuego. Muestra que los entiende; sin embargo, por eso mismo está en condiciones de corregirlos.
En este contexto, ¿puede extrañarnos que la ministra del Interior se llame hoy Carolina Tohá; que Gabriel Boric le haya dado toda su confianza, y que, en cuatro meses, haya detenido la caída en picada del Gobierno, incluso tras una derrota tan “grande como la del pasado plebiscito? El Presidente ha cometido y cometerá muchos errores en su gobierno, pero es poco probable que incurra en el de desprenderse de esta figura que representa como nadie los aciertos y ambigiledades de la denostada ex-Concertación. IM Lagos, el vigía CARLOS PEÑA André Malraux observó que De Gaulle, ya retirado, era un vigía silencioso. Ricardo Lagos también es un vigía; pero como lo probó este año no tiene nada de silencioso, incluso su silencio puede ser elocuente. Y es que a él lo obsesiona Chile, pero no el paisaje, ni sus habitantes. A él lo obsesiona el proyecto nacional, la idea de que Chile es una tarea de futuro, un quehacer común que exige el abandono de los intereses particulares. Y cuando cree que eso está en peligro o en riesgo, habla. El respeto por las reglas y la alergia al desorden están en el centro de sus preocupaciones. Dejar que las instituciones funcionen es quizá la más famosa de sus frases y en ella se resume todo un ideario acerca de lo público.
Lo público para Ricardo Lagos no es un puñado de organismos o servicios, sino un ethos, un modelo de conducta que consiste en contar con reglas que delimiten el ámbito de lo que se juzga lícito acompañadas de la disposición a cumplirlas y hacerlas cumplir. Él lo cree indispensable para cualquier empresa común. Y por eso también su preocupación por preservar la idea de nación. De todas las cosas que poseía el fracasado proyecto constitucional (y al que, sin decirlo explícitamente, se opuso), no cabe duda de que la plurinacionalidad fue la que le causó mayor irritación intelectual y política.
Y es que Ricardo Lagos piensa que uno de los rasgos más relevantes de Chile en el contexto de la región es el exitoso proyecto de Estado nacional que se originó en el diecinueve y se desplegó en el siglo XX. Debilitar esa construcción política y cultural —la nación chilena—, piensa él, es un error de graves proporciones. La idea de Chile que posee el expresidente es la de la historiografía más clásica, la de Encina, la de Barros Arana, la de Vicuña Mackenna. No hay en esto ingenuidad alguna, no es que él piense que en las páginas de esos autores se encuentre una descripción fiel de lo que somos. Él sabe que la nación es una construcción cultural a la que esa historiografía contribuyó eficazmente. Pero cree en las virtudes de esa construcción y por eso está empeñado en preservarla. De todos los expresidentes, no cabe duda de que es él por lejos quien posee el mayor talento político e intelectual.
Él sabe mejor que ninguno que cuando se alcanza la presidencia se celebra un contrato de lealtad no con las fuerzas políticas que lo llevaron al triunfo, sino con el país, que en su caso es una idea: la idea de Chile. Y él —lo mostró este año— no está dispuesto a romper ese contrato. Mi Macaya: Longueira recargado EUGENIO TIRONI Javier Macaya no es un intelectual ni un ideólogo. Esto lo sitúa muy lejos de Jaime Guzmán. Con apenas 44 años, de seguro ni siquiera lo conoció, a pesar de que se formó como abogado en la mismísima Universidad Católica. La carrera política la inició en el vivero de la UDI: la Fundación Jaime Guzmán, luego pasó a la Municipalidad de Viña del Mar bajo la alcaldesa Reginato. De ahí saltó a diputado, al Senado en 2022. Ha pasado la mitad de su vida adulta en los salones del Congreso; entre medio ha ocupado diversas posiciones en su partido. La carrera perfecta de un político profesional. Es claro, directo, breve. Para los estándares políticos se diría que peca de lacónico, pero casi siempre plantea ideas que lo sitúan fuera (o levemente fuera: no exageremos) de su tribu; o introducen, por lo menos, una ligera inflexión. Esto lo hace atractivo. Recordemos que Macaya no quería una Convención. A diferencia de Pablo Longueira estuvo por el Rechazo en el plebiscito de entrada. Presidía la UDI para el desastre de mayo (2022), cuando su sector obtuvo una representación tan misérrima en la Convención que volvió inservible el seguro de los dos tercios. Después las cosas marcharon mejor. Fue uno de los cerebros del triunfo del Rechazo el 4-S.
Esto envolvió decisiones capitales: aceptar la obsolescencia de la Constitución de 1980; acordar los "compromisos de septiembre” y demandas históricas de la centroizquierda; abandonar los sagrados dos tercios para el cambio de la Constitución; y abrirse —con generosidad que resultó algo sospechosa— hacia las fuerzas de la vieja Concertación que estaban por el Rechazo. El sesenta y dos por ciento le dio la razón; por ahora.. Faltaba lo más importante: Macaya no 7 se emborrachó con el triunfo. A las pocas horas estaba en La Moneda tomando el / encargo del Presidente Boric, buscando cómo seguir y concluir el proceso cional. Conseguirlo tomó meses de nego- +; ciaciones, donde hubo que ceder y hacer” oídos sordos a grupos fundamentalistas. La postura de Macaya: "Estoy dispuesto a que me digan traidor por poner la pelota en el piso en el tema constitucional”. Y la puso: ahí está el Acuerdo del 12-D. Macaya recuerda a Longueira en el llamado "MOP en época de Lagos. Como este reconoce en sus Memorias, el respaldo del líder de la UDI fue crucial para superar una crisis cuyas consecuencias podían ser gravísimas. Hay una inocultable complicidad entre Macaya y Boric, forjada en sus años en el Congreso y en lo que ambos representan: el recambio generacional. Ojalá se proyecte hacia nuevos campos para dar paso a un nuevo ciclo político. Vendría bien a todos.
Mi Marcel: Entre el cielo y el suelo NATALIA GONZÁLEZ A comienzos de año, Mario Marcel dejaba una impecable gestión en el Banco Central, marcada por su posición sensata y firme contra los retiros de fondos de pensiones, para asumir la conducción de una cartera compleja, en un difícil contexto económico y político. Lideraría las reformas estructurales, tributaria y de pensiones, y conduciría las presionadas cuentas fiscales.
Desde el día mismo que se comunicó su designación, Marcel fue ungido con algarabía por la opinión experta, el empresariado y la prensa como EL dique de contención, cordura y experiencia de un gobierno joven que, por esos días, asumía además decidido a refundar el país.
Era como si la presencia de un solo hombre, en un gabinete cuyo centro político estaba en el Partido Comunista y el Frente Amplio, pudiera librarnos de la inexperiencia, apatía hacia la evidencia y la superioridad moral de muchos de los noveles ministros que venían a rescatarnos de los vapuleados 30 años, los mismos de los que Marcel, el garante, fue activamente parte. Pero ese fervor, casi religioso por sus capacidades y experiencia, aterrizó en una realidad, gestión y declaraciones menos divinas que, como la vida misma, tienen de dulce y de agraz.
Para ser justos, se le puede adjudicar a Mario Marcel un manejo prudente de las cuentas fiscales y sus buenos oficios para que el Presidente se comprometiera a ratificar el CPTPP, pero, a la par, se declaró tranquilo, ni más ni menos, con la propuesta constitucional refundacional, intentando bendecirla con su capital político.
No es constitucionalista, cierto, pero es economista y reputado, y no había que escudriñar mucho para entender que la propuesta lesionaba severamente el derecho de propiedad, la libertad de emprender, nuestras perspectivas de progreso —hasta el punto de no retorno— y la salud de las cuentas fiscales. El pueblo chileno fue más sensato y rechazó. Luego, presentó una reforma tributaria que castiga el ahorro y la inversión y, aun cuando ha estado disponible a introducirle cambios, en lo grueso sigue siendo la misma reforma.
Posteriormente firmó el proyecto previsional que, además de no ser garantía, sosteniblemente, de mejores pensiones, nos ata a un monopolio estatal del que no tendremos escapatoria y, posiblemente, generará efectos negativos en el empleo formal cuando existe un deber moral de revitalizarlo. Los fieles dicen que no le quedaba otra en el contexto del gobierno del que eligió ser parte, pero esas explicaciones resultan complacientes y denigrantes para con una persona de su talla. Otros, menos fieles, dicen más vale diablo conocido que por conocer. Marcel tiene una trayectoria innegable. La pregunta es si la pondrá al servicio del reimpulso económico de nuestro país o si se limitará a controlar los daños de quienes aún añoran la revolución bolivariana. Al escribir estas líneas recuerdo una canción de Sabina: "que ser valiente no salga tan caro y que ser cobarde no valga la pena”. Ese es mi deseo para lo que resta de su gestión. MW Álvaro Elizalde: El profesional paciente LEONIDAS MONTES Álvaro Elizalde se esforzó desde muy joven por abrirse camino en las turbulentas aguas de la política. Su escuela fue la Izquierda Cristiana de Luis Maira, que se unió al PS en 1990. En seguida, el estudiante de Derecho en la Universidad de Chile fue presidente de la FECh. Para las elecciones parlamentarias del 2001, se lanzó al Congreso. Mordió el polvo de la derrota. Y debió esperar, hasta que recibió un llamado del poder. Bachelet lo nombró superintendente de Seguridad Social y en su segundo gobierno, ministro de la Secretaría General de Gobierno. Ya tenía 45 años. En esa época, la alta política estaba reservada para próceres. Era impensable que algunos de la FECh saltaran al Congreso, menos pensar en la Presidencia. Varios príncipes abandonaron la política, en cambio Elizalde, el príncipe del PS, se mantuvo firme y perseverante. En 2017 arremetió en el PS convirtiéndose en su presidente. Vivió serias dificultades. Solo recuerde el escándalo del exalcalde PS de San Ramón, Miguel Ángel Aguilera. Incluso fue acusado de traición cuando su partido abandonó a Ricardo Lagos. Pero ahí estaba Elizalde, paciente, sin dudar ni vacilar. Oriundo de Talca, desde marzo de 2018 es senador de la República. Para el estallido social recién había cumplido 50 años. Había llegado la gran oportunidad para el político maduro y fogueado. Fueron tiempos muy difíciles. El presidente del PS trabajó por el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución. Pero en la Convención, el Senado parecía tener sus días contados. Elizalde mantuvo firme el timón y el PS sorteó con éxito las contiendas electorales. Logró sumar 16 miembros en la Convención Constitucional, 7 senadores y 13 diputados en las elecciones parlamentarias. En marzo, Elizalde fue elegido presidente del Senado y le puso la banda a Gabriel Boric. Lo respaldó con entusiasmo y apoyó el Apruebo con reformas. Pero ante el contundente resultado del Rechazo, vio la realidad y la oportunidad. El hijo de la Concertación, adalid de la Nueva Mayoría y paciente guardián del PS fue protagonista del Acuerdo por Chile. Álvaro Elizalde tiene el carácter y experiencia de un profesional de la política. Sabe esperar, resistir y adaptarse. No hay mueca ni gesto que lo delate. La política es una vocación que requiere cuero duro. Y mucho pragmatismo. Pareciera que nada de eso le falta.
IM ¿ Qué piensa Cristián Warnken? LUCÍA SANTA CRUZ Cristián Warnken ha sido, y en su esencia será siempre, un ser humano forjado en las más altas manifestaciones de la cultura, construido por las más diversas lecturas de poesía, ficción, política y filosofía. Sin esperarlo, ha debido abandonar su torre de marfil y paz interior y se encuentra a la cabeza de un importante partido político de centro en formación: los Amarillos. Nació de la izquierda radical, militó en el MIR y fue activo opositor a la dictadura da militar.
A los 21 años aún creía en Marx, y pensaba que era Lenin quien le enseñaría “Qué hay que hacer”. Llegó en busca de la Utopía a Berlín oriental y encontró un ar "horizonte de edificios grises y monótonos, en un país donde la tristeza había terminado por devastar lo poco que quedaba ahí de vida. Un país para policías y delatores y muertos en vida”. Así, estuvo dispuesto a aceptar el desplome de todas sus creencias. Un segundo Damasco fue la desilusión con la nueva y joven izquierda, que tanto alabó en sus inicios.
La pérdida de fe se agudizó tras los horrores de la violencia insurreccional y "la romantización de la violencia”, su "doble estándar moral". Mostró a sus ojos con claridad nítida la "falta de convicción democrática” de una izquierda que ya no era la suya.
El trabajo de la Convención, con sus excesos, intolerancia, radicalidad y una propuesta claramente reñida con la democracia representativa y la libertad, lo llevó a levantar una "Alerta Amarilla máxima, democrática y republicana” para recuperar "la hora de la política, de la razón”, retomar el diálogo, y volver a una vida cívica donde quien discrepa es un adversario pero no enemigo. No le ha sido fácil este tránsito, por la “presión asfixiante de la tribu que coarta la libertad por lealtades mal entendidas. Warnken puede ser un hereje respecto a la ortodoxia izquierdista imperante, pero eso no lo transforma en exponente del pensamiento de derecha.
Ha sido duro con la nueva izquierda, también ha sido lapidario respecto a cierta derecha a la que culpa de crear "un país anestesiado por décadas de crecimiento económico”, que "reduce el valor de existir y la definición de la propia identidad al mero consumo”. Su crítica ha sido insobornable frente a una élite política empresarial, en cuyo seno "corría el billete en los pasillos que conectaban la política y los negocios”. Amarillos no están por la continuidad del modelo actual, claman por su reforma, pero sin violencia ni refundación. Warnken es un hombre sin ambiciones políticas, de profunda integridad intelectual y moral; queda por ver si hay espacio para alguien de sus convicciones y sensibilidad en nuestro Chile polar. Yo, al menos, así lo espero. Mi Irací Hassler: Dr. Jekyll y Mr. Hyde GERARDO VARELA La alcaldesa me parece simpática e intimidante a la vez. Es como la versión criolla de Hans Landa, ese personaje de Tarantino en "Bastardos sin gloria” que era al unísono amable y cruel. Su voz combina condescendencia con severidad. Pareciera que hay un ángel y un demonio conviviendo en esa humanidad.
Y por eso vemos a una persona inteligente, hablando en una jerigonza neomarxista ininteligible que nos hace preguntarnos: ¿ qué extraño designio de la naturaleza llevó a una persona que recibió la mejor educación de Chile a hacerse comunista, con el prontuario macabro de esa ideología en la historia? En la oposición, danzaba en pleno centro insultando al expresidente don Sebastián Piñera. En el poder, reta a un periodista que no la trata conforme a su sexo y cargo. Esta duplicidad es muy propia del comunismo. No existe un divorcio mayor que entre sus intenciones declaradas y su praxis. En educación venían a mejorar la calidad, y transformaron los liceos emblemáticos en un campo de batalla, donde a los profesores los rocían con bencina. Se declara feminista, pero la mujer moderna es hija de las democracias capitalistas, no del comunismo.
Fueron ellos los que amenazaban con "los momios al paredón y las momias al colchón”, que no suena a lema de "Comunidad mujer”. Se declara partidaria de la vida, pero celebra la violencia y quema del metro, iglesias y museos el 18/10. Todas sus ideas perdieron el 4 de septiembre, pero parece no enterarse ni importarle. Santiago está en crisis. Trabajé y disfruté en el centro. No era perfecto, pero había algo de señorío en su entorno que nos hacía sentirnos orgullosos.
Hoy más de la mitad de sus vecinos quieren emigrar. ¿Qué tienen los comunistas que cuando toman el poder todos quieren irse? Es hija de su tiempo: ingeniosa y creativa para reclamar, pero no para administrar. Para escribir esta nota caminé el centro. Era el único con corbata y uno de los pocos chilenos. Me sentí un extranjero en mi país.
No pude dejar de acordarme de los versos de Santiago del Nuevo Extremo: "Santiago, no has querido ser el centro Y tú nunca has conocido el mar Como serán ahora tus calles Si te robaron las noches”. La violencia, los ambulantes y una izquierda adolescente nos robaron más que las noches. ¿Será Irací quien nos devuelva Santiago? Mi Ximena Rincón: En busca del centro perdido JOSÉ JOAQUÍN BRUNNER Qué duda cabe, el año que termina transcurrió en medio de turbulencias. Los extremos se hallan polarizados. Gobierno y oposición carecen de una agenda común. Y no hay un centro que modere esas dinámicas dispares. En estas circunstancias aparecen diversas iniciativas destinadas a recuperar dicho centro. Ximena Rincón lidera una de ellas y pretende imprimirle su sello y orientación. Tiene antecedentes de sobra para ello. Es parte del personal político dirigente del / país con una destacada trayectoria. Conoce la rudeza que, a ratos, tiene la A política, igual como sus oportunidades y premios. Ocupó cargos importantes del Estado y el Gobierno: fue superintendenta de Seguridad Social, intendenta de la Región Metropolitana, ministra de las carteras Secretaría General de la Presidencia y de Trabajo y Previsión Social. Militante desde temprano de la DC, fue elegida senadora por la Región del Maule en dos ocasiones, en 2009 y 2017. Fue - vicepresidenta de su partido y designada precandidata presidencial, carrera que se frustró en medio de un torbellino de querellas intrapartidistas. A fines de octubre del presente año renuncia al PDC. Fue crítica de la Convención Constitucional, llamó a rechazar su propuesta y participó activa y creativamente en la construcción del acuerdo del 12 de diciembre que permitirá continuar con el proceso constitucional. Actualmente encabeza la formación de una nueva colectividad de centro, el partido Demócratas. El futuro de esta naciente colectividad, al igual que el liderazgo de Rincón dependerán del lugar que la idea fuerza del centro y el centrismo ocupe en adelante en la sociedad. Pudiera ser que ese espacio haya desaparecido con el fin de la Guerra Fría y la secularización de la sociedad, su individuación y la disolución de la cultura comunitaria.
O bien, podría ser que regrese impulsado por la necesidad de terceras vías, la hibridación de elementos privados y estatales y la recuperación del diálogo y la acción colaborativa como principios axiales de la política democrática. Todo eso está por verse; es incierto. Del curso que finalmente tome el proceso histórico, dependerá el liderazgo de Ximena Rincón y el de otros —individuos y colectivos— que andan en busca del centro perdido. Algo sí es seguro: que cuando el centro no se sostiene, y cede, a su alrededor las cosas se dispersan (W.
B. Yeats). ME Juan Sutil: El empresario que hizo honor a su apellido JOHN MÚLLER En diciembre de 2021, Juan Sutil (Santiago, 1961) creía que la victoria de Gabriel Boric iba a ser muy mala para Chile. "No veo que un empresario pueda tener mucha simpatía con las ideas que pueda promover el Partido Comunista a través de la candidatura de Boric”, le dijo a El País de España. Pero un empresario es, ante todo, un pragmático que debe arar con los bueyes que tiene. Y después de un año, casi se podría decir que Sutil y Boric se han encontrado en ese terreno, el del pragmatismo.
Sutil tomó la decisión de competir por la presidencia de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) el 22 de octubre de 2019, mientras veía en televisión cómo se extendían los desórdenes y saqueos por el país. Lo hizo, confesó, para “pelear” por sus valores que sintió amenazados. Y su decisión fue providencial para el empresariado. Sutil los sacó de la parálisis de los escándalos de colusión y la financiación de la política. No era un dirigente que gustara a la elite, lo consideraban un tipo de la base, poco acostumbrado a las alfombras... que no hacía honor a su apellido, era demasiado directo, poco sutil.
Con el estallido avanzando en las barbas del presidente Sebastián Piñera, la CPC estaba dispuesta a agarrarse a un clavo ardiente y apostaron por Sutil en marzo de 2020. "Está dispuesto a quemarse y a pagar costos”, dijeron varios dirigentes. Y Sutil lo hizo.
Poco a poco fue cambiando la imagen del empresariado, terminó con la defensa corporativa tácita que suponía hacer la vista gorda con las fechorías, aprovechó su imagen "con calle” para defender los intereses de su sector y se convirtió en un maestro de la comunicación, hasta el punto de que ha llegado a especular con la idea de tener su propio canal de TV. De su mano, la CPC se ha convertido en el gremio con más influena cia en el debate público. Hoy, tras sus gestiones para terminar con la huelga de camioneros, Sutil ha conseguido que en La Moneda se le escucha con el interés que se oye a un patriota.
Es cierto que tiene cerezas para exportar y eso lo convertía en parte interesada, pero también es cierto que el Presidente Boric ha descubierto, gracias a Sutil, que hay muchísimas causas en las que puede apoyarse en los empresarios. Pedagogía. Amistad cívica. Sinceridad. La imagen de Sutil ya no tiene nada que ver con la de 2020 o 2021. Hoy la imagen y el apellido, al fin, coinciden.
Evelyn Matthei: La fuerza de la perseverancia JUAN CARLOS EICHHOLZ Resulta inevitable valorar a esos polfticos que, desde el oficialismo y la oposición, dirigieron los destinos del país en los difíciles años del retorno a la democracia.
Cada vez menos de ellos se mantienen activos, aunque no es el caso de Evelyn Matthei, que no solo está activa, sino que es la política con mayor aprobación ciudadana en estos días, lo que la proyecta como candidata presidencial, aun cuando tendría más de 70 años. Algunos dirán que pasó su hora, que el. Chile de hoy exige liderazgos más jóvenes, que la abrupta derrota de Joaquín Lavín es una señal clara en ese sentido. Todo cierto, pero esa mirada puede ser parcial cuando se trata de Matthei. Dos veces diputada, dos veces senadora y dos veces alcaldesa. Ningún político en Chile puede mostrar ese registro. La única elección que "la Evelyn” no ganó fue contra Michelle Bachelet, como reemplazo de última hora de Pablo Longueira. Su historia es de perseverancia, qué duda cabe. Pero no perseverancia a ciegas. Sin perder su esencia, la alcaldesa ha sabido leer el entorno y evolucionar. Su planteamiento economicista ortodoxo fue incorporando una mirada social más elaborada; su tono arrebatado fue haciéndose más templado; su aproximación más simple a los problemas ha ido ganando en complejidad.
Con todo, ¿cuál es la fuente de esa perseverancia? ¿ Por qué seguir cuando te vas quedando generacionalmente sola? Imposible no conectarlo con esa ambición que define a todo político: querer ser Presidente de la República. Pero hay algo más que probablemente venga como herencia de su padre, el general Fernando Matthei.
Ahí, de seguro, aparecen el sentido del deber y la determinación de hacer lo correcto, independiente de las críticas. ¿Será suficiente esa perseverancia para llevar a Evelyn Matthei a La Moneda? La historia de varios intentos fallidos, que comenzaron con el Piñeragate en 1992, dice que no. Su desafío para ser una verdadera estadista es saber unir su biografía personal con un ideario claro de país que vaya más allá de los problemas puntuales. Porque una cosa es ganar elecciones de alcalde, diputado o senador, y otra, una elección presidencial.
IM "E El triunfo postrero de Llaitul DANIEL MANSUY Un año atrás, el 30 de diciembre de 2021, una rozagante Izkia Siches se refería a la situación de la Araucanía del siguiente modo: "Nuestro ánimo tiene que ser de diálogo, y ahí tenemos que hacer un trabajo con todos los actores, incluyendo a la CAM”. Las palabras de Siches suenan hoy lejanas, pero vale la pena situarse en el contexto para (intentar) comprenderlas. Boric venía de triunfar en la presidencial, mientras la Convención avanzaba a toda máquina para establecer una nueva relación con los pueblos indígenas.
En ese sentido, la frase de Siches formaba parte de un cuadro más amplio, marcado por una visión romántica de la violencia (Carolina Tohá dixit). Aquí se inserta la frustrada visita a Temucuicui, las repetidas alusiones al Wallmapu, las dudas sobre los presos políticos y la negativa a querellarse contra los grupos violentistas porque "no perseguimos ideas” (sic). En esta narrativa, Héctor Llaitul —fundador y líder de la CAM— estaba llamado a ser el héroe de la película. Los jóvenes idealistas encontraron en el exmiembro del MIR y del FPMR a su personaje soñado. Después de Elisa Loncon y Francisca Linconao, representaba el símbolo máximo de a resistencia contra el colonialismo neoliberal. Sin embargo, y acá empieza lo ealmente interesante, Llaitul nunca estuvo dispuesto a prestarse a la pantomima. Su ebeldía no era impostada, y su discurso no tenía nada en común con una muchachada que —más tarde o más temprano— terninaría acomodándose al orden establecido. Dicho de otro modo, Llaitul no fundó la CAM para hacerle el juego a un grupo de evolucionarios sin revolución que nunca an expuesto el propio pellejo. Desahució el proceso constituyente, llamó a proseguir a resistencia armada, y el Gobierno no tuvo más alternativa que cambiar de posición. Llaitul fue capturado el 24 de agosto mientras almorzaba en un restorán, pero su captura no fue un triunfo oficialista, ni mucho menos. Después de todo, al apresarlo, el Gobierno tuvo que tragarse una de sus más derrotas más amargas, y asumir que no podía sino repetir en la Araucanía el libreto que han seguido todas las administraciones. Llaitul fue detenido por quienes nunca han dejado de creer que el combate de la CAM es justo y que Temucuicui es "territorio liberado”. Nadie puede quitarle ese triunfo. IM