¡Hay filantropía, ciudadanos!
¡ Hay filantropía, ciudadanos! Por Rodrigo Guendelman Conductor de Santiago Adicto l miércoles de esta semana se puso la primera piedra del espacio inmersivo más grande y moderno de Sudamérica. Un proyecto de Copec, que está celebrando sus 90 años de historia, junto al Museo Interactivo Mirador, el MIM, institución que también cumple años: un cuarto de siglo.
Esta alianza público-privada, que implica un aporte económico sustancial de la empresa, permitirá que los santiaguinos podamos disfrutar un espacio de 400 m?, con una cúpula de proyección de 360", donde se abordarán contenidos de astronomía, energía, sostenibilidad, biología y tecnología. Tendrá una estructura semiesférica de 22 metros de diámetro y 14 metros de altura -como un edificio de cinco pisos que albergará en su interior una pantalla continua de aluminio microperforado. Esta superficie, especialmente diseñada para proyecciones digitales Full Dome, funcionará como un lienzo inmersivo para representar con asombrosa precisión desde el cielo estrellado hasta complejas simulaciones científicas. Un regalo para el MIM, para los cientos de miles de escolares que asisten en la semana a este centro interactivo de los conocimientos y para todos quienes lo visitamos durante los fines de semana.
Una extraordinaria manera de celebrar el aniversario de una ra de celebrar el aniversario de una de Radio Duna. empresa que es parte de nuestra vida diaria y un ejemplo de filantropía que, afortunadamente, no es el único.
Al otro lado de la ciudad, en el Parque Bicentenario de Vitacura, pronto empezarán las obras para levantar el NUMU, Nuevo Museo de Santiago, una obra de notable arquitectura (el concurso lo ganó un equipo liderado por Cristián Fernández) que implica 7 mil 500 metros cuadrados construidos.
Todo el financiamiento del proyecto, incluyendo las obras de arte que se mostrarán en el espacio y un concurso de arquitectura que tuvo un jurado de antología por su prestigio, es aportado por la Fundación Engel, del empresario Claudio Engel.
Este ingeniero civil de la Universidad de Chile, hijo de inmigrantes que llegaron a Chile en la década de los 30 escapando de la Alemania nazi, está poniendo a disposición de Santiago una inversión de 25 millones de dólares, lo que considera la construcción y operación del museo que se emplazará en un terreno de poco más de seis mil metros cuadrados dentro del Parque Bicentenario.
Tal como el Metropolitan Museum of Art en el Central Park de Nueva York, la Fundación Luis Vuitton en el Bois de Boulogne de Paris, el Bellas Artes en el Parque Forestal y el Museo de Historia Natural en el Parque Forestal, el NUMU estará en un lugar perfecto para apreciar arte: un gran parque público. Sigamos con grandes ejemplos filantrópicos. Casi 25 años atrás, el MAVI, Museo de Artes Visuales, fue inaugurado en la Plaza Mulato Gil del Castro, en el corazón del barrio Lastarria.
Sus fundadores, los empresarios Manuel Santa Cruz y Hugo Yaconi, reunieron una colección de importantes artistas chilenos y le pidieron al arquitecto Cristián Undurraga que desarrollara un espacio tan generoso en metros cuadrados como respetuoso con el entorno urbano, cargado de historia. El resultado es uno de los mejores museos de Chile, tanto en su diseño como en sus muestras. Nuevamente, un extraordinario regalo para Santiago. Filantropía pura es este espacio que hoy se llama MAVI UC, el cual, además, da espacio a la exhibición de obras de artistas emergentes mediante el Premio MAVI Arte Joven, creado en 2006.
A eso se suma, desde 2018, la Beca Fundación Actual MAVI, para artistas de mediana carrera. ¿Un ejemplo más de que en nuestro país hay una intensa relación entre privados y cultura? Este es muy potente, pues da origen al primer museo que debiera visitar un turista en Chile. Me refiero al Museo Chileno de Arte Precolombino. Su fundación, en diciembre de 1981, surge a partir de la donación de más de mil piezas de la colección privada del Premio Nacional de Arquitectura, Sergio Larraín García-Moreno.
Una colección reunida no desde el cálculo, sino desde una pasión que él mismo llamaba "el contagio". Ese contagio era más que un impulso coleccionista: era una forma de vida, una sensibilidad orientada a lo material y lo sagrado de los pueblos originarios de América.
Durante décadas, Larraín acumuló y convivió con objetos rituales, piezas ceremoniales y artefactos cotidianos que convertían su casa en un museo vivo, en una especie de templo doméstico donde los tótems acompañaban la rutina y la reflexión... Por eso sua museo, único en su tiempo, traspasó las fronteras nacionales: reunió piezas desde Mesoamérica hasta el Cono Sur, proponiendo una visión panamericana que desafiaba la idea de una cultura encerrada en los límites del Estado-nación", explica un artículo del Centro de las Humanidades de la UDP Falta espacio para contar la historia de Pedro Montes y la Galería D21; la de la familia Saieh y CorpArtes; Juan Yarur y la Fundación AMA; Carlo Solari y Paula del Sol con Il Posto, así como Ramón Sauma y la Fundación Ca. Sa o Patricia Ready, con la revista La Panera. Y, créanme, se me quedan nombres en el tintero digital ¡ Hay filantropía, ciudadanos!.