COLUMNAS DE OPINIÓN: La otra agenda: ciencia y derechos
COLUMNAS DE OPINIÓN: La otra agenda: ciencia y derechos Gonzalo Cowley C recimiento económico, inversión y empleo, por una parte, y seguridad ciudadana y seguridad humana para la vida, por otra, parecen ser los temas del debate de renovación de autoridades de noviembre. Pero existe otra agenda que no pasa de los titulares, pero que requiere no solamente atención, sino que necesariamente expansión, para que se instale en la conversación del país. La ciencia y la tecnología están redefiniendo los límites de lo posible. Desde la genética hasta la inteligencia artificial, pasando por la exploración espacial y las energías renovables o la robotización y la automatización. En el epicentro de estas innovaciones, hay una relación de borde con la ética y, como telón de fondo, los derechos humanos y fundamentales. La conexión es lógica.
El desarrollo científico y tecnológico es un aliado sustantivo para aspectos centrales del bienestar de las comunidades, como la salud, la educación, la alimentación, el trabajo y otros derechos a los que las sociedades razonables buscan.
Vacunas que salvan vidas, acceso al conocimiento desde un teléfono, herramientas para combatir la crisis climática, agricultura de precisión y biotecnología para la seguridad alimentaria, materiales avanzados y construcción sostenible para una vivienda digna, segura y eficiente energéticamente, herramientas de inclusión para personas con discapacidad, diagnóstico médico avanzado y telemedicina, monitoreo y alerta temprana para desastres naturales, plataformas de participación para proteger la confianza democrática, en fin. Pero la misma tecnología que nos conecta, puede vigilarnos. La que hace diagnósticos, puede discriminar por sesgos de algoritmos. La que optimiza el trabajo, puede precarizarlo. La privacidad, la igualdad, la libertad de expresión y la dignidad humana se ven desafiadas por la vigilancia masiva, la desinformación y dilemas bioéticos. Uno de los desafíos de hoy es huir de la hojarasca y mejorar el prestigio de nuestra democracia, devolviendo confianza y abordando también la otra agenda.
El verdadero juego no es solo quién ocupa tal o cual silla, sino cómo construimos un futuro donde la ciencia y la tecnología sean palancas para un desarrollo equitativo y respetuoso de los derechos de todos. La otra agenda: ciencia y derechos.