Editorial: Presupuesto de educación: Reprobado
Editorial: Presupuesto de educación: Reprobado El reciente Panorama de la Educación 2025 de la OCDE muestra que entre 2013 y 2023, Chile no registró cambios en su cobertura educativa para los niños de entre 3 y 5 años. El nivel es de 10 puntos porcentuales por debajo de la OCDE, que en el mismo período subió su cobertura promedio en cinco puntos, para alcanzar un 85 por ciento. Países como España, Francia o Alemania están casi en el 100 por ciento. En Chile, la cobertura es especialmente baja a los tres años, alcanzando apenas un 53 por ciento, 26 puntos porcentuales por debajo del promedio OCDE. En edades de 0 a 2 años, la cobertura es también muy baja: menos de la mitad de la observada en España.
La Encuesta Longitudinal de Primera Infancia, a su vez, indica que a los 48 meses hay una gran brecha en habilidades cognitivas y socioemocionales de los niños, la que se correlaciona fuertemente con su origen socioeconómico y cultural. La posibilidad de reducir esas brechas está muy ligada, precisamente, a una educación inicial de primera calidad. El presupuesto de educación para 2026, sin embargo, deja en claro que este valioso objetivo no está en el radar del Gobierno.
Los montos para este nivel educativo decrecen levemente, pero la baja es significativa en aportes de capital, sugiriendo que no hay real interés en aumentar la cobertura: la inversión en este nivel habrá caído entre 2022 y 2026 en poco más de 9 por ciento. Mientras tanto, la educación superior experimenta el principal aumento, un total de 2,2 por ciento en un presupuesto que ya es cuantioso. Este aumento es especialmente relevante en el financiamiento para la gratuidad universitaria, que suma una expansión de 9,8 por ciento. Ello se explica por factores que van desde ajustes en los aranceles regulados hasta una reducción en las exigencias de acceso, que ha aumentado la matrícula en universidades menos selectivas. Entre 2022 y 2026 el financiamiento para gratuidad habrá así crecido un 32 por ciento. En un contexto donde el retorno promedio de la educación superior en Chile es muy alto, estos montos son difíciles de justificar. Más aún si se considera que esta inversión que alcanzará los 2 mil 700 millones de dólares en 2026 no ha hecho un aporte real a una transformación interesante del sistema de educación superior. Es cierto que ha contribuido a aliviar la carga económica de familias vulnerables, pero logros similares se podrían haber obtenido con otros instrumentos. En el sistema escolar también hay desafíos de distinta naturaleza y no se aportan mayores recursos. Sin desconocer los avances, la recuperación de la asistencia no ha ocurrido a la velocidad esperada. De hecho, la tasa de asistencia acumulada a agosto de este año es levemente más alta que la de 2024 y aún está por debajo de niveles razonables. En tanto, la tasa de inasistencia grave y crítica ha caído, pero aún alcanza niveles superiores al 25 por ciento, hipotecando severamente los aprendizajes de esos niños y jóvenes. Tampoco es evidente que esos mejoramientos se expliquen por las estrategias desarrolladas para este efecto. Por ejemplo, en la presentación del presupuesto, se informa que la ejecución del Plan de Tutorías, Aprendizajes Fundamentales y Convivencia Escolar alcanzaba a agosto apenas un tercio del presupuesto. El alcance de las tutorías era muy limitado, y otras actividades reportadas tampoco parecen tener la densidad requerida. En 2026 el programa se descontinúa y un próximo gobierno tendrá que abordar el desafío por medio de otros instrumentos.
En otras materias, el presupuesto en educación escolar observa una inercia elevada, asociada a legislaciones dictadas hace varios años y que aún están en transición, como la instalación de los servicios locales de educación pública ($158 mil millones) y el desarrollo profesional docente ($108 mil millones), pero esta última iniciativa parece inconsistente con la insistencia de las autoridades del Ministerio de Educación de bajar las exigencias académicas para acceder a pedagogía. Es difícil, entonces, no concluir que el presupuesto de educación tendrá que ser revisado en profundidad por una próxima administración si quiere avanzar con efectividad en equidad y calidad.
Tendrá que ser revisado en profundidad por el próximo gobierno, si este quiere avanzar en equidad y calidad.. Tendrá que ser revisado en profundidad por el próximo gobierno, si este quiere avanzar en equidad y calidad.