Autor: Cristián León González Académico Escuela de Arquitectura UDP
Convención, patrimonio y simbolismo
A elección de la Convención Constituyente y la celebración de la semana del patrimonio ponen de relieve un interesante simbolismo extraviado desde el retorno de la democracia. Al realizarse las sesiones plenarias de la Convención en el ex Congreso Nacional, se reactiva nuestro eje cívico, pilar de nuestra democracia, hoy tan asediada. Comenzando en el eje Bulnes, cruzando los monumentos a Carrera y O'Higgins, se traspasa la caja cívica de La Moneda (1805), centro de gravedad del Gobierno (Poder Ejecutivo), flanqueado por los edificios ministeriales.
Continúa por Morandé, y pasa por los tribunales de la Corte Suprema, sede del Poder Judicial (1905-1911 y 1928-1930), para rematar en el palacio del antiguo Congreso, sede del Poder Legislativo (1857-1876), donde se sesionó entre 1876 y 1973. Un notable eje cívico que debía ser reflejo, a su vez, de la cordialidad cívica y de la continuidad democrática de la sociedad chilena.
“Los centenarios edificios de nuestro centro cívico no son mausoleos petrificados, sino organismos vivos que participan de la vida de sus ciudades”. el estilo neoclásico de este patrimonio arquitectónico nos anclaba simbólicamente con los valores de la cultura clásica: la filosofía y la democracia, herencia griega; y la república y el derecho, legado romano. Sus formas armónicas y horizontales nos recordaban la estabilidad, equilibrio, solidez y mesura de la institución democrática. También nos unía con los ideales ilustrados de Libertad, Igualdad y Fraternidad. El color blanco de sus edificios nos recordaba el ideal de pureza, verdad e incorruptibilidad de sus poderes políticos. En 1973, la democracia sufrió una fractura. El Congreso Nacional se disolvió y se reinstaló más tarde fuera de su centro de gravedad, como un exilio calculado o un gesto a la descentralización.
Como fuere, hoy la ciudanía ha elegido una Convención Constituyente que sesionará en el ex Congreso, con la noble tarea de redactar la Carta Magna que regirá a Chile por los próximos cuarenta años o más; una carta que debe contener todos los valores antes mencionados si quiere ser representativa y, al mismo tiempo, dar estabilidad y continuidad a nuestra democracia, haciéndola más robusta, participativa e inclusiva. Octavio Paz decía que la arquitectura es el testigo menos sobornable de la historia, pues era un registro fiel de la realidad. Esta reactivación del patrimonio nos muestra que estos centenarios edificios no son mausoleos petrificados, sino que son organismos vivos que participan plenamente de la vida de sus ciudades. Visitar, proteger y valorar nuestro patrimonio nos recuerda quiénes fuimos, quiénes somos y hacia dónde queremos caminar. También nos indican que podemos transitar hacia un sistema social más justo y hacia un orden cultural más elevado. Chile lo merece.