Autor: LORETO COX Escuela de Gobierno UC PEDRO CUBILLOS Universidad de Chile CARMEN LE FOULON Centro de Estudios Públicos
Nuestra polarización
”... cerca de la mitad de quienes tenían posición ante el plebiscito creían que los del bando contrario son “una amenaza para el país” y 42% los considera “francamente malas Pese a que últimamente hemos hablado mucho de polarización en Chile, sabemos poco sobre su verdadero alcance.
La polarización política tiende a pensarse como la distancia entre las posiciones con las que la gente se identifica, por ejemplo, en el ejeizquierda/derecha, en impuestos o en política social —es lo que se conoce como polarización ideológica—. Pero en la última década, investigaciones sobre el caso de Estados Unidos han realzado un nuevo concepto, la polarización afectiva, que apunta a una animosidad, o incluso desprecio, entre personas con posturas distintas.
La polarización ideológica y la afectiva están conectadas, pero no son lo mismo y no siempre van a la par (Levendusky y Malhotra, 2016). Existe cierto debate sobre cómo ha evolucionado la polarización ideológica en EE.UU., peroes claro que están cada vez más polarizados en lo afectivo.
Un ejemplo terrible es que casi uno de cada cinco demócratas o republicanos cree que “muchos de los del partido contrario carecen de las características para ser considerados plenamente humanos; se comportan como animales” (Kalmoe y Mason, 2022). ¿Cómo estamos por casa? Tenemos pocos datos para responder empíricamente esta pregunta. Esa fue una de las motivaciones pa= ra un estudio que implementamos, primero, justo antes de la segunda vuelta presidencial en2021 y, luego, antes del reciente plebiscito. Encuestamos a 2.133 y 1.499 personas, respectivamente, a través del panel online Netquest.
Si bien estas encuestas no son representativas de la población, cubren a personas detodos losrangos de edad, grupos socioeconómicos (excepto E) y zonas urbanas del país, En la encuesta pre-plebiscito medimos polarización afectiva comparando las evaluaciones que las personas hacen de “los suyos” y de “los otros” en varias dimensiones: los que votan por el Apruebo y porel Rechazo, los que votaron por Boric y por Kast, los que están a favor y en contra del aborto, la izquierda y la derecha, y los ricos y los pobros. Las dimensiones con mayor polarización son las relativas a elecciones recientes: Apruebo/Rechazo y Boric/Kast, y también la del aborto, todas ellas con niveles de polarización similares a los observados entre demócratas y republicanos en EE.UU. La polarización en dimensiones más permanentes, como izquierda/derecha y ricos/pobres, es bastante más baja. Cerca de la mitad de quienes tenían po ción ante el plebiscito creían que los del bando contrario son “una amenaza para el país” y 42% los considera “francamente malas personas” (en EE.
UU,, estos valores son 60 y 10%; Kalmoe y Mason, 2022) En todas las medidas de polarización afectiva, las personas de izquierda aparecen más polarizadas que las de derecha, al revés de lo que se observa en EE.UU. Quienes no tienen una posición política definida muestran ni veles de polarización afectiva bajísimos, excepto en el caso del aborto. Nuestros resultados muestran que hay personas muy polarizadas afectivamente que tienen posiciones ideológicas moderadas, y viceversa; es decir, son de hecho formas distintas de polarización. Es más, usando diferentes experimentos, no encontravínculos causales directos entre polarización afectiva e ideológica. No obstante, un experimento adicional nos revela que las identidades políticas sí afectan las posiciones ideológicas de las personas. Preguntamos a los encuestados cuán de acuerdo estaban con dos afirmaciones: la prioridad del crecimiento económico vis a vis la igualdad y el aborto libre. Al preguntarlo, planteamos las afirmaciones como dichas por “la Persona 1, quien vota Apruebo/ Rechazo”, donde la opción de voto de esta persona hipotética era determinada al azar. Increíblemente, las posiciones en estas materias tan de fondo variaron enormemente según la posición de quién la planteaba. Es decir, loschilenos pueden alterar susconvicciones más profundas para ponerse del lado de un desconocido de su bando electoral.
Pero tal vez más grave, en una tercera al mación, preguntamos si “se justifica cerrar el Congreso en momentos de crisis” —una idea de suyo antidemocrática—. Tristemente, cuando quien la planteaba era del mismo bando, las personas estaban considerablemente más dispuestas a sacrificar la democracia Ensuma, la fuerte animosidad entre opciones electorales parece estar nublando nuestra capacidad de pensar políticas, perotambién, y más preocupante, nuestro compromiso democrático.
Esperamos que los nuevos acuerdos políticos partan de la base de que los otros no son ni una amenaza, ni menos el mal, y que nuestros líderes se alejen de la política del “nosotros” contra “ellos”.