Autor: Lucas Sierra CEP y U. De Chile
¿ Cuál es el balance del gobierno y cuáles son los principales desafíos para Chile en 2020?
Un gobierno sin perspectivas n época de campaña, Piñera prometió a la derecha política y económica una regresión al neoliberalismo a ultranza. Con trario al esfuerzo contra la desigualdad, quería dar prueba que la concentración de la riqueza iba a el con sumo y dar estabilidad al país.
En el fondo, pretendía decir que los dueños del capital, como él, son los que deben “mandar”, los demás “parásitos”, como trató más de una vez a las figuras políticas de izquier da o centroizquierda, no podrían ser capaces de entender y materiali zar el arte de gobernar.
Poreso, intentó la reforma fiscal conocida como la “reintegración tri butaria”, con la idea tantas veces fracasada de que la ruta del progreso es enriquecer aún más a los grupos financieros, reembolsándoles des de el patrimonio público más de mil millones de dólares anuales.
El re clamo contra la desigualdad social y los abusos, encarnados en ese ver gonzoso proyecto, ya tenía un amplio y autónomo apoyo que se exten dió multitudinariamente por todas las ciudades y regiones, desde el 18 de octubre. El país rechazó esa injusticia, aun así, el gobierno pretendía imponer la en el Parlamento con apoyo del centro político y, al mismo tiempo, subir el costo del transporte público a la población. Fue una pretensión intragable. La movilización social no se hizo esperar.
Esa realidad rompió sus pronósticos, echando por tierra su autocom placencia; la rabia lo hizo ver una “guerra” donde solo había un profun do rechazo a la injusticia, de ese modo, sepultó la popularidad que le quedaba. Tuvo que instalar un nuevo gabinete, pero no pudo recompo ner la alianza política de sus partidarios. Un gobierno sin apoyo social no tiene quien lo defienda. Ahora, Piñera observa impotente que en la derecha no hay proyec to político común y que, por eso, la coalición que lo sustenta se divi de. Unos quieren tomar la defensa de la Constitución de 1980 y asu mir un autoritarismo populista, y otros quieren olvidar ese sello y re convertirse en liberales. No existe punto de encuentro y el gobierno no tiene condiciones niliderazgo para reagruparlos. La Moneda trasluce el afán de mantener el poderen medio de una impopularidad que no cede, sopor tando aparatosas caídas propias del teatro del absurdo, como el informe de inteligencia hecho por big-data.
Se trata de dar cualquier respuesta sin medir límites éticos, como de cir que “muchos” delos videos que confirman la violencia policial son de “fuera de Chile”. Así, la ciudadanía presencia la decadencia de un gobierno que no está dispuesto a una reforma social profunda, al alza efectiva del ingreso mínimo de los trabajadores, la instalación de un sis tema mixto de pensiones, la dignificación de la educación pública y del sistema de salud. En suma, Piñera sigue apostando a un Estado ausente, sin la muscu latura necesaria para corregir la desigualdad en su origen, donde es in dispensable y donde duele. En definitiva, prefiere un Estado mínimo, en que el sector financiero mantiene su rol preponderante. El gobierno tampoco tiene capacidad de controlar la acción de Cara bineros.
Resulta paradójico que en lugar de imponer su autoridad seso mete a la dinámica represiva; en tal caso deberá asumir totalmente la responsabilidad política por la violencia estatal, ya que continúan las violaciones de los derechos humanos. Un escenario lejos de su autocom placencia. En la derecha reconocen que la situación es “mala”, tanto que ni el K-pop pudo arreglarla. Ante el desgobierno, el proceso constituyente pasa a serel lugar esen cial del reencuentro social y nacional para unir a Chile, elaborando y construyendo una nueva Constitución, nacida legítimamente en demo cracia. El futuro de la democracia chilena. En el proceso constituyente radica el futuro de la democracia chilena.
A días de finalizar el año, comienzan a surgir evaluaciones al desempeño del Ejecutivo en las diferentes áreas durante 2019, y las proyecciones políticas e institucionales del país para el próximo año, las cuales dieron un giro tras el estallido social comenzado el 18 de octubre. La forma institucional ha sido víctima estos meses turbulentos, lo que no se olvidará el 2020 ni el 2021. A La forma como víctima ensar en los desafíos políticos e institucionales del año 2020 es como pararse frente a un abismo. Basta mirar el calendario electoral: plebiscito, eventuales primarias para alcaldes y gobernadores regionales, elecciones municipales y de gobernadores, más la de constituyentes si gana “apruebo” en el plebiscito. Hay incertidumbre, qué duda cabe. Y harta. No solo por la intensidad electoral y por el hecho de que dos elecciones -gobernadores y constituyentesson inéditas, sino, también, porque el “apruebo” en abril abrirá la discusión constitucional de fondo. Mientras ésta dure, el sistema jurídico quedará medio suspendido, entre paréntesis. Solo las instituciones y el respeto de su forma ayudarán a reducir la incertidumbre al mínimo tolerable. La reforma constitucional que ha bilita el plebiscito ayuda.
Su detalle combina bien dos cosas: la posibi lidad de una nueva Constitución redactada por un ente también nue vo, por una parte, y, por la otra, el hecho de que esto ocurra en ausen cia de un quiebre o golpe de Estado, por lo que hay un hilo institucional que no se ha cortado y que, por lo mismo, hay que conservar. Algunos casos recientes, sin embargo, sugieren una dosis de escep ticismo. Y de cuidado.
Uno es el entusiasmo en el Congreso por subir el gasto fiscal en, por ejemplo, salario mínimo y pensiones, ignorando la regla que desde hace casi 80 años entrega la iniciativa exclusiva en esta materia a la Presidencia. Otro caso es la reciente consulta municipal. Puro voluntarismo.
No importaron los problemas con el padrón electoral, con la vota ción electrónica, ni el más importante de todos: preguntas a los ve cinos completamente fuera de la competencia de los municipios como, por ejemplo, la cuestión constitucional o el IVA.
La ley exige que las consultas municipales sirvan para orientar la administración comunal. ¿Puede orientarla el resultado favorable a una nueva Constitución o a una rebaja del IVA? Obviamente no, pues los municipios no tienen competencia alguna sobre las reglas constituciona les ni las legales que imponen el IVA. Los municipios se con virtieron en encuestadoras: preguntaron algo sin consecuencias institucionales. ¿Algún proble ma? Dos, al menos: sus resultados carecen de validez metodológica y, más grave, fueron pagados con fondos públicos. Tercer caso. Hace una semana se publicó la Ley de Reajuste del Sector Público.
En medio de reajustes y aguinaldos, hay una norma sorprendente: una modificación de la ley orgánica de la Contraloría que deroga la subrogación que le corresponde al Subcontralor en caso de ausencia temporal o accidental del Contralor. Ahora éste será subrogado por un jefe de departamento en el orden que el propio Contralor determine. Es inevitable recordar aquí la tensa relación que el actual Contralor ha tenido con la Subcontralora. La ley la ha zanjado a favor del prime ro.
No habría de qué preocuparse si no fuera por un par de detalles. ¿Por qué en una ley de reajuste del sector público y no en una discusión in tegral de la ley de la Contraloría, a todas luces necesaria? Además, la ley de la Contraloría es orgánica constitucional, por lo que esta modifica ción necesitaba 4/7 de los parlamentarios y control por el TC. Pero fue aprobada como ley simple y, por lo mismo, no pasó por el TC. Pasó co lada, como de contrabando. En fin. Estos casos muestran que la forma institucional también ha sido una víctima en estos meses turbulentos. ¿Sin perdón ni olvido? Per dón quizás, pero olvido jamás. No en 2020. Y menos en 2021.