Autor: Alejandro San Francisco
El Congreso PS de La Serena v la elección de Altamirano
El cónclave partidario de 1971, el primero con un mandatario socialista en La Moneda, significó la derrota de Aniceto Rodríguez y la asunción de la línea revolucionaria que comandaba Carlos Altamirano. Aquí un nuevo artículo de Chile hace 50 años.
E de 1970, cuando Allende como Presipública, el Partido Socialista pasó a contar con su principal figura política como gobernante de sta manera, el Congreso del z Ó en La Serena en ene O iguiente tuvo la particularidad de encontrar a la Unidad Popular en el gobierno, en un proceso de transición al socialismo que recién socialistas eran es, muchas veces el histórico partido tomaba decisiones teóricas y prácticas. El Primer Congreso —con Oscar Schnake como secretario general— se realizó en octubre de 1933, poco después de la fundación de la colectividad.
En la década de 1960 hubo reuniones importantes, como el Congreso de Linares (1965) y el de Chillán (1967), que se efectuaron en un contexto de radicalización socialista, que había recibido el impacto de la Revolución Cubana y de la derrota de 1964 frente a Eduardo Frei Montalva.
En Linares, los socialistas resolvieron ratificar la línea del Frente de Trabajadores, descalificaban al Partido Demócrata Cristiano como “esencialmente reaccionario”, asumiendo frente a él una “oposición clasista y revolucionaria”; mientras tanto, en Chillán el PS proclamó que “la violencia revolucionaria es inevitable y legítima”, y la consideraba “la única vía que conduce a la toma del poder político y económico” (ambos congresos están explicados en el completo trabajo de Julio César Jobet, “Historia del Partido Socialista de Chile” Santiago, Documentas, 1987.
Con Prólogo de Ricardo Núñez). Pese a las declaraciones grandilocuentes y muchas veces incendiarias, en la práctica los socialistas seguían trabajando con normalidad en la arena política parlamentaria, legal y dentro de las normas de la democracia. Para ello habían conformado una alianza con el Partido Comunista en 1956, llamado Frente de Acción Popular (FRAP), que compitió por la Presidencia de la República en dos ocasiones, en 1958 y 1964. En la elección de conFicha del autor Alejandro San Francisco Profesor de la Universidad San Sebastián y la Universidad Católica de Chile. Director de Formación del Instituto Res Publica.
Director general de Historia de Chile 1960-2010 (Universidad San Sebastián). Gresistas de 1969, el Partido Socialista ratificó su fuerza política, al lograr el 12,7 % de los votos, que le permitió elegir 15 diputados; igualmente triunfaron los senadores María Elena Carrera, Aniceto Rodríguez y Salvador Allende. Este último ocupaba un lugar en la Cámara Alta desde 1945, había sido tres veces candidato presidencial y, como sabemos, llegó en 1970 a la Primera Magistratura. El Congreso de La Serena El XXIII Congreso General Ordinario del Partido Socialista se realizó en La Serena entre el 28 y el 31 de enero de 1971.
La inauguración contó con la presencia del Presidente Allende, quien comenzó su discurso reconociendo que no podía olvidar que “todo lo que he sido y soy se lo debo al Partido Socialista y ala Unidad Popular”, precisando además que hablaría como Compañero Presidente de Chile. En la ocasión realizó un resumen de los aspectos principales del programa de la UP y valoró los primeros logros conseguidos en apenas tres meses de gestión, entre los que destacaba el convenio CUT-Gobierno.
Además respondió a algunas críticas recibidas por sus decisiones, como los indultos a algunos “jóvenes idealistas”, como les había llamado, y aprovechó de advertir que aplastaría “definitivamente toda tentativa que emane de aquellos que serán heridos por las medidas económicas y sociales del Gobierno”. El encuentro socialista contó con la presencia de numerosas delegaciones extranjeras y con representantes de los demás partidos de la Unidad Popular.
Se calculó la participación de “7o delegados fraternales”, de países de distintos continentes (La Tercera, “Nuevo Comité Central elegirá hoy día el PS”, 31 de enero de 1971) El diario Clarín afirmó que Allende y algunos delegados extranjeros —el de Cuba y de los guerrilleros palestinos entre ellos— eran los más atractivos para la población local.
El Presidente era vitoreado cada vez que aparecía y numerosas personas querían verlo y tocarlo (“Don Salva' y delegaciones, los regalones”, 29 de enero de 1971). A comienzos de 1971, el Partido Socialista era liderado por Aniceto Rodríguez, una de las figuras históricas del conglomerado.
Él era partidario de la vía electoral, si bien no era un demócrata en sentido occidental y se manifestaba partidario de llegar a una República Democrática de Trabajadores; además estaba convencido que se debía “derrotar para siempre a la burguesía”. Durante el Congreso de La Serena hizo un informe en el cual criticó a sus detractores dentro del PS, que habían heCho poco o nada por la victoria de septiembre de 1970 y ahora aparecían como grandes consejeros y con deseos de ganar posiciones al interior del partido.
De acuerdo con el Informe del Comité Central, del cual fue relator en La Serena, Rodríguez señaló que no debían olvidar que tenían el gobierno, pero “no tenemos aun realmente el poder en nuestras manos”. En esa oportunidad también afirmó que el proceso histórico debía ser “de tal modo irreversible que jamás se haga posible el regreso a formas de gobierno reaccionarias o reformistas” (Aniceto Rodríguez, relator, “Partido Socialista. Después de la victoria popular, otra gran jornada revolucionaria”. XXIII Congreso General del Partido Socialista de Chile.
Informe del Comité Central, La Serena, enero de 1971). El senador Carlos Altamirano —había sido elegido en 1965 en la Cámara Alta representando a Santiago— se levantó como alternativa, y había criticado la conducción de la agrupación en su artículo “El Partido Socialista y la revolución chilena” (Suplemento de la edición N* 121 de Punto Final, 5 de enero de 1971), que acusaba el personalismo, la política del pasado y el caudillismo que primaban en la dirección partidista. El documento había circulado “profusamente por las bases partidarias antes del congreso”, según recuerda Ricardo Núñez, y sirvió de plataforma para lanzar su candidatura a la secretaría general (en “El gran desencuentro.
Una mirada al socialismo chileno, la Unidad Popular y Salvador Allende”, Santiago, Fondo de Cultura Económica, 2017). Se trataba de un texto marcado por su ataque a la democracia, que advertía que el gobierno de la UP no sería uno más que continuaría “la rotación partidista del ejercicio del poder dentro de las reglas burguesas de la democracia representativa”, sino que sería un gobierno de masas que promovería cambios en la estructura política, social y económica, para lo cual no sería posible mantener “el aparato estatal burgués”. Era un dirigente particularmente duro con la gestión de Eduardo Frei Montalva y la Democracia Cristiana, aunque en realidad había sido una característica del socialismo chileno en su conjunto, cuando habían decidido negar “la sal y el agua” —la frase es de don Aniceto— a la administración de la Revolución en Libertad.
En la votación del informe de la directiva de Aniceto Rodríguez, este apenas logró 59 votos a favor y hubo 69 abstenciones, lo que llevó al secretario general a pedir una segunda votación: los números fueron todavía más adversos, lo que sin duda representaba una humillación, más sensible si consideramos que por primera vez en su historia un líder socialista estaba en La Moneda.
Posteriormente Rodríguez retiró su postulación —sus partidarios también se retiraron físicamente del evento—, lo que permitió la consolidación de Carlos Altamirano, quien logró 114 votos, con una abstención (Ercilla, “Cambio de timón socialista” N* 1855,3 al 9 de febrero de 1971). Allende asistió al Congreso de La Serena, y lejos de apoyar a Rodríguez, prefirió a Altamirano, como registró la prensa: “No es un misterio que el Mandatario, como militante socialista, mira con mejores ojos la elección de Altamirano al cargo más importante del partido” (Clarín, “Altamirano va ganando por los palos en pleno del Partido Socialista”, 30 de enero de 1971). Esto, sin duda, dejó sentido a Aniceto, y seguramente Allende se arrepintió con posterioridad. En la ocasión también hubo algunas reformas organizativas. El Comité Central quedó conformado por 45 miembros (y no por 28), que elegirían al secretario general de la colectividad, en lugar del Congreso General del PS. La Comisión Política, por su parte quedó integrada por 15 miembros. Ambas listas se encuentran reproducidas por Julio César Jobet.
La ideología socialista y las consecuencias de La Serena Como era habitual, el Congreso de La Serena concluyó con la aprobación unánime de un voto que se concentraba especialmente en aspectos de política nacional, basado en la nueva realidad de ER INS EEN de los demás partidos de la UP. Chile: un gobierno revolucionario, que había infligido “una grave derrota a la burguesía y al imperialismo”, que permitía condiciones favorables a la clase obrera para alcanzar la conquista del poder. Con todo, reconocía las trabajas de “la institucionalidad burguesa” y la resistencia que desplegaba“la reacción” en el país y en el exterior.
A juicio del PS, la burguesía se agrupaba “alrededor de la Democracia Cristiana y secundariamente alrededor del Partido Nacional y de la Democracia Radical”. El Partido Socialista respaldó al Presidente Allende y asumía la necesidad de que los partidos de la clase obrera fueran “la vanguardia del proceso revolucionario”. Asignaba una especial relevancia a la unidad socialista-comunista, dentro de la cual el PS lucharía por convertirse en la vanguardia revolucionaria que contribuya a crear condiciones “para cambiar, durante el ejercicio de este gobierno, el carácter capitalista del sistema vigente para transformarlo en un régimen socialista”. Asimismo, reivindicaba la aplicación del centralismo democrático, valoraba la legitimidad de lucha ideológica y rechazaba las tendencias burocráticas y caudillistas: solo cumpliendo eso el PS podría prepararse “a sí mismo y a las masas para el decisivo enfrentamiento con la burguesía y el imperialismo” (ver “El documento político del Partido Socialista”, reproducido en Punto Final, N* 124,16 de febrero de 1971). Aunque Altamirano señaló más tarde que el tema del marxismo-leninismo no estuvo presente en el Congreso de La Serena, la verdad es que el Comité Central expuso un documento complementario en el cual el Partido Socialista reivindicaba ser “marxistaleninista en cuanto acepta dicha concepción como método de interpretación de nuestra realidad nacional y sus principios generales de lucha para conquistar el poder y construir la sociedad socialista”, si bien precisaba que no respondía a direcciones extranjeras (en Julio César Jobet, “Historia del Partido Socialista”). El Congreso de La Serena de 1971 fue decisivo en su momento y también lo es desde una perspectiva histórica.
Contó con una resolución muy dura y consistente: “Nuestro objetivo... debe ser el de afianzar la acción de las masas, aplastar la resistencia de los enemigos y convertir el proceso actual en una marcha irreversible hacia el socialismo”. En cuanto a su relación con el gobierno de Allende, explicitaba: “mantendrá una actitud de apoyo crítico y constructivo, señalando los vacíos, vicios y errores que puedan cometerse en el futuro”. La prensa recogió que no sería incondicional a La Moneda. Por todo esto, el encuentro de La Serena fue clave.
Por una parte, porque eligió a una figura crucial del Partido Socialista para los dos últimos años del gobierno de Allende, pero que seguiría siendo fundamental en los primeros años de Pinochet, durante el exilio y los comienzos de la renovación socialista: el Congreso siguiente, fijado para fines de 1973, no se pudo realizar por el fin del gobierno de la Unidad Popular el n de septiembre, que llevaría a los socialistas a la clandestinidad, el exilio y la persecución.
Por otra parte, porque significaría marcar una división de posiciones importante entre la visión del Presidente Allende y la que representó Altamirano, quiebre que no solo fue importante sino que resultó imposible de resolver en el gobierno de la Unidad Popular.
Aniceto Rodríguez recordaría tiempo después que el Congreso de La Serena podría haber sido un evento Para consolidar la unidad del socialismo chileno, pero que había tenido “un resultado negativo distinto”. En la práctica, había salido “anímicamente escindido” de la reunión; por otra parte, Allende pensaba que sería “políticamente útil ganarse el apoyo del sector ultraizquierdista y darle responsabilidades de gobierno para neutralizarlos”, pero el resultado se había vuelto contra el propio líder socialista (citado en Ricardo Núñez, “El gran desencuentro”). El gobierno de la Unidad Popular estaba recién comenzando, con un Partido Socialista que era popular y complejo, profundamente ideológico y práctico a la vez, que hacía llamados a la unidad pero enfrentaba continuas divisiones. Para acrecentar el problema, con el paso del tiempo debería enfrentar una oposición cada vez más marcada, activa y creciente, en los difíciles años de la vía chilena al socialismo.