Autor: JUAN RODRÍGUEZ M.
LA CIUDAD POSPANDEMIA
NEU HABITAR] La crisis como oportunidad: El desafío de pensar 1 Día del Patrimonio era un momento para conocer o reencontrarse, fuera del ajetreo diario, con edificios y lugares.
Hoy termina la versión 2020 y esta vez fue imposible ese encuentro directo con la ciudad: debido a la pandemia de coronaviras, la invitación que hizo el Ministerio de las Culturas fue a explorar y descubrir el patri monio desde la casa. Esta celebración virtual, sin opción de visitar físicamente los lugares, nos advierte que quizás, tras la crisis sa= nitaria, debamos habitar de otra manera la ciudad. Ya se habla de rediseñar los lugares de trabajo, incluso de la necesidad de veredas más anchas para cumplir con el distanciamiento físico.
Desde la segregación territorial hasta las aglomeraciones en el transporte público, pasando por las políticas de vivienda, las diferencias en equipamiento, áreas verdes y, en general, enel acceso a bienes y servicios, también el hacinamiento, los llamados guetos verticales, la inflación del precio delas viviendas, el auto y las autopistas versus el metro y las micros. Distintos asuntos han puesto ala ciudad, en particular a Santiago, en el debate. La pandemia ha intensificado esos problemas.
Ciudad de ciudades En la ciudad de ciudades que es Santiago, Claudio, un vendedor ambulante de libros, encuentra su refugio en el persa y la feria, Para él no hay otro lugar más abierto y cómodo: “Me siento a mis anchas como en ningún otro lugar, porque siento que no tengo que representar ningún personaje”. El testimonio es de 2016, lo recoge en un artículo la doctora en estudios americanos y profesora de la Universidad de Santiago Kathya Araujo: “Un rasgo esencial de lascalles de Santiago es que el espacio está sometido a un agudo trabajo de territorialización Los procesos de segregación que ha sufrido la ciudad desde hace algunas décadas se expresan en las representaciones y las prácticas delosactores”, escribe en “La percepción de las desigualdades”, Quizás persas y ferias ya no sean lo mismo tras la crisis sanitaria, cuando haya que mantener las distancias.
Pero tampoco puede NAS AE E SN OSA INE AN EAN ES distanciamiento físico. ¿Habrá que rediseñar los AA Llegar y eliminarse su lógica de apertura, porque, si seguimos al sociólogo estadounidense Richard Sennett, son los lugares que favorecen el encuentro los que ayudan a construir comunidades diversas, no segregadas, democráticas: “En una gran ciudad hay distintos elementos presentes, y lo que quiero es fortalecer los elementos de apertura y quitarles poder a los de clausura”, ha dicho. Profesora de la UC, la arquí tecta Alejandra Celedón cree que la crisis sanitaria, sumada a la crisis política de octubre, abre una chance para volver a discuti los problemas de la ciudad.
Aunque, advierte, hay un escenario menos optimista, derivado de “las supuestas bondades” del teletrabajo, la educación a distan= cia y el comercio electrónico “Las ciudades podrían convertirse en lugares vacíos, como los repentinos pueblos fantasmas de las últimas semanas. Calles, plazas y parques vacantes, cafeterías, restaurantes y comercios cerrados, pisos de oficinas desiertos, aulas suspendidas esperando una normalidad que no llega.
Eventualmente, la ciudad exigirá reevaluaciones más profundas: desde repensar las densidades hasta reformatear las propias piezas (tipologías edilicias) que las conforman”. Celedón fue la curadora de “Stadium: un edificio que representa la imagen de la ciudad”, el pabellón que representó a Chile en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2018. Su trabajo investigó la política de erradicación de poblaciones que, a partir de 1979, construyó guetos en los márgenes de Santiago.
La arquitecta cree que “la brutal suspensión del tiempo y prohibición del espacio pueden desencadenar cambios profundos; sin embargo, la pan= demia solo ha hecho visibles deudas acumuladas, como un espejo aumentado de los problemas de nuestras ciudades y sociedades”. Aunque, con más optimismo, agrega: “La pausa, como resistencia improductiva, puede ser vista no solo como cancelación, sino como oportunidad.
Lo que los eventos de octubre ya habían detonado, el virus soloaceleró: lasruinas de un pacto social, ambiental y económico que necesita ser reescrito”. Su colega Gonzalo Mardones, autor, entre otras obras, del Mu= Seo Interactivo Mirador, también cree que la pandemia nos da la posibilidad de cambiar nuestras ciudades.
Hasta ahora, dice, “sus espacios públicos y su patrimonio han sido vulnerados en forma dramática y constante durante al menos cinco décadas”, en especial en Santiago, debido a “su crecimiento insostenible y burdo”. “Esta crisis probablemente no vaa cambiar un modelo de hacer arquitectura en la ciudad, pero es muy posible que se priorice la creatividad, la calidad, de forma de realizar un mundo más sostenible, de una mayor eficiencia energética”, cree.
Habrá que priorizar al peatón por sobre el auto, y a la movilidad pública sobre la privada: “Pensemos en una ciudad más cercana, apostando por la caminabilidad y la bicicleta, y de= jando en los lugares más céntricos el acceso limitado a autos de emergencia, de propietarios y de servicios”. Exceso de mercado Mardones cree que hay que avanzar hacia una ciudad de usos mixtos: “Basta con eliminar de tantas calles esa frágil y precaria normativa que permite usos exclusivos de habitación, trabajo o comercio.
Reducir la movilidad y lograrla sario y se logra con la mixtura de usos”. Otra urgencia, cree, es respetar lo verde, lo que no se ha hecho; “un ejemplo reciente y dramático: el crimen del parque Américo Vespucio, obra de Álvaro Covacevich, plantado hace 50 años. Una brutalidad que jamás se debió permitir”. Un último aspecto que Mardones cree que se puede abordar desde ya es la densidad: “La ciudad tiene que ser densa, nunca hiperdensa.
Que sus lugares céntricos tengan la altura delosárbolescon una figura urbana, como todas las ciudades del mundo, es fácil de lograr cambiando las normativas caducas que permiten torres, gigantografías o barrios sembrados de elementos aislados sin la figura urbana que requiere cualquier obra en la ciudad.
La ciudad debiera ser siempre el lugar de agrado y protección, y no el lugar del cuál hay que huir”. El arquitecto José Rosas Vera, jefe del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos UC, sostiene que el confinamiento global, el encierro que priva de la vida en sociedad, repercutirá “en los modos de repensar y diseñar las relaciones espaciales que darán forma a las rutinas cotidianas en la ciudad futura”. “Gran parte delos problemas pospandemia se acrecientan por la excesiva participación del mercado, en etapas anteriores, en el desarrollo urbano, por lo que los desafíos serán de orden social, cultural, económico y político, donde el rol del Estado y organi zaciones comunitarias será clave enla reducción de paciales, mejorías en áreas vulneintegración social, redistribución de ingresos, bienestar y calidad cívica en toda la ciudad”, Rosas cree que será prioritario “el restablecimiento equilibrado entre bienes patrimoniales, equipamientos colectivos, espacios Públicos, residencia y movilidad con el medio ambiente, reciclaje de zonas con deterioro, reutilización de suelos con bajas densidades y el privilegio de una ciudad compacta”. “La posibilidad de un rediseño urbano pasa por el mejoramiento de la calidad de vida en barrios y espacios colectivos, construcción de viviendas con mayores superficies y menor consumo energético, demoliciones de guetos y vías segregadas; un transporte público diversificado e integrado con la red de espacios públicos peatonales, ciclovías y áreas verdes sostenibles y una mayor sensibilidad hacia el paisaje”. Sebastián Cuevas es arquitecto de la Universidad de Chile y director de Otra Ciudad, oficina dedicada a la activación de espacios públicos de la mano del arte urbaho, con proyectos como las plazas de bolsillo y acciones en ciudades como París y Ciudad de México.
Para él, “en el regreso a las ciudades construiremos una nueva experiencia y vínculo emocional con el espacio público, ya que existirá una mayor conciencia de lo importante de este para las ciudades y la calidad de vida”. Pensar la ciudad, cree Cuevas, se relaciona directamente “con ampliar nuestra capacidad de imaginar los espacios públicos para las personas, especialmente desde su punto de vista de la apropiación y carácter simbólico”. Por eso afirma que el proceso de repensar la urbe debe contextualizarse en lo que ocurrió en las ciudades tras el estallido social, “donde el espacio público vivió transformaciones radicales, desde el punto de vista de su apropiación, ocupación y dimensión política, como un nuevo medio de comunicación ciudadana Una bofetada Cuevas piensa que el rediseño de los espacios públicos, en línea con el distanciamiento físico y las nuevas formas de agrupación y circulación, se debe implementar con acciones piloto de bajocosto.
El foco no debe estar en limitar o prohibir, en cin tas de demarcación o barreras que tensionan las relacionesen la ciudad: “El gran desafío es la necesidad de un nuevo lenguaje para conectar emocionalmente a las persoas con la ciudad en esta situación de crisis, y allíel arte público puede cumplir un rol importante”. Alejandra Celedón cree que, más allá de la pregunta por el fu= turo, el presente ya es lo suficientemente duro y complejo de desentrañar: “Hoy nuestros espacios domésticos han absorbi do dimensiones que generalmente mantiene la ciudad, asegurando su vitalidad económica, lo que hace que las condiciones de muchas personas sean aún más precarias. Esa bofetada es la que requiere más urgencia nuestras poblaciones y barrios con niveles de densidad y hacinamiento incompatibles con la pandemia, y el privilegio de la cuarentena reservado a unos pocos. Sin duda, el virus ha hecho impostergable la necesidad de garantizar niveles mínimos en torno a la vivienda, y el acceso a la ciudad para todos como imperativo de ecualizador social”.