El año 2011: ¿ cambio de eje o corcoveo?
Editado en conjunto por Ediciones UC y el Centro de Estudios Públicos (CEP), el último libro del presidente de la Academia Chilena de la Historia y académico UC y USS, Joaquín Fermandois, introduce una mirada esencial sobre la historia de la democracia en Chile y la suma de esfuerzos tendientes a construir un Estado de Derecho moderno, cuyo desarrollo económico y social nos encamine a la igualdad de oportunidades.
Aquí, en exclusiva para “El Mercurio”, una selección de extractos del capítulo “El nuevo siglo, más que un asunto de números”. Después del rescate de los 33 mi neros el 2010, Chile volvió a los titulares el año 2011 por las masivas protestas estudiantiles. Primero, estas se desataron por el viejo te'ma del pase escolar para la movilización colectiva y se sumaron a una manifestación contra un proyecto hidroeléctrico, Hidro Aysén, que inesperadamente tuvo muy buena convocatoria. Después, sin solución de continuidad, las manifestaciones adquirieron fuerza y se dirigieron contra el sistema de cobro de las universidades. Una referencia semántica central y que tuvo un impacto importante fue la crítica al “lucro”, fea palabra que legalmente designa una ganancia legíti'ma, pero a la cual se le adhiere una espesura repugnante. Se había establecido en los años 1980 una modalidad de que para costear los estudios se podía obtener un crédito que después había que pagar.
Esto —junto a la expansión del sistema universitario— permitió el fenómeno extraordinario de que la población universitaria pasara de menos del 10% de los egresados de la enseñanza media aser casi el 50% de ellos, toda una revolución en la historia educacional y social de Chile. Y, añadimos, aunque esta expansión no tenga una relación proporcional con la calidad de la misma. Muchos veían lo que era también evidente, que el crédito se transformaba en una soga al cuello muy difícil de pagar, sin relación con oportunidades reales en los puestos de trabajo. Como en tanta conmoción, hay demandas que no proceden directamente de una necesidad histórica, sino que son hijas del azar, aunque crean nuevas condiciones al vincularse a fuerzas profundas.
Las protestas crecieron como una bola de nieve y se transformaron, con la típica mezcla de razones y sinrazones, en una gran ola de rechazo no solo a muchas tendencias de la educación, especialmente del papel de la educa ción privada o de la concurrencia de fondos públicos a la privada en general, sino que contra la idea de una educación que se consideraba fundamentalmente de mala calidad.
En junio, julio y agosto de ese año crecieron sin parar y se expresaban en una protesta general ya no solo por el problema dela educación, sino como rechazo al “sistema”, incluyendo al Gobierno y a toda la economía política de las últimas cuatro décadas. Estas manifestaciones pasarían a constituirtodo un punto de referencia en la historia del Chile reciente.
Fueron creciendo de manera imparable y en los meses alcanzó a arrastrar a protestas sociales generales, aunque no saltó a los sindicatos del aparato público, donde la presencia de algunos partidos erasignificativa, sobre todo la del Partido Comunista.
Tuvo un gran impacto en los jóvenes y rebasó a la enseñanza media, y una gran cantidad de locales de la educación pública estuvieron semanas y a veces meses “tomados”, en una intensificación del espítitu de revuelta (o de fiesta) que no tenía parangón en el número, ni siquiera con el fuerte remezón que significó la ENU cuarenta años antes.
Está por verse en qué medida se puede comparar con los jóvenes de la FECh y de Claridad, que hacia 1920 resultó en el nacimiento de una nueva generación que alimentó a una clase política e intelectual, pequeños en número, pero de gran efecto en la política chilena de las décadas que seguirían.
Estas protestas estuvieron acompañadas por la enorme intensificación de la violencia llevada a cabo por grupos que se autocalificaban de anarquistas, que carecían del peso metafísico para ser calificados de nihilistas, o quizás representaban el nihilismo pasivo que se supone es lo contrario de lo que quepersonificar. No hubo, sin embargo, en estas protestas del 2011. La conmoción fue, en todo caso, muy grande. INSTITUCIONES DESLEGITIMADAS Las instituciones surgidas del régimen de la Constitución misma, por reformada que fuera, caerían bajo este mismo dictamen de deslegitimación que por un momento dominó el debate público.
Bien miradas las cosas, era un enjuiciamiento a todo el Chile actual en el espíritu de lo anunciado por Tomás Moulian, que ahora estalló con rabia quizás incentivada por cierta vacuidad que se hacía más patente en una adón de derecha, no por un mal desempeño en la gestión, ya que en las cifras hay más bien continuidad, con muchos sig= nos positivos que serían reconocidos después. Se había establecido un vacío político en el cual se hizo más fácil el protagonismo de la protesta. Esta adquiría muchas veces LIBRO “LA DEMOCRACIA EN CHILE. TRAYECTORIA DE SÍSIFO”: En 2011, Giorgio Jackson y Camila Vallejo lideraron las movilizaciones estudiantiles. Un tono violento, aunque el Gobierno tuvo la suerte de que, a pesar de la provocación de muchos grupos que querían sacrificios, no hubo ningún muerto. Las fuerzas de la Concertación se sumaron a la protesta, aunque al aguzar la mirada quedaba claro que se ponía en tela de juicio lo que ellos mismos habían hecho. La popularidad del Presidente se desplomó de manera ininterrumpida hasta mediados del 2013. Parecía que todo el orden institucional podía llegar a verse comprometido. Con todo, las protestas y el malestar seguirían jalonando la existencia del Gobierno hasta sus últimos días, aun sin ponerlo en jaque. EL DETERIORO DEL SISTEMA Apartir del 2011 cambió bastante el eje de la discusión en Chile. El Gobierno logró esquivar la crisis recurriendo a formas más tradicionales de política, incluido un constante cambio de ministros y funcionarios, lo que ha llegado a convertirse en costumbre de todas las administraciones. Esto hace sospechar que, más que una alimentación a la savia, se está ante una dificultad para constituir equipos, lo que apunta a una debilidad en el espírivu de las funciones públiCas.
En los cargos políticos clave, tuvo que traer a parlamentarios, en otras palabras, a políticos profesionales, frente a un gabinete que se había caracterizado por su perfil tecnocrático y que estaba orgulloso y hasta soberbio de esa raigambre. Tal modificación no impidió que su estrategia general de gobierno tuviera que estar a la defensiva.
Esto fue muy evidente en los temas de energía y sobre todo de educación, donde la ofensiva por favorecer a una educación pública adquirió vigor y ha sido asumida por la coalición que llevó al triunfo abrumador de Michelle Bachelet en diciembre del 2013.
Como a pesar de las dudas que pudiesen existir en el continuado desarrollo económico del país, con todo, se ha tratado de años de vacas gordas, se superó continuamente la crisis con más desembolsos de recursos, en especial en lo que se refiere a la educación universitaria, a pesar de que el problema más grave del país está en la educación básica y media, en ese orden. Lo mismo ha sucedido en diversas crisis en empresas públicas —sobre todo en el cobre—, y sucesi mente en ciudades y lugares que se sienten postergados, en un rosario que no tiene fin aparente. El programa económico del equipo de Piñera y la autodisciplina que caracterizó al sistema por más de dos décadas se fue deteriorando. CAMBIOS CULTURALES Este proceso no es idéntico, pero no está separado de grandes cambios culturales que fueron arribando a Chile desde la década de 1960, aunque sentidos plenamente en los años de la nueva democracia. Temas como divorcio, hijos naturales (fuera del matrimonio), igualdad de género, derecho de minorías, en especial de los homosexuales, adquiel mismo protagonismo que en muchas sociedades del resto de América y de Europa. La crisis de la Iglesia en el siglo XXI ayudó a que estas demandas llegaran como torrente. No era un poder institucional solamente, sino que era y en parte es una actitud dela sociedad. A fines de los años 1990 incluso se despenalizó la sodomía, lo que fue una anécdota divertida, ya que casi nadie sabía acerca de su prohibición. Era símbolo de otros cambios. Llegó el divorcio el año 2004 y una creciente tolerancia primero y luego la incorporación de la homosexualidad y el lesbianismo —sobre todo LGTB— como modelos igualmente legítimos. No es que ello hay sido interiorizado por los chilenos, pero se les abrieron las compuertas de par en par, hasta cierta afirmación positiva de la homosexualidad.
Al momento de escribir estas líneas, se siguieron desarrollando dos batallas en esta guerra de las culturas en su versión chilena, la del aborto por tres causales (violación, malformación de la criatura, salud de la madre) y la del matrimonio homosexual. La primera culminó en la promulgación de la ley respectiva en septiembre de 2017. Se anuncia el colofón, que va a ser el aborto libre para los primeros meses de embarazo. La segunda tiene el camino casi despejado porque hay una mayoría —según las encuestas— que las apoya, aunque el elector no decide su voto con base en esta preferencia.
Todo este es más que un desprendimiento de un cambio monumental y de un proceso de larga duración de más de siglo y medio en torno a la apreciación del sexo, y que seguirá su curso por un período indeterminado que no será muy breve. Se ha desarrollado naturalmente aquí una resistencia y una militancia de vanguardia que hace que las demandas de pequeñas minorías se transformen en una prioridad de la discusión pública, sobre todo en los países desarrollados. Su manifestación semántica más evidente es la popularidad que adquirió la distinción entre sexo y género, siguiendo la idea de una autodeterminación indefinida del ser humano, que se le llama reivindicación de identidades personales. Uno no sabe si es el triunfo de un colectivismo o de un liberalismo radical.
Ni, en todo caso, olvida que el sexo en el ser humano es algo diferente a como es en el mundo zoológico y que es una potencia que gira entre lo biológico, lo cultural y a veces lo espiritual.
Todo ello también a veces ha sido envuelto por un fe'nómeno que quizás no es asombroso, pero sí de una apariencia que puede dejar perplejo, pues asoma su nariz otra onda que puede ser sísmica de carácter neopuritano.
La explosión que abrió las puertas del principio de la gratificación a nivel cotidiano nos hace ori Nlar un nuevo fenómeno, resurrección de antígua recurrencia, la idea del pecado en torno al sexo que también habita estas nuevas manifestaciones de identidad sexual y au