Autor: Por Sofía Chiesa O Casagrande
Cierres, quiebres y bajas ventas: las zozobras del Pueblo del Inglés
Son 140 locatarios que están sorteando la crisis a través de la suspensión de sus trabajadores, pagando menos arriendo o mutando al e-commerce. Res guardias resguardan sigilosamente la entrada del Pueblo del Inglés, ubicado en Vitacura. No se puede entrar ni a sacar una foto. Y así lleva cerca de dos meses, totalmente cerrado.
Es que la resonante caída que ha tenido la actividad económica, y que recién podría haber tocado piso el mes pasado, también ha golpeado a este centro comercial fundado en 1978 (ver recuadro). La realidad que viven los locatarios de este centro comercial es diversa.
Algunos han logrado sortear la crisis mutando al ecommerce, pero hay una gran parte de las 140 tiendas que integran el lugar, que no han tenido más remedio que suspender a sus trabajadores, despedirlos o simplemente terminar con sus negocios.
Y no es menor, considerando las más de cuatro décadas de historia que rodean a un lugar que se hizo su fama, especialmente entre las mujeres —de todas las edades— por sus joyerías, centros de belleza, tiendas de moda y de ropa de guagua, cuchillería, entre otros.
Por lo mismo, los dueños de los locales han decidido bajar los arriendos entre un 30% y 50%, y en algunos casos por el 100% (el monto lo define cada dueño), además de una rebaja en los gastos comunes por un 30%. Una tienda de blanquería, una joyería y una florería, cuentan cómo están haciendo para subsistir y mantener sus tiendas en pie.
El bazar de las Flores: “Mi venta ha sido cero” Loreto Arellano es la dueña de la florería El Bazar de las Flores, lleva 9 años en el Pueblo del Inglés y cuenta que cuando hubo cuarentenas intermitentes abrió su tienda en un horario acotado, pero que ahora lleva cerrada dos meses y se vió obligada a acogerse a la Ley de Protección del Empleo y suspender a su única trabajadora. “En mi caso mi arrendador me tiene condonado el pago los meses que tenga cerrado”, cuenta Arellano. Y es una gran ayuda, dice, considerando que no tiene venta online, “mi venta ha sido cero”. Por lo mismo una vez que vuelva la normalidad ve inminente transformarse a lo digital. “No lo quise hacer ahora porque mi surtido de productos es grande.
Ya con más calma me tendré que abrir a esa línea, quizás con productos acotados, pero tengo que hacerlo”. Arellano confía en que puedan ser de los primeros centros comerciales en reabrir por ser uno al aire libre y donde no se producen aglomeraciones de público.
“Somos amigables a la situación sanitaria”. Lourdes de la Oz: “Yo misma soy mi delivery” Es de las tiendas más nuevas en este centro comercial, la joyería Lourdes de la Oz llegó en agosto del año pasado. Su dueña, Mildred Lourdes, cuenta que tenía un local en el centro comercial Omnium en Apoquindo y otro en el Pueblo del Inglés. El primero tuvo que cerrarlo para siempre, y en el segundo suspendió a su trabajadora. Actualmente paga un 50% de su arriendo. Sólo a través de la red social Instagram ha logrado vender algo de sus productos. “Ese es mi caso, pero ya varias tiendas cerraron, sobretodo donde los dueños son mayores en edad, se les complicó mucho más”, agrega.
Simple Gracia: “Hemos crecido en venta” Distinta a la realidad de las tiendas anteriores, Simple Gracia, es una tienda de blanquería, ropa de cama y artículos de decoración infantil, que ha podido vender frente a todo pronóstico. Macarena Godomar, una de sus socias, cuenta que se enfocaron directamente a la venta por internet, reforzando un canal que antes tenían, pero que no era el principal. Gracias a ello tienen nuevos clientes y han logrado llegar a regiones y a nuevas comunas. “Hasta hemos crecido en venta”, asegura. Por lo mismo decidieron mantener los sueldos a sus ocho trabajadores. “Sin canal online estaríamos muy mal. Y lamentablemente en el Pueblo del Inglés la mayoría lleva muchos años y tienen otro sistema, más old school, sin página web. Y ahora parece que esa es la única opción”. Centro comercial con influencia británica El centro comercial Pueblo del Inglés fue todo un hito en la arquitectura de Vitacura. Seguido de la construcción del shopping Los Cobres, en 1978 los arquitectos Eduardo San Martín, Enrique Browne y Patricio Wenborne dieron vida a esta localidad ubicada en Manquehue con Vitacura.
“Planteaba la idea de una villa comercial, una alegoría a algún poblado escocés o sajón con una calle central que aprovechando los cambios de nivel de terreno, conectaba a manera de main street los dos niveles del proyecto”, escribió el arquitecto de la UC Pablo Allard en un paper publicado en 2006. El decano de arquitectura de la UDD agrega además que el efecto pintoresco recogía en gran medida la influencia británica de críticos como Gordon Cullen.
“Que ya en los setenta reclamaba la necesidad de reconsiderar el lenguaje brutalista moderno y recuperar los aspectos más informales de los pueblos”. Esta escena se complementaba con la aparición de un misterioso gaitero escocés, que esporádicamente aparecía los sábados en las mañanas recorriendo los puentes y pasillos del pueblo. Tradicional centro comercial de Vitacura