Autor: SOFÍA BEUCHAT.
EL NUEVO DILEMA ÉTICO DE LOS URÓLOGOS
AUGE DE VASECTOMÍAS ANTES DE LOS 30 AÑOS: Tenía solo 22 años cuando llegó a la consulta del doctor Rodrigo Campos, urólogo del Hospital del Trabajador.
Estaba decidido a no tener hijos y quería someterse a una vasectomía, procedimiento ambulatorio y bastante simple en el que, mediante una pequeña incisión, se impide que los espermios lleguen al semen y así se evita toda posibilidad de fecundación. —Yo me negué —comenta el médico. Este paciente, recuerda, es el más joven que le ha hecho este pedido, pero está lejos de ser el único. Veinteañero que llega a verlo con la misma idea: desde hace uno o dos años, cuenta el doctor, recibe cada vez más hombres menores de 30 años que buscan una vasectomía. Y, ante la usual negativa del profesional, el enojo —producto de la frustración— es su respuesta más común —Yo les digo que no es una intervención que esté indicada para ellos. Probablemente después se van a buscar otro médico que sí los opere —comenta el doctor, para luego explicar su posición: —Yo no quiero hacer un juicio de valor sobre su decisión de no tener hijos. Me llama la atención ver lo decididos que vienen, y con muchos argumentos.
Pero uno que es más viejo se da cuenta de que muchas veces estaba errado en lo que pensaba cuando Hombres cada vez más jóvenes, incluso bajo los 30 años, están pidiendo que les practiquen una vasectomía: para muchos de ellos, tener hijos no está en su plan de vida.
Aunque para los médicos este es un método anticonceptivo que promueve la equidad de género, pues tiene menos riesgos y efectos secundarios que las opciones para mujeres, les preocupa que muchos hombres no tengan claro que la vasectomía debe entenderse como un método definitivo. Tenía veintitantos. A esa edad uno es muy maleable. Como médico, recalca, no quiere ser cómplice de una decisión que más tarde les pese o les cause problemas. Es una discusión que, por supuesto, también ha surgido en el caso de las mujeres.
En noviembre, la argentina Ailín Cubelo generó un gran revuelo mediático en la región: a los 22 años, la misma edad del paciente que llegó a la consulta del doctor Campos, se ligó las trompas de Falopio para quedar estéril. Su ginecólogo habitual se había negado a hacerlo dos veces, argumentando que, a su corta edad, podía arrepentirse. Pero ella, afirmando que estaba en su derecho, insistió hasta dar con un profesional de la salud que estuvo dispuesto a hacer la intervención. La gran diferencia está en que la esterilización femenina, en términos generales, es entendida por las mujeres como definitiva y asumida como tal, pero no siempre ocurre lo mismo en el caso de los hombres.
Ellos suelen pensar, erróneamente, que si luego sí quieren tener hijos se puede deshacer lo hecho y así volver a ser tan fértiles como lo eran antes del procedimiento, lo que no es efectivo en la gran mayoría de los casos.
En esto, dice el doctor, hay mucha desinformación: hay bastantes jóvenes que llegan a la consulta bien informados y “se nota que han leído harto”, pero también hay muchos que no saben que hacerse una La Urolchi no especifica una edad mínima para vasectomías, dice el Dr. Sergio Guzmán, su presidente. Según el Dr. Pablo Pizzi, entre el 5% y el 7% de los pacientes que se someten a vasectomías no tiene hijos. El Dr. Rodrigo Campos ha recibido hasta pacientes de 22 años solicitando vasectomías. Vasectomía es una decisión radical. Creen que, si se arrepienten, podrán volver al punto de partida, porque han escuchado que es una operación que se puede revertir. —La vasectomía debe entenderse como un método de anticoncepción definitivo. No puedes hacerla pensando en que después puedes cambiar de idea —puntualiza. SUPERMERCADO DE FERTILIDAD La vasectomía es un procedimiento en auge, especialmente en los países desarrollados. Actualmente, en Estados Unidos, según información publicada por The Cleveland Clinic, habría más de 50 millones de hombres vasectomizados, lo que convierte a esta cirugía en el segundo método anticonceptivo más popular en ese país.
En Chile, al menos en el sector privado, también va en aumento: a modo de ejemplo, el doctor Cristián Palma, urólogo de Clínica Las Condes, cuenta que, en ese recinto, hacia el año 2011 se practicaban unas 50 vasectomías al año, mientras que desde 2018 la cifra supera las 600 intervenciones. —Hemos luchado casi diez años por instalar la opción de la vasectomía como un asunto de equidad de género. Para las mujeres, tomar hormonas puede traer efectos secundarios, mientras que la vasectomía prácticamente no los tiene.
Además, es una intervención de poco riesgo, comparada con la ligadura de trompas, que requiere anestesia general, entrar al abdomen, un par de días de hospitalización —explica el médico, quien colaboró con el Ministerio de Salud en las guías de medicina reproductiva publicadas en 2018.
Según el doctor Palma, el peak de pacientes que se somete a una vasectomía está entre los 35 y los 39 años, cuando están en una situación que describe como “de parentalidad cumplida” (es decir, ya tuvieron los hijos que tenían planificados), o bien después de los 50, edad en la que se trata, en su mayoría, de hombres recién separados. Los pacientes sin hijos que deciden hacerse una vasectomía, según las cifras que maneja el doctor Pablo Pizzi —urólogo de clínicas Santa María y Red Salud Vitacura y autor de vasectomía. Cl—, están entre el 5% y el 7%. Los menores de 30, asegura, aún son pocos. Pero de que existen, existen. Y aunque no llegan todavía a conformar un volumen importante de pacientes, van al alza. Desde el punto de vista legal, en Chile cualquier hombre mayor de 18 años puede someterse voluntariamente a una vasectomía.
La Sociedad Chilena de Urología, como precisa el doctor Sergio Guzmán —presidente de la Urolchi desde enero—, no tiene una posición oficial con respecto a la edad mínima Recomendable para esta cirugía. —Se considera que si el paciente es autónomo y bien informado, puede tomar la decisión que juzgue conveniente.
Ahora, desde el punto de vista de los médicos, en todos los departamentos hay quienes se niegan a operar pacientes muy jóvenes, hay quienes se niegan de frentón a la vasectomía, y hay quienes se sienten cómodos haciéndola en un marco básico de una buena comunicación —acota. Sobre este último punto, el doctor es enfático —Lo más importante, y lo más difícil siempre en medicina, es que la comunicación entre el médico y su paciente debe ser efectiva. No es un trámite. No porque el paciente firme un documento donde dice que entendió significa que entendió. Y en pacientes del extremo más joven, esto requiere de un mayor esfuerzo. En estos pacientes, advierte el doctor, es necesario ponderar bien la decisión que están tomando.
Porque no siempre tienen claro a lo que van. —Esto no es como ir a un supermercado a comprar algo. (La fertilidad) no es algo a lo que te puedes desconectar para después conectarte y estar seguro de que te va a resultar —acota el doctor Gómez. El doctor Pizzi agrega: —No es llegar, presentar el carné, acreditar que se es mayor de edad y ya. Hay que evaluar el caso. Porque a veces la decisión puede estar mediada por factores temporales, como una ruptura amorosa, que puede hacer pensar que es una decisión apresurada. Ahora, si el paciente lo entiende bien, no veo razones éticas o legales para negarse al procedimiento. CONOCER LOS COSTOS La idea de que la vasectomía no es un tratamiento definitivo tiene un origen claro: hay una cirugía que revierte el proceso, la cual es bastante conocida por la población masculina.
Pero, según advierte el doctor Pizzi, “hay centros de salud que han tratado de minimizar la condición de permanente de la vasectomía”, contribuyendo a difundir la idea de que esta cirugía es tan simple y efectiva como la vasectomía. La realidad es que la reversión es compleja y costosa. A diferencia de la vasectomía, que puede ser realizada por cualquier urólogo, la cirugía de reversión requiere de profesionales especialmente entrenados en la técnica, los que son pocos.
Además, está lejos de ofrecer alguna garantía con respecto a la posibilidad real de dar curso a un embarazo: los datos muestran que uno de cada 20 pacientes, aun en las mejores condiciones, no va a lograr revertir el proceso. Pueden haber quedado, por ejemplo, cicatriciones internas que impidan el flujo del semen, aun cuando el canal esté reconstituido.
Y mientras más tiempo pase, menos expectativas de éxito. —Antes de los 10 años después de que se ha hecho Una vasectomía, puedes llegar a tener una efectividad del 90 por ciento en la cirugía de reversión (es decir, que efectivamente logre llegar una buena cantidad de espermios al semen). Suena como un buen número, pero es muy alto si lo comparas con otros métodos anticonceptivos que son muy efectivos y se pueden dejar de usar con facilidad —acota el doctor Palma. Por otro lado, advierte el doctor Guzmán, incluso cuando luego de la reversión el espermiograma muestra una cantidad adecuada de espermios, su calidad puede bajar por efecto de la vasectomía.
Y a esto hay que sumar el hecho de que, para que se pueda lograr un embarazo, influyen también otros factores, como la edad de la pareja. —Ningún hombre debiera hacerse una vasectomía pensando en revertirla después. Esta no es la opción para el que quiere postergar los hijos para después del viaje, para después de cumplir metas laborales. Todos estamos expuestos a cambiar de opinión en la vida, pero no se debiera hipotecar la salud reproductiva de este modo —acota el doctor Pizzi.
Una opinión similar tiene el doctor Palma: —No le puedes hacer una vasectomía a un hombre que quiera tener hijos más tarde, porque no le puedes garantizar que después va a poder dar curso a un embarazo. Otra cosa es que el paciente esté completamente convencido y después cambie de idea. Según el doctor, aproximadamente en el 3% de los hombres que se han hecho una vasectomía recurre posteriormente a una cirugía de reversión. Pero no se sabe cuántos son los que puedan haberse arrepentido de su decisión o hayan optado por algún método de fertilización asistida para ser padres. La opción de hacerse una vasectomía, entonces, debe tomarse con calma. Por eso, en Estados Unidos existe un mecanismo para evitar decisiones apresuradas relacionadas con esta intervención: la llamada ley del enfriamiento. Según esta norma, el paciente debe firmar un documento donde consigna su intención de operarse. Luego se debe esperar una cantidad de tiempo cercana a los tres meses, que varía de un Estado a otro, antes de que la intervención pueda llevarse a cabo. Nada similar existe en Chile.